Respuesta:
En la antigua Roma, a las personas se les prohibía enterrar a sus muertos dentro de los límites de la ciudad. Esta regla llevó a la creación de las catacumbas, una red de pasajes subterráneos utilizados como cementerio. Los paganos de Roma utilizaban principalmente la cremación, pero algunos paganos y judíos utilizaban las catacumbas para enterrar a sus seres queridos. Siguiendo la práctica de la comunidad judía, los cristianos comenzaron a usar las catacumbas para enterrar a sus muertos alrededor del segundo siglo.
Los cristianos usaban las catacumbas para enterrar a sus muertos hasta la época de Constantino y el Edicto de Milán en el año 313 d.C. En ese momento, el uso de las catacumbas disminuyó ya que los cristianos pudieron enterrar a sus muertos dentro de los límites de la ciudad. Algunos cristianos continuaron visitando las catacumbas debido a la presencia de mártires enterrados allí, y, para el cuarto siglo, se habían construido varias capillas y santuarios en ciertos sectores de las catacumbas en honor a los santos mártires. Durante el octavo siglo, la iglesia trasladó algunos de los restos de las catacumbas debido a la invasión de los Visigodos a Roma. Después de esta época, la historia olvidó las catacumbas. No fue hasta el siglo XVI, con las excavaciones de las catacumbas por Antonio Bosio (apodado "Colón de las Catacumbas”), cuando las catacumbas volvieron a interesar a los cristianos. Desde entonces, los investigadores han encontrado cerca de cuarenta catacumbas cristianas cerca de las carreteras que alguna vez condujeron a Roma. Hoy en día, las catacumbas cristianas de Roma son una gran atracción turística, aunque sólo cinco secciones están abiertas al público. La orden católica de los Salesianos de Don Bosco actúa como cuidadores.
Entre las catacumbas que están abiertas para su visita se encuentran las Catacumbas de Santa Inés, Calixto, San Sebastián, Domitila y Priscila. Es notable que las Catacumbas de Calixto contienen la "Cripta de los Papas", donde descansan varios papas. Las catacumbas contienen los restos de varios mártires; a lo largo de los años, la Iglesia Católica ha exhumado otros restos para usarlos como reliquias sagradas.
Al ser excavadas en roca volcánica blanda, las catacumbas eran perfectas para proporcionar un terreno de enterramiento, ya que la roca se endurecía al exponerse al aire. Dentro del laberinto de catacumbas se encuentran cinco niveles de tumbas conectadas por escaleras. Algunos cristianos más ricos pudieron hacer que se les cortaran bóvedas parecidas a habitaciones.
Un valor histórico importante de las catacumbas romanas es la rica colección de arte y símbolos cristianos que contienen. En las catacumbas cristianas, se pueden encontrar los ejemplos más antiguos del "pez de Jesús" o Ichthys (ΙΧΘΥΣ), un símbolo que proclama a Jesús como el Hijo de Dios y Salvador (ver Juan 1:49). Otros símbolos notables en las catacumbas incluyen los siguientes:
• Un ancla — un símbolo de la esperanza del cristiano en Jesús (Hebreos 6:19).
• Un fénix — un pájaro legendario que resucitaba de sus propias cenizas. El fénix era un símbolo popular de la iglesia primitiva para la resurrección y a veces para el nacimiento virginal de Jesús (ver Lucas 1:26–38).
• Una paloma — un símbolo del Espíritu Santo (Lucas 3:22).
• El Alfa y la Omega — un título de Jesús (Apocalipsis 22:13).
• El Chi-Rho (☧) — un monograma del nombre de Cristo.
• Un pastor — un símbolo de Jesús como el Buen Pastor (Juan 10:11).
Otros ejemplos notables de arte cristiano dentro de las catacumbas incluyen representaciones de personajes y cuentos bíblicos: la mujer que tocó el borde del manto de Jesús; Moisés golpeando la roca; Sadrac, Mesac, y Abed-nego en el horno; Pablo enseñando; etc. Un dibujo popular es el de los peces y los panes de los relatos de la alimentación de Jesús a los cinco mil y a los cuatro mil (Mateo 14:13–21; 15:29–39).
A través de las catacumbas, es evidente la esperanza de los cristianos. La primera iglesia esperaba la resurrección y honraba al Señor Jesús como el Salvador. “El murió por nosotros, para que ya sea que vigilamos o que dormimos, vivamos juntamente con él” (1 Tesalonicenses 5:10).