Respuesta:
El pacifismo es la oposición a la guerra o a la violencia como medio para resolver discusiones. Los pacifistas se niegan, por motivos morales o religiosos, a llevar armas o a participar en cualquier tipo de resistencia física. Creen que todas las disputas pueden y deben ser resueltas de forma pacífica y no violenta. Los pacifistas suelen ser objetores de conciencia en tiempos de guerra. Algunos grupos religiosos, como los cuáqueros, los menonitas y los amish, hacen del pacifismo parte integrante de su doctrina.
Algunos cristianos afirman que la Biblia ordena el pacifismo. Creen que la suma total de las enseñanzas de Jesús exige a Sus seguidores que dejen las armas y promuevan la paz. Citan pasajes como el Sermón del Monte como prueba de que el Nuevo Pacto ha hecho irrelevante cualquier ejemplo del Antiguo Testamento de guerra justa. Los pacifistas cristianos creen que seguir a Jesús significa hacer solo lo que Él hizo, y Él nunca promovió matar a los enemigos (Mateo 5:44). Afirman que el poder del amor debería ser lo bastante fuerte como para desarmar al enemigo más acérrimo y que estamos llamados a ser pacificadores, no soldados (Mateo 5:9).
El pacifismo es una meta admirable, pero ¿es realista? ¿Funciona el pensamiento pacifista contra grupos terroristas o dictadores fascistas? ¿Qué les ocurre a los pacifistas y a sus familias cuando los terroristas amenazan? Los partidarios de la no guerra parecen olvidar que su libertad para ejercer el pacifismo se compró con la sangre de no pacifistas. Esos soldados no murieron porque amaran la guerra. Murieron, en parte, para que los futuros pacifistas pudieran exponer libremente sus creencias sinceras sin miedo a la muerte, la tortura o el encarcelamiento por parte de quienes se niegan a considerar la paz. Sin los no pacifistas, no habría pacifistas.
A pesar de lo que los pacifistas cristianos nos quieren hacer creer, Dios no es pacifista. La Biblia está llena de ejemplos de Dios vengándose sangrientamente de Sus enemigos (Isaías 63:3-6; 65:12; Deuteronomio 20:16-18). Y esos ejemplos no se limitan al Antiguo Testamento. Es imposible leer el libro del Apocalipsis sin ver al Cordero de Dios en Su papel de León de Judá (Apocalipsis 5:5; 19:11-15). Las imágenes son claras: Jesús vencerá a Sus enemigos con la guerra (Apocalipsis 19:19-21). Este es el mismo Jesús que citan los pacifistas para apoyar su causa.
En resumen, el pacifismo personal debería ser el objetivo, en gran parte, de todo seguidor de Cristo. Estamos llamados a vivir en paz, en la medida en que seamos capaces de hacerlo (Romanos 12:18; Hebreos 12:14). Debemos estar dispuestos a poner la otra mejilla (Mateo 5:39), a prestar libremente (Lucas 6:30), e incluso a ser estafados si con ello no deshonramos el nombre de Cristo (1 Corintios 6:7). Cuando la paz es una opción, debemos perseguirla hasta donde sea posible. Pero cuando las vidas y las libertades de los demás están amenazadas, una ley superior nos atrae a su defensa (Proverbios 24:11-12; Juan 15:13). Cuando una nación necesita defenderse de quienes quieren destruir su paz, los verdaderos pacificadores unen sus fuerzas para protegerla.