Pregunta: ¿Qué significa que Dios es un Dios de prodigios?
Respuesta:
El único Dios verdadero es un Dios de prodigios. La Biblia contiene muchos relatos de los grandes actos que Dios ha realizado en favor de Su pueblo. El libro de los Salmos describe una y otra vez las maravillas que el Señor ha realizado. Entre Sus obras más maravillosas está la redención. Cuando decimos que Dios es un Dios de prodigios, queremos decir que es un Dios que realiza obras milagrosas. Los prodigios del Señor declaran Su control absoluto sobre los acontecimientos, las personas y los poderes, y revelan Su presencia en medio de Su pueblo.
Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento muestran los hechos maravillosos de Dios. En el Antiguo Testamento, dos palabras hebreas se traducen "prodigio" en español: mopheth y pala. Mopheth significa "una obra espléndida o notable" o "milagro". El término frecuentemente se relaciona con las "señales y prodigios" que Dios realizó a través de Moisés durante el éxodo de Egipto: "Y el Señor nos sacó de Egipto con mano fuerte y brazo extendido, con gran terror, con señales y milagros" (Deuteronomio 26:8, NBLA).
Pala significa "obras maravillosas" y aparece con frecuencia en los salmos: "Gracias te damos, oh Dios, gracias te damos, pues cercano está tu nombre; los hombres cuentan tus maravillas" (Salmo 75:1).
Estas obras maravillosas del Dios de las maravillas son muestras únicas del poder divino que van mucho más allá de la capacidad y el poder humanos.
El Nuevo Testamento también da razones por las que a Dios se le llama el Dios de los prodigios, utilizando las palabras griegas thaumasios, megaleios y teras. En Mateo 21:15, los milagros de Jesús son considerados "maravillas" (thaumasios). En Hechos 5:12, Lucas habla de muchas "señales y prodigios" (megaleios) realizados por los apóstoles. Y en 2 Corintios 12:12, las marcas de un verdadero apóstol incluyen "señales, prodigios [teras] y milagros".
Los prodigios de Dios revelan su omnipotencia. Las plagas -cada una dirigida a uno de los falsos dioses de Egipto- revelaron el poder absoluto de Yavé sobre todos los demás dioses: "Cuando levante mi mano poderosa y saque a los israelitas, los egipcios sabrán que yo soy el Señor" (Éxodo 7:5, NTV). No sólo los egipcios se encontraron con el poder supremo de Dios, sino que los israelitas también recibieron la seguridad de que su Dios era plenamente capaz de defenderlos contra los egipcios.
A través de acciones divinas, el Dios de los prodigios revela Su carácter, Sus propósitos y Su poder en la tierra. Como respuesta, la gente que es testigo de Sus milagros se llena de asombro y maravilla: "Mirad entre las naciones, y ved, y asombraos; porque haré una obra en vuestros días, que aun cuando se os contare, no la creeréis" (Habacuc 1:5).
El rey pagano Nabucodonosor fue testigo del poder milagroso del Señor Altísimo. Los hechos maravillosos que experimentó incluyeron un sueño que fue revelado e interpretado, tres hebreos que fueron liberados de un horno de fuego, y la pérdida y restauración de la cordura y el reino de Nabucodonosor. Ante esta situación, Nabucodonosor alabó al Dios de las maravillas: "Conviene que yo declare las señales y milagros que el Dios Altísimo ha hecho conmigo. ¡Cuán grandes son sus señales, y cuán potentes sus maravillas! Su reino, reino sempiterno, y su señorío de generación en generación" (Daniel 4:2-3).
Los prodigios de Dios revelan Su amor y Su protección. El Señor guio a Su pueblo por el desierto con una milagrosa columna de nube durante el día y una columna de fuego por la noche (Éxodo 13:21-22). Los alimentó con maná (Éxodo 16). Les proporcionó agua de una roca (Éxodo 17). A través de todo ello, el Dios de los prodigios mostró al pueblo de Israel Su cuidado y protección ilimitados.
Los prodigios de Dios llevan a cabo actos de juicio. Cuando los hijos de Aarón ofrecieron fuego no autorizado ante el Señor, Dios los consumió con fuego (Levítico 10:1-3). Cuando Coré, Datán y Abiram se rebelaron contra Moisés, la tierra se los tragó, y sus seguidores fueron destruidos por el fuego del Señor (Números 16:1-35).
Los prodigios de Dios revelan Su reino. En el Nuevo Testamento, el Dios de los prodigios autentificó Su presencia en un momento crítico de la historia de la salvación. Dios mismo entró en la historia humana en la Persona del Hijo, encarnado. Jesucristo es el mayor prodigio de todos. A través de Su ministerio, que estuvo acompañado de milagros maravillosos, confirmó la presencia de Dios y la cercanía de Su reino.
Los prodigios de Dios son actos sobrenaturales que van más allá de la comprensión humana. A través de señales extraordinarias, el Dios de los prodigios demuestra Su ilimitado poder, Su ineludible presencia, Su divina protección y Sus soberanos propósitos. En cada caso, las obras maravillosas de Dios están diseñadas para atraer a la gente hacia Él. A través de Su más asombroso de todos los milagros, el Dios de los prodigios se reveló en Jesucristo, venció el poder del pecado y de la muerte, y redimió a Su pueblo para toda la eternidad.