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Pregunta: ¿Qué significa que Dios es nuestro refugio (Salmo 90:1)?

Respuesta:
El Salmo 90, el único salmo que se atribuye a Moisés, se titula "Oración de Moisés, varón de Dios". La oración comienza con estas palabras "Señor, tú nos has sido refugio de generación en generación" (Salmo 90:1). Teniendo en cuenta los cuarenta años (o un tercio de su vida) que Moisés pasó peregrinando por el desierto sin una morada fija, no es de extrañar que dijera: "Señor, a lo largo de todas las generaciones, ¡tú has sido nuestro hogar!". (NTV).

La palabra traducida «refugio» en el original hebreo significa "amparo, albergue contra el peligro o las penurias, morada". Muchos salmos describen a Dios en términos similares: "Porque has puesto al Señor, que es mi refugio, al Altísimo, por tu habitación. No te sucederá ningún mal, ni plaga se acercará a tu morada" (Salmo 91:9-10, NBLA). "Tú eres mi refugio", dice el Salmo 32:7 del Señor, "me guardarás de la angustia; con cánticos de liberación me rodearás". El Salmo 71:3 declara: "Sé para mí una roca de refugio, adonde recurra yo continuamente".

El concepto de Dios como nuestro refugio expresa la estabilidad, la fiabilidad y la constancia eterna de Dios. Quizá mejor que la mayoría, Moisés comprendió y pudo comunicar con precisión la permanencia de Dios en la vida del creyente. Moisés continuó la representación en el Salmo 90:2: "Antes que naciesen los montes y formases la tierra y el mundo, desde el siglo y hasta el siglo, tú eres Dios". Dios es nuestra dirección fija para todo el tiempo y la eternidad.

Moisés volvió a pronunciar esta seguridad al pueblo de Israel cuando estaba a punto de entrar en la Tierra Prometida: "El eterno Dios es tu refugio, y acá abajo los brazos eternos" (Deuteronomio 33:27). Moisés quería que el pueblo comprendiera que Dios mismo siempre había sido y siempre sería su hogar permanente, inamovible, inconmovible y eterno. El Señor era su lugar de cobijo y refugio, y Sus brazos eternos y todopoderosos estarían siempre bajo ellos para sostenerlos y llevarlos por la vida.

Describir a Dios como nuestro refugio es también una imagen de la comunión inquebrantable e íntima que Dios desea tener con Su pueblo. Anhela traernos a casa, cerca de Sí, para que podamos habitar en Sus atrios y "saciarnos del bien" de Su casa y de la santidad de Su templo (Salmo 65:4). Quiere que nuestro deseo coincida con el Suyo para que podamos orar como David: "Una cosa he pedido al Señor, y esa buscaré: Que habite yo en la casa del Señor todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura del Señor" (Salmo 27:4, NBLA).

A David le encantaba estar en la presencia de Dios (Salmo 26:8). Con frecuencia oraba: "Yo habitaré en tu tabernáculo para siempre; estaré seguro bajo la cubierta de tus alas" (Salmo 61:4). Al igual que el "refugio", la "morada" o la "casa" del Señor, Su "tienda" es un símbolo de Su presencia y protección. Solo los hijos de Dios pueden decirle: "Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa del Señor moraré por largos días" (Salmo 23:6, NBLA).

Hoy experimentamos la riqueza de la presencia de Dios a través de una relación con Jesucristo (Juan 6:51-58; 15:1-17). Jesús vino a habitar entre nosotros para que pudiéramos vivir con Dios para siempre (Juan 1:14). Antes de aceptar a Cristo como Salvador, vivíamos alejados de Dios (Efesios 2:12). Pero una vez unidos a Cristo, hemos "sido hechos cercanos por la sangre de Cristo" (Efesios 2:13). Mediante Su muerte en la cruz, Jesucristo nos proporcionó "tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre" (Efesios 2:18).

Ahora y siempre, los verdaderos creyentes podemos experimentar a Dios como nuestro refugio, disfrutando de la plenitud del gozo en Su presencia (Salmo 16:11). En el "panorama del tiempo y de la eternidad", Dios es nuestro refugio desde los antiguos días de Moisés hasta los nuevos cielos y la nueva tierra, cuando "He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios" (Apocalipsis 21:3).

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