Pregunta: ¿Por qué Adán y Eva no murieron inmediatamente por su pecado (Génesis 3)?
Respuesta:
Dios ordenó a Adán no comer del árbol de la ciencia del bien y del mal: "mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás" (Génesis 2:17). Sin embargo, Adán y Eva comieron del árbol y vivieron para contarlo. ¿Cómo podemos entender la advertencia de Dios si ellos siguieron existiendo?
Los intérpretes suelen responder a esta pregunta de dos maneras. En primer lugar, muchos afirman que Adán y Eva sí murieron, aunque no inmediatamente. La frase hebrea traducida como "el día que" en Génesis 2:17 a veces se usa para decir "con certeza" (por ejemplo, Éxodo 10:28; 1 Reyes 2:37, 42). Por lo tanto, Adán y Eva "ciertamente" murieron; solo que su muerte ocurrió mucho más tarde (Génesis 5:5). Este punto de vista también es respaldado por Génesis 3:22, en el cual Dios decide impedir que el hombre acceda al árbol de la vida para evitar que viva para siempre. Adán y Eva perdieron la vida eterna, fueron expulsados del Jardín del Edén y eventualmente experimentaron la muerte física.
La segunda forma de ver la advertencia de Génesis 2:17 es que "muerte" se refiere a la muerte espiritual. Cuando Adán y Eva comieron del fruto prohibido, experimentaron una separación de Dios, una pérdida de relación debido a su pecado. Sus primeras acciones después de pecar fueron cubrirse y esconderse de Dios (Génesis 3:7-8). Este alejamiento de la Fuente de la Vida puede considerarse como la muerte espiritual.
Un tercer enfoque entiende que tanto la muerte física como la espiritual fueron el resultado del pecado original. En el momento en el que Adán y Eva pecaron contra Dios, sus almas se separaron de Dios, y sus cuerpos empezaron a morir. Su muerte espiritual y susceptibilidad a la muerte física se transmitieron a toda la humanidad (Romanos 5:12).
Alabado sea el Señor, que no abandonó a Adán y Eva. Les proporcionó ropa (Génesis 3:21) y les permitió tener hijos (Génesis 4). También prometió que "la simiente de la mujer" aplastaría el poder de la serpiente (Génesis 3:15). Esta promesa se cumplió en Jesucristo, quien derrotó el pecado y la muerte en la cruz y nos da una vida abundante ahora (Juan 10:10) y la vida eterna con Dios en el cielo (Juan 3:16). Como dice Romanos 5:19, "Porque así como por la desobediencia de un hombre [Adán] los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno [Jesús] los muchos serán constituidos justos".
