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Pregunta: ¿Qué significa que Dios es misericordioso?

Respuesta:
Que Dios sea misericordioso básicamente significa que, cuando merecemos castigo, Él no nos castiga y, de hecho, nos bendice en lugar de eso. La misericordia es la retención de una condena justa. A lo largo de la Biblia, Dios da muchas ilustraciones de Su misericordia. Dios demuestra plenamente Su misericordia en Jesucristo.

Dios fue misericordioso con el caprichoso Salomón en 1 Reyes 11:13. Dios fue misericordioso con Israel en el cautiverio (Salmo 106:45; Nehemías 9:31). David demostró la misericordia de Dios cuando le mostró bondad a Mefi-boset (2 Samuel 9:7). La misericordia de Dios se manifestaba cada año en el Día de la Expiación, cuando el sumo sacerdote entraba en el Lugar Santísimo y rociaba la sangre del sacrificio ante el propiciatorio (Levítico 16:14).

Otra demostración de la misericordia de Dios se encuentra en Mateo 18:23–27. En esta parábola, Jesús describe a un rico gobernante al que se le debía una gran suma de dinero. El gobernante ordenó que se cobrara el dinero, pero luego el deudor vino y rogó por misericordia. El gobernante, por su parte, le perdonó la deuda. Aquí está el punto: ¡nosotros le debíamos una deuda a Dios que nunca podríamos pagar, y Él nos ha perdonado esa deuda en Cristo! Es interesante que, después de que el gobernante de la parábola perdona la deuda, la persona que debía el dinero se niega a perdonar a otra. El gobernante entonces juzga a esa persona ingrata. Dios nos exige ser misericordiosos y perdonar a los demás aquí en la tierra (ver Mateo 6:15). Nosotros, que hemos sido perdonados tantas veces, no tenemos derecho a negar el perdón a los demás.

La misericordia se une a otros atributos de Dios en el Salmo 86:15: "Mas tú, Señor, Dios misericordioso y clemente, Lento para la ira, y grande en misericordia y verdad". La misericordia de Dios está arraigada en Su amor por nosotros. Él es misericordioso, en gran parte, porque Él es amor (1 Juan 4:8). Como pecadores, merecemos castigo (Romanos 3:23). La justicia de Dios exige castigo por el pecado, de lo contrario, no sería santo. Como Dios nos ama y es misericordioso, envió a Su Hijo (Juan 3:16). La plenitud de Su misericordia se ve en Mateo 27. Jesús es brutalmente golpeado y asesinado en nuestro lugar; Jesús recibió nuestra justa condena, y nosotros recibimos la misericordia de Dios.

Debido a Su amor por nosotros, Dios quiere que estemos con Él. Su misericordia es necesaria para que eso suceda; hay una conexión inseparable entre el amor y la misericordia de Dios. Jesús dio Su vida y se convirtió en el cordero del sacrificio (Isaías 53:7; Juan 1:29) para que la misericordia de Dios pudiera extenderse a nosotros. En lugar de castigarnos por nuestro pecado, Dios permitió que Su Hijo tomara la condena en nuestro lugar. Ese es el acto supremo de la misericordia de Dios (ver Efesios 2:4–5). Para nuestro beneficio eterno, "la misericordia triunfa sobre el juicio" (Santiago 2:13b).

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