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Pregunta: ¿Por qué dijo Jesús: "Aún no ha venido mi hora", pero luego realiza un milagro (Juan 2:4)?

Respuesta:
Jesús planificó cuidadosamente los aspectos de Su ministerio, aunque a menudo la gente parecía cuestionar Sus tiempos. Por ejemplo, al principio de Su ministerio, María le pidió que hiciera un milagro en las bodas de Caná. Jesús respondió diciendo: "Aún no ha venido mi hora" (Juan 2:4). Pero, inmediatamente después, realiza un milagro, y Juan dice: "Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria" (Juan 2:11).

Jesús había llamado recientemente a Sus discípulos, y Él y ellos fueron invitados a unas bodas en Caná de Galilea (Juan 2:1-2). Ya que Jesús había reclutado a Sus discípulos hacía tan poco tiempo (comparar los tiempos en Juan 1:29, 1:35 y 2:1), era poco probable que el anfitrión estuviera preparado para tanta gente, y se quedaron sin vino (Juan 2:3). Parece que María, la madre de Jesús, pudo haber participado en la organización de la boda, pues dio instrucciones a los que servían en la boda (Juan 2:5). Cuando María descubrió que se había acabado el vino, se lo dijo a Jesús (Juan 2:3), como pidiéndole que rectificara la situación con un milagro.

Quizá María deseaba que Jesús se diera a conocer públicamente en aquel momento. Jesús respondió primero dirigiéndose respetuosamente a ella como "Mujer" (Juan 2:4). Utilizó el mismo término para dirigirse a otras personas con las que conversaba y a las que ministraba (Mateo 15:28; Lucas 13:12; Juan 4:21; 8:10; 20:15). Más adelante, también utilizó el término cuando se preocupó del cuidado de María durante Su crucifixión (Juan 19:26). Aunque, en última instancia, Jesús honró a María y su petición, es posible que, al decir: "¿Qué tienes conmigo, mujer? Aún no ha venido mi hora", le estaba recordando amablemente que no le correspondía a ella dirigir Su ministerio.

Después que Jesús dijo: "Aún no ha venido mi hora" (Juan 2:4), María dio instrucciones a los que servían para que hicieran todo lo que Jesús les dijera (Juan 2:5). Jesús dijo a los sirvientes que llenaran las tinajas que se utilizaban para lavarse las manos (Juan 2:6-7). Después de que llenaran las tinajas de agua "hasta arriba" (versículo 7), Jesús les dijo que sacaran lo que había en las tinajas y se lo llevaran al maestresala (Juan 2:8). En algún momento del proceso, el agua se convirtió en vino.

Sin darse cuenta de dónde había salido el vino (Juan 2:9), el maestresala expresó su asombro de que el mejor vino se hubiera guardado para el final (Juan 2:10). La mayoría de los asistentes a la boda no se enteraron del milagro: solo los criados que sacaron el agua convertida en vino y los discípulos sabían lo que había hecho Jesús. Juan narra además que este acto confirmó la identidad de Jesús como el Cristo, el Hijo de Dios, y "sus discípulos creyeron en él" (Juan 2:11).

Las palabras de Jesús: "Aún no ha venido mi hora", indican que trabajaba según un calendario divino y que controlaba el ritmo al que la gente se enfrentaría a la realidad de quién era Él. Cuando María sugirió que Jesús hiciera algo en la boda, probablemente quería un milagro más público que todos pudieran ver y del que pudieran gloriarse. Jesús sabía que aún no era el momento. Hizo un milagro, pero discretamente, y solo lo vio un grupo selecto de personas.

Jesús sabía que Su mensaje de que el reino de Dios estaba cerca (Mateo 4:17) en última instancia sería rechazado. Sabía que moriría (Mateo 12:40-41) para pagar por el pecado y proporcionar a todos los que creyeran en Él la vida eterna (Juan 5:24; 6:47) y la entrada en Su reino venidero (Mateo 5:20, 48; 6:33). En algunas otras ocasiones en las que Jesús realizó milagros, dio instrucciones a los que fueron bendecidos por ellos para que no difundieran lo que había hecho (por ejemplo, Mateo 8:4; 9:30; 12:16; 17:9; etc.). Parece que Jesús dirigió el momento de Su ministerio para que las cosas sucedieran según el tiempo de Dios y no según la voluntad y los caprichos de la gente. Ni siquiera la madre de Jesús pudo apresurar las cosas. Cuando Jesús dijo a María: "Aún no ha venido mi hora", pero luego realizó el milagro de todos modos, demostró respeto y compasión por María, pero también dio prioridad al calendario en el que debía realizarse la obra de Dios.

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