Pregunta: "¿Qué dice la Biblia sobre el altruismo?"
Respuesta:
La característica de ser altruista es uno de los rasgos más importantes que puede tener cualquier cristiano. Es algo tan significativo que Jesús dijo que es el segundo mandamiento más importante de todos los mandamientos de Dios: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo" (Marcos 12:31; cf. Gálatas 5:14). Jesús no estaba creando una nueva ley, simplemente estaba coincidiendo con una ley del Antiguo Testamento (Levítico 19:18) y exponiéndola. Santiago la denomina ley "real" para recalcar la importancia que tiene para Dios (Santiago 2:8).
Jesús tuvo mucho que decir sobre el altruismo durante Su ministerio terrenal. En el Sermón del Monte, va más allá de lo que algunos pueden considerar como desinterés: ayudar a un amigo, atender a un cónyuge, cuidar a un hijo enfermo, etc. Jesús va más allá de las expectativas normales: debemos amar a nuestros enemigos y orar por los que nos persiguen (Mateo 5:44). Jesús enseñó que es fácil amar a un amigo o a un cónyuge; incluso los no creyentes lo hacen (Mateo 5:47). El cristiano debe amar a los que no son fáciles de amar, porque así nos parecemos más a Dios, quien da bendiciones a todos (Mateo 5:45). Es difícil dejar a un lado los sentimientos heridos y los corazones lastimados, sin embargo, eso es parte de ser altruista.
Como en tantas otras situaciones, Jesús es el máximo ejemplo de altruismo. Cuando vino a este mundo, "se despojó a sí mismo" y tomó "forma de siervo" (Filipenses 2:7). Ahora, como seguidores de Cristo, debemos "tener el mismo sentir" (Filipenses 2:5). Jesús no vino para Su propio beneficio, sino para el nuestro. Vino a ministrarnos y a morir por nosotros: "Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos" (Marcos 10:45).
Humanamente hablando, Jesús renunció a Su voluntad por la de Dios (Lucas 22:42), y éste es otro aspecto importante: el altruismo conlleva algo más que poner a otras personas en primer lugar; es poner a Dios en primer lugar. Como dijo Juan el Bautista con respecto a Jesús, "Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe." (Juan 3:30). Más del Señor; menos de nosotros.
El altruismo queda bien ilustrado en la parábola de Jesús del buen samaritano, que se encuentra en Lucas 10:29-37. Es una historia sobre un hombre de Samaria que se encuentra con una víctima de robo. El samaritano se compadece de este hombre, que había sido despojado, golpeado y dado por muerto (Lucas 10:30). El samaritano deja inmediatamente de lado sus propios planes y ayuda a curar las heridas del hombre (Lucas 10:34). El samaritano no sólo da generosamente su tiempo y ayuda, sino que también da desinteresadamente sus bienes. El samaritano coloca al hombre herido sobre su propio animal, lo lleva a una posada y allí lo atiende (Lucas 10:34-35). Al día siguiente, el samaritano paga al posadero el dinero suficiente para pasar unos días más en la posada, con la promesa de volver y pagar el resto de lo que se le debía (Lucas 10:35). La historia de Jesús revela que el samaritano era desinteresado en muchos aspectos. Antepuso las necesidades de los demás a las suyas propias y se esforzó por mostrar su benevolencia a un forastero maltratado.
El altruismo va en contra de la naturaleza humana, y por eso ser altruista es mucho más difícil que ser egoísta. Es natural preocuparnos por nosotros mismos, y se nos alienta a pensar de forma egoísta desde todos los ámbitos. Sin embargo, el cristiano debe prestar atención diariamente a las palabras del apóstol Pablo: "Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí" (Gálatas 2:20). Ningún creyente, joven o viejo, puede vivir una vida altruista sin una constante permanencia en el Señor Jesucristo, pues sólo a través de Él nuestras actitudes pueden ser cambiadas y moldeadas para adoptar comportamientos altruistas. Si Cristo realmente vive en nuestro hombre interior y nos mantenemos en sintonía con Él, deberíamos identificarnos con el Buen Samaritano, en vez de maravillarnos con su actitud.