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Pregunta: "¿Acaso alguien alguna vez ha visto a Dios?"

Respuesta:
"A Dios nadie le vio jamás" (Juan 1:18a). Esta afirmación se refiere a la naturaleza espiritual de Dios. Dios es espíritu (Juan 4:24a), y por tanto estamos naturalmente limitados para percibirlo. Los ojos físicos no pueden contemplar a los seres espirituales.

El Señor Jesucristo es un caso único: "Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre" (Juan 3:13). Puesto que es a la vez Hijo del Hombre e Hijo de Dios, Jesús conoce tanto el reino terrenal como el celestial. Descendió del cielo, donde "estaba con Dios en el principio" (Juan 1:2). Jesús ha visto a Dios; de hecho, Jesús es la encarnación de todo lo que Dios es: "A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer" (Juan 1:18; cf. Colosenses 2:9).

A causa de nuestras limitaciones físicas, morales y espirituales, Dios Padre envió a Su Hijo unigénito al mundo. Por medio de Jesucristo, conocemos a Dios y somos redimidos de nuestro pecado. Si queremos ver a Dios, debemos mirar a Jesús. Los que contemplaron a Jesús mientras caminaba por la tierra estaban, en cierto sentido, viendo a Dios, no a Dios como espíritu, sino a Dios revestido de humanidad (Juan 14:9).

Cuando Moisés habló con Dios en la zarza ardiente, "Moisés cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios" (Éxodo 3:6). Después, Dios le dice a Moisés: "No podrás ver mi rostro; porque no me verá hombre, y vivirá" (Éxodo 33:20). En otras palabras, ver realmente a Dios tal como es, en la plenitud de Su gloria, es más de lo que cualquier mortal puede tolerar (cf. Isaías 6:5). A Moisés se le permitió vislumbrar la gloria de Dios, pero, para su propia protección, se le ocultó la mayor parte de la gloria de Dios (Éxodo 33:21-23).

¿Qué debemos hacer, entonces, con otros pasajes que nos describen a varias personas "viendo" a Dios? Por ejemplo, en Éxodo 33, el mismo capítulo en el que Moisés no puede ver a Dios, Moisés habla con Dios "cara a cara" (versículo 11). En este caso, debemos entender la frase cara a cara como una figura retórica que indica que Moisés y Dios estaban en estrecha comunión. Se hablaban como si fueran dos seres humanos manteniendo una conversación.

Hay otros momentos en los que parece que la gente ha visto a Dios:
• En Génesis 32:22-32, Jacob lucha con alguien que más tarde se revela como Dios. Cuando terminó el incidente y Jacob comprendió la importancia de lo que acababa de suceder, se sintió sobrecogido: "Y llamó Jacob el nombre de aquel lugar, Peniel; porque dijo: Vi a Dios cara a cara, y fue librada mi alma" (versículo 30). Sin embargo, Jacob no vio a Dios en toda Su gloria, y no vio a Dios en forma espiritual. En un plano puramente físico, Jacob luchó contra una teofanía, una manifestación de Dios en forma humana.
• En Jueces 13:1-23, los padres de Sansón tienen una conversación con el ángel del Señor. No se dan cuenta de que están hablando con el ángel del Señor hasta que el ángel hace una señal y asciende al cielo ante sus propios ojos. En ese momento, el padre de Sansón se aterroriza: "Ciertamente moriremos, porque a Dios hemos visto" (versículo 22). Pero, como en el caso de Jacob, sólo habían visto a Dios apareciendo como un ángel. Este es otro ejemplo de teofanía (o cristofanía).
• En Isaías 6:1-13, Isaías tiene una visión del "Señor sentado sobre un trono alto y sublime" (versículo 1). Los serafines están presentes, e incluso se cubren el rostro ante la presencia de Dios (versículo 2). La reacción inmediata de Isaías es de temor debido a su pecado: "¡Ay de mí! que soy muerto...mis ojos al Rey, Señor de los ejércitos" (versículo 5). Luego Dios expía el pecado de Isaías y lo nombra profeta. Cabe destacar aquí que Isaías está experimentando una visión profética; por lo tanto, no está viendo al Señor, per se, sino un símbolo de Su presencia y majestad. También podría tratarse de otra cristofanía (ver Juan 12:41).

Nadie ha visto jamás a Dios, que es "el bienaventurado y solo Soberano, Rey de reyes, y Señor de señores, el único que tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible; a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver, al cual sea la honra y el imperio sempiterno. Amén" (1 Timoteo 6:15-16, énfasis añadido). Sólo a través del Hijo unigénito de Dios, Jesucristo, podemos acercarnos a Dios, conocerlo y verlo.

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