Pregunta: ¿Cuánto tiempo estuvieron Adán y Eva en el Jardín del Edén?
Respuesta:
Los capítulos 1 y 2 de Génesis nos dan los detalles de la creación del mundo por parte de Dios, incluyendo la humanidad. Adán y Eva fueron los primeros seres humanos, de los cuales desciende todos los seres humanos. Dios formó a Adán del polvo y le dio vida con Su propio aliento (Génesis 2:7). Dios formó a Eva de la costilla de Adán (Génesis 2:22). Tanto Adán y Eva, como todos los humanos hoy en día, fueron hechos a imagen de Dios (Génesis 1:26–27; 5:1). Génesis 2 describe el primer hogar de Adán y Eva: el Jardín del Edén.
Leemos que Dios plantó un jardín y puso a Adán allí para que lo cuidara (Génesis 2:8, 15). Pero, a pesar de la belleza del nuevo mundo de Dios, faltaba algo. Dios dijo: "No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él" (Génesis 2:18). Entonces Dios hizo una mujer y la llevó a él (Génesis 2:21–25). Adán y Eva comenzaron su vida juntos en el paraíso, pero ¿cuánto tiempo permanecieron en el Jardín del Edén hasta que pecaron y fueron expulsados (Génesis 3)?
La respuesta es que no lo sabemos. Pero, basándonos en otra evidencia bíblica, podemos asumir que su tiempo en el jardín fue relativamente corto. La pareja no tuvo su primer hijo, sino hasta después de ser desterrados del jardín (Génesis 3:23—4:2). Dado que Romanos 5:12 nos dice que "el pecado entró al mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron", Adán debió haber estado sin hijos en el momento que eligió pecar. Cualquier hijo nacido antes del pecado de Adán no habría heredado la naturaleza pecaminosa de Adán. No hay razón para creer que el hombre y la mujer se abstuvieron de las relaciones sexuales en el jardín, pero podemos suponer que Eva no concibió a su primer hijo antes de su pecado. Parece, entonces, que la serpiente tentó a Eva a comer la fruta prohibida y la pareja fue expulsada del jardín muy pronto (Génesis 3:1–7).
En su pecado, Adán y Eva decidieron que el Señor no sería su Señor en esa situación. Ellos serían sus propios dioses y elegirían por sí mismos lo que era correcto para ellos. El mundo ha estado sufriendo las consecuencias desde entonces. Dios les había dado todo lo que necesitaban para prosperar y disfrutar de la vida, pero pronto escogieron desobedecerle, y perdieron el paraíso. Inmediatamente, al pecar, Adán y Eva se dieron cuenta de que estaban desnudos, y se sintieron avergonzados (Génesis 2:25; 3:7). Se cubrieron con hojas de higuera, pero Dios les proporcionó vestidos de pieles (Génesis 3:21), demostrando que el pecado conduce a la muerte, como Él había dicho, y que "sin derramamiento de sangre no se hace remisión" (Hebreos 9:22). La acción de Dios fue un presagio de la muerte sacrificial de Jesucristo, cuya sangre cubriría finalmente los pecados de todos los que confían en Él (Hebreos 10:1–18). También en el jardín, Dios prometió un Salvador, uno que aplastaría a la serpiente (Génesis 3:15)—ese Salvador es Jesús.
Luego Dios expulsó a Adán y Eva del Jardín del Edén y colocó a un ángel con una espada flameante como guardia para que no pudieran regresar (Génesis 3:24), aunque Dios nunca los abandonó. De hecho, Él tenía un plan de redención antes de que incluso creara el mundo (Isaías 46:10; Juan 1:1–5; Apocalipsis 13:8). Por ahora, el mundo persiste en el pecado, marcado por sus consecuencias (Romanos 1:18–32; 8:18–25). No obstante, aquellos que han puesto su fe en Jesucristo han sido perdonados de sus pecados (2 Corintios 5:21; Colosenses 2:13–15). Tenemos nueva vida ahora (2 Corintios 5:17; Juan 10:10) y viviremos con Dios por toda la eternidad (Lucas 23:43; Juan 3:16–18). Algún día Dios hará nuevos cielos y una nueva tierra (2 Pedro 3:8–13; Apocalipsis 21—22). El árbol de la vida, perdido para Adán y Eva, estará disponible para todos los que formen parte de la creación restaurada de Dios (Apocalipsis 2:7; 22:1–2).
Aunque el tiempo de Adán y Eva en el Jardín del Edén fue efímero, todo no está perdido. Dios nos ofrece un verdadero amor en Él. Él es paciente con este mundo, permitiéndole continuar, porque desea que todos se arrepientan y vayan a Él (2 Pedro 3:9). Algún día traerá juicio, y debemos estar listos (2 Pedro 3:10)—debemos dejar de ser los dioses de nuestras propias vidas y confiar en el único y verdadero Dios. Por Su gracia, a través de la fe, podemos ser salvos (Efesios 2:1–10). ¡Elige la vida en Jesucristo hoy!