Pregunta: ¿Por qué discuten siempre los cristianos?
Respuesta:
Las Escrituras dicen claramente que Dios odia la discordia y las peleas entre sus hijos (2 Corintios 12:20; Gálatas 5:15; Santiago 3:14, 4:1-3). Filipenses 2:3-4 (NBLA) dice: "No hagan nada por egoísmo o por vanagloria, sino que con actitud humilde cada uno de ustedes considere al otro como más importante que a sí mismo, no buscando cada uno sus propios intereses, sino más bien los intereses de los demás". Si todos los creyentes vivieran según esa regla, las discusiones prácticamente desaparecerían. Cualquier padre desaprueba las discusiones entre hermanos, y Dios es un Padre que también las desaprueba. Sin embargo, hay tres palabras clave en esta pregunta que merecen atención: Cristianos, siempre y discutir.
En primer lugar, en los últimos años se ha abusado mucho del término "cristianos". Cualquiera que celebre la Navidad o que asista ocasionalmente a la iglesia puede pretender ser "cristiano". Sin embargo, según Jesús, "No todo el que me dice: "Señor, Señor", entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de Mi Padre que está en los cielos" (Mateo 7:21, NBLA). Gran parte de las peleas y de las cosas feas de las que oímos hablar son entre personas que se hacen llamar "cristianas", pero que no son verdaderos seguidores de Cristo. La ambición egoísta, el orgullo y la codicia pueden gobernar dentro de una iglesia llena de incrédulos al igual que en el resto del mundo. Hay denominaciones enteras que están tan lejos de la verdad detallada en la Biblia que difícilmente pueden ser clasificadas como cristianas (ver Apocalipsis 3:17-18). Por lo tanto, debemos tener en cuenta que gran parte de las discusiones son entre personas no salvas que se hacen pasar por creyentes.
En segundo lugar, el término siempre es un poco engañoso. Si eliminamos a los que no han nacido de nuevo de verdad y nos fijamos solo en las relaciones entre los verdaderos discípulos de Cristo, hay mucho que celebrar. Miles de organizaciones benéficas han sido creadas por cristianos que trabajan juntos en armonía. No están "siempre" discutiendo. La mayoría de las iglesias llenas del Espíritu tienen un gran núcleo de cristianos sólidos que desinteresadamente usan su tiempo, talentos y dinero para servir a su iglesia y comunidad sin discutir. Los medios de comunicación se apresuran a mostrar cualquier cosa negativa dentro de la iglesia, pero extrañamente guardan silencio acerca de los miles de hechos loables realizados cada día por cristianos que trabajan juntos en amor.
La Iglesia de Jesucristo es una familia. Quienes han depositado su fe en Cristo están permitiendo que Su Espíritu los transforme y han sido adoptados en la familia de Dios (Efesios 1:5; Romanos 8:15). Y, como en cualquier familia, hay desacuerdos. Hay choques de personalidad, opiniones diferentes e ideas que no funcionan juntas. Cuando cada uno está convencido de que su camino es el único correcto, el choque puede ser permanente. Sin embargo, las diferencias de opinión no siempre producen resultados negativos. Incluso los apóstoles tenían desacuerdos. En Hechos 15:36-41, leemos que Pablo y Bernabé tuvieron una discusión tan aguda que se separaron, eligieron nuevos compañeros de ministerio y tomaron caminos distintos. El resultado fue que se plantaron aún más iglesias y el mensaje de Dios llegó a más gente. Con el tiempo, Pablo y Bernabé se reconciliaron y siguieron juntos difundiendo el Evangelio.
El tercer término, discutir, también debe abordarse. Una discusión entre puntos de vista muy opuestos no es necesariamente una discusión. La deidad de Cristo, la salvación por la fe y la necesidad de arrepentimiento no son negociables. Pero algunas cuestiones secundarias de la Palabra de Dios dejan lugar a diferencias de opinión. Algunos desacuerdos comunes se refieren a la profecía de los últimos tiempos, los dones del Espíritu, el bautismo y la organización de la Iglesia. Aunque solo hay una interpretación exacta de todo en la Biblia, la capacidad de un ser humano para discernir esa única interpretación puede ser defectuosa. Dos hombres piadosos pueden ver el mismo asunto de manera diferente. La mayoría de las denominaciones eclesiásticas surgieron de estas interpretaciones opuestas. Sin embargo, esas denominaciones no están necesariamente enzarzadas en una "discusión" entre ellas.
Pablo aborda esta cuestión en Romanos 14. Advierte a los creyentes que acojan a los nuevos en la fe, que pueden tener convicciones distintas de las del santo experimentado. El versículo 5 (NBLA) dice: "Uno juzga que un día es superior a otro, otro juzga iguales todos los días. Cada cual esté plenamente convencido según su propio sentir". En otras palabras, hay algunos asuntos que no son de peso, y necesitamos practicar la gracia al aceptar las convicciones sinceras de otros creyentes. Hacerlo de manera consistente eliminaría gran parte de las discusiones que manchan la reputación del cuerpo de Cristo. Debemos estudiar la Palabra de Dios y expresar lo que creemos que enseña (2 Timoteo 2:15), pero debemos hacerlo con humildad y amor, dando gracia a otros creyentes que ven las cosas de manera diferente (1 Corintios 13:1-2).
En última instancia, todos respondemos ante nuestro Padre por cómo nos tratamos unos a otros (Mateo 12:36). Todo hijo de Dios debe recordar que nuestro Padre da mucha más importancia a que demostremos amor que a que tengamos "razón" en cada asunto (1 Juan 4:20-21).