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Antíoco Epífanes fue un rey griego del Imperio Seléucida que gobernó Siria desde el 175 a. C. hasta el 164 a. C. Es famoso por casi conquistar Egipto y por su brutal persecución a los judíos, que precipitó la revuelta de los Macabeos. Antíoco Epífanes era un gobernante despiadado y a menudo caprichoso. Es propiamente Antíoco IV, pero tomó para sí mismo el título de “Epífanes”, que significa “el ilustre” o “dios manifestado”. Sin embargo, su comportamiento bizarro y blasfemo le ganó otro apodo entre los judíos: “Epímanes”, que significa “el loco”.
Una altercación entre Antíoco Epífanes y un embajador romano llamado Gaius Popillius Laenas es el origen del dicho “trazar una línea en la arena”. Cuando Antíoco llevó su ejército a Egipto en el 168 a. C., Popillius se interpuso en su camino y le entregó un mensaje del Senado Romano ordenándole detener el ataque. Antíoco respondió que lo pensaría y lo discutiría con su consejo, momento en el cual Popillius dibujó un círculo en la arena alrededor de Antíoco y le dijo que, si no le daba una respuesta al Senado Romano antes de cruzar la línea en la arena, Roma declararía la guerra. Antíoco decidió retirarse como Roma lo había solicitado.
Pero el conflicto más famoso conectado a Antíoco Epífanes es la revuelta de los Macabeos. Durante esa época de la historia, había dos facciones dentro del judaísmo: los helenistas, que habían aceptado prácticas paganas y la cultura griega; y los tradicionalistas, que eran fieles a la Ley Mosaica y a las viejas costumbres. Supuestamente para evitar una guerra civil entre estas dos facciones, Antíoco promulgó un decreto prohibiendo los ritos y la adoración judía, obligando a los judíos a adorar a Zeus en lugar de Yahvé. No solo estaba intentando helenizar a los judíos sino eliminar por completo todos los rastros de la cultura judía. Por supuesto, los judíos se rebelaron contra sus decretos.
En un acto de desprecio descarado, Antíoco saqueó el templo en Jerusalén, robando sus tesoros, levantando un altar a Zeus, y sacrificando cerdos en el altar. Cuando los judíos expresaron su indignación por la profanación del templo, Antíoco respondió matando a un gran número de judíos y vendiendo a otros como esclavos. Emitió aún más decretos draconianos: realizar la ceremonia de la circuncisión era castigado con la muerte, y se ordenaba a todos los judíos que sacrificaran a dioses paganos y comieran carne de cerdo.
La respuesta judía fue tomar las armas y luchar. En 167-166 a.C., Judas Macabeo lideró a los judíos en una serie de victorias sobre las fuerzas militares de los sirio-griegos. Después de vencer a Antíoco y a los Seléucidas, los judíos limpiaron y restauraron el templo alrededor del año 165 a.C.
Antíoco Epífanes es una figura tiránica en la historia judía, y también es un anticipo del venidero Anticristo. El profeta Daniel predice una atrocidad en el templo en los últimos tiempos (Daniel 9:27; 11:31; 12:11). La profecía de Daniel se refiere a un gobernante venidero que hará cesar las ofrendas en el templo y establecerá "una abominación que causa asolamiento." Aunque lo que hizo Antíoco ciertamente califica como una abominación, Jesús habla de la profecía de Daniel como algo que aún tiene un cumplimiento futuro (Mateo 24:15–16; Marcos 13:14; Lucas 21:20–21). El Anticristo será un modelo de Antíoco Epífanes en su gran orgullo, acciones blasfemas y odio a los judíos.
