Respuesta:
Cuando una persona rechaza al Dios de la Biblia, a menudo opta por tacharlo de inmoral. Se sabe que los no creyentes acusan a Dios de hipócrita, egoísta, arrogante, enjuiciador, odioso e incluso homicida: un monstruo moral. Parte del problema de responder a este tipo de afirmaciones es que exigen respuestas extensas. Sólo se necesitan unos segundos para formular ciertas preguntas, pero bastante tiempo para dar una respuesta razonable. Esta sola pregunta, "¿Es Dios un monstruo moral?", es, de hecho, el tema de un libro del teólogo cristiano Paul Copan: ¿Es Dios un monstruo moral? Entendiendo al Dios del Antiguo Testamento. Y esa obra se centra sólo en una parte de la Biblia.
Es importante darse cuenta de lo profundo que puede llegar a ser este tema, ya que un solo artículo nunca podría hacerle justicia. Es más sencillo examinar las acusaciones comunes contra Dios y ver en qué fallan. Aquellos interesados en investigar más a fondo pueden encontrar detalles más específicos, y hemos incluido enlaces a artículos relevantes.
¿Es Dios malo?
El primer problema con cualquier acusación de "monstruo moral" contra Dios es que requiere una norma de moralidad separada de Dios. En otras palabras, para poder decir "Dios es moralmente malo", hay que definir la moralidad de un modo que justifique esa afirmación. Pero, ¿cuál es la norma que puede existir, aparte de Dios, para los principios morales?
Aparte de Dios, no es posible tener una moral verdaderamente objetiva. Para que la afirmación "Dios es un monstruo moral" tenga sentido, no basta con opinar, sino que tiene que basarse en una norma inmutable. Ideas como "sufrimiento" o "florecimiento humano" no son objetivas. No hay ninguna razón racional para que las opiniones o las ideas subjetivas sean la fuente del razonamiento moral.
Por tanto, el primer problema para afirmar que Dios es inmoral es que, para que las declaraciones morales tengan sentido, es necesario que Dios exista. Etiquetar cualquier cosa como "buena" o "mala" requiere suposiciones que conducen inevitablemente a Dios. Este hecho está relacionado con la siguiente objeción común sobre la moralidad divina.
Relativismo moral
¿Cuál es la fuente de la moralidad?
El argumento moral a favor de Dios
El problema del bien
Los no creyentes suelen acusar a Dios de ser malo. Sin embargo, con la misma frecuencia atacan indirectamente la moralidad de Dios al cuestionar la existencia del mal. Un Dios verdaderamente bueno, afirman, no permitiría el mal. Más adelante hablaremos de esto; por ahora, consideremos que este enfoque crea un problema mucho mayor para el no creyente que para el creyente. En pocas palabras, los cristianos pueden apelar a conceptos como el libre albedrío para explicar por qué un Dios bueno puede permitir el mal. Sin embargo, el no creyente se encuentra con un problema mucho más difícil cuando se enfrenta a la pregunta inversa: ¿por qué existe el "bien" si no hay Dios? ¿Por qué habría de creer el ser humano en conceptos como "debería", si todo lo que existe es producto de una física ciega y sin propósito? Si las cosas "son" o "no son" y no existe un "debería" real, hablar del bien y del mal es un disparate.
Esto nos lleva a un problema más complejo: ¿por qué "debería" una persona ser buena si no existe Dios o si Dios es realmente un "monstruo moral"? Recuerda, si la medida última de la moralidad es alguna opinión humana, entonces siempre puede haber diferentes maneras de interpretar esa opinión. El "florecimiento humano" suena como una gran base para la moralidad hasta que alguien convenientemente define a ciertas personas como menos que humanas.
Esto conduce a un caso importante de hipocresía. Al afirmar que Dios es moralmente incorrecto, la gente está reclamando algo más que el conocimiento de un sistema moral mejor; están reclamando ser el estándar de la moralidad. Esa afirmación no sólo hace que su crítica a la moral de Dios sea menos impactante, sino que carece de sentido.
El ateísmo y el problema del bien
Tú no eres mi jefe
Otra acusación común es que Dios es arrogante, egoísta o ególatra. Dios exige adoración, castiga a los que no están de acuerdo e incluso condena a los que le insultan. Según esta acusación, un Dios verdaderamente "bueno" dejaría que la gente hiciera lo que quisiera, sin obedecer necesariamente Sus reglas, y ciertamente no le importaría lo que pensaran o hablaran de Él.
La respuesta más rápida a esta objeción se basa en el concepto de paternidad. Los buenos padres no permiten que sus hijos les insulten o les desobedezcan. Esto no se debe a que los padres sean ególatras; es porque aman a sus hijos. Aunque los hijos no entiendan por qué, las normas de los padres son por su bien. Habrá circunstancias en las que un niño no pueda entender todos los detalles; simplemente necesita saber que "mamá y papá dijeron que no". No hay nada irrazonable en las expectativas de obediencia de Dios, dado que Él es un Padre amoroso que quiere lo mejor para Sus hijos y que sabe mucho más que ellos. No se puede tachar a Dios de "monstruo moral" por el simple hecho de que haya establecido unas normas que a una persona concreta no le gustan, no entiende o se niega a obedecer.
También hay que relativizar las acusaciones de arrogancia y egoísmo divinos. La razón por la que la gente tiene problemas con la arrogancia y el egoísmo humanos es sencilla: sabemos que el egoísta no es perfecto. La arrogancia de una persona nos pone nerviosos porque sabemos que el ególatra no es perfecto: no tiene mucho de qué enorgullecerse. Dios, sin embargo, es perfecto. Si habla, actúa y gobierna como si fuera perfecto, es simplemente porque lo es. No hay arrogancia ni egoísmo en ello, como lo habría en un ser inferior. Las pretensiones de gloria de Dios coinciden con la realidad.
Además, según la Biblia, Dios ha demostrado una gran paciencia, amor y sacrificio en favor de la humanidad (Romanos 5:8). El concepto central del Evangelio es que Dios estuvo dispuesto a convertirse en un ser humano, sufrir y luchar, y luego ser asesinado por Sus propias creaciones. Hizo todo esto para proporcionar los medios que permitieran a la humanidad vivir para siempre con Él. Eso no es egoísta, arrogante o egocéntrico.
La blasfemia es un concepto moral crítico
Vida, muerte y guerra
Muchos de los que acusan a Dios de ser un monstruo moral mencionan las guerras que se describen en el Antiguo Testamento. O señalan el uso de la pena capital para ciertos actos bajo la Ley Mosaica.
La respuesta más sencilla a estos argumentos tiene la ventaja de su fuerza lógica, aunque signifique poco para el incrédulo promedio. En pocas palabras, si Dios existe y creó la vida, entonces Él tiene la autoridad para decidir lo que sucede con esa vida. Él puede establecer las reglas, y Él puede determinar los castigos por romper esas reglas. Si todo el universo es Su creación, entonces la "moralidad", incluyendo la vida y la muerte, está por definición bajo Su control.
Otra respuesta a la acusación de que los acontecimientos del Antiguo Testamento son moralmente reprobables es situar todos esos acontecimientos en su contexto histórico y bíblico. Cuando Dios ordenó la guerra contra los cananeos, por ejemplo, no fue un acto de genocidio al azar. Se trataba de una cultura a la que se había advertido de su maldad omnipresente durante siglos, y por fin había llegado el momento de que Dios castigara esa maldad (ver Génesis 15:16).
Cuando Dios ordenó la pena de muerte en Israel para ciertos delitos, no fue en el contexto de un entorno estable, libre y moderno. Fue durante una época de gran peligro, inestabilidad e incertidumbre. Este mismo principio se aplica incluso en las sociedades modernas: castigamos los delitos en proporción a su daño a la cultura. En aquella época, lo que hoy se considerarían "delitos menores", si es que existían, eran profundamente perjudiciales para la supervivencia de la cultura.
Una vez más, el contexto de los mandamientos de Dios es importante. Si el plan de Dios era traer al Mesías, la única esperanza de la humanidad, a través de Israel, entonces es razonable que tomara medidas serias para proteger la supervivencia de esa nación.
¿Qué dice la Biblia sobre la guerra?
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El libre albedrío contra el sufrimiento y el mal
Fácilmente, el ataque más común contra la moralidad de Dios es la realidad del mal. Según esta acusación, Dios es un "monstruo moral" porque "creó" el mal, o porque no hace nada contra el mal. Ambas afirmaciones son contrarias a la razón y a la evidencia, así como a la comprensión bíblica de la naturaleza de Dios.
En términos sencillos, el mal es todo aquello que contradice la voluntad de Dios. Hay una tremenda diferencia, entonces, entre algo que Dios no quiere (pero que Él permite) y aquello que Él directa y deliberadamente hace que ocurra. Si es lógicamente posible que un ser humano falible permita ciertas cosas -que teóricamente podría evitar- para obtener un objetivo mayor, es obvio que Dios puede hacer lo mismo. Aquí es donde el concepto de libre albedrío entra en la ecuación.
La inmensa mayoría del sufrimiento humano es el resultado de la actividad humana. Más concretamente, es el resultado del pecado humano, propio o ajeno. Pero sin la capacidad de elegir el egoísmo, la cobardía y la venganza, no existirían la generosidad, la valentía ni el perdón. El amor, expresado por un ser al que no se le da otra opción que amar, es vacío. La adoración de un ser así carece de sentido.
También es falso sugerir que Dios no ha hecho nada contra el mal. Desde el punto de vista bíblico, hay muchas razones para pensar que Dios ha limitado el nivel de mal que somos capaces de experimentar en la tierra (ver Job 1:12; 2:6; y 2 Tesalonicenses 2:7). No importa el límite que Dios establezca para el mal, siempre habrá "lo peor posible". El error está en suponer que Dios no ha puesto el límite para el sufrimiento más bajo de lo que podría haberlo hecho.
Asimismo, según la Biblia, Dios ha hecho todo lo posible por promulgar un plan para acabar con todo mal y sufrimiento. El hecho de que el plan de Dios no se haya completado -todavía- no es lógicamente señal de que Dios no haya hecho nada. El resultado final aún no se ha producido, pero todo está en movimiento hacia ese fin.
Aunque el tema del libre albedrío humano es complejo, incluso un breve examen muestra que hay razones -al menos en teoría- por las que Dios nos permitiría la libertad y la elección en esta vida. Esto es especialmente cierto cuando se considera que, según el cristianismo, esta vida no es todo lo que hay. Con lo que luchamos y sufrimos en esta vida no es todo lo que somos ni todo para lo que estamos destinados.
¿Por qué permite Dios el mal?
Teodicea
Conclusión
Aunque éste no es un análisis exhaustivo de la afirmación de que Dios es un "monstruo moral", debería bastar para demostrar que esta afirmación es mucho más difícil de probar de lo que algunos podrían pensar. Hay graves defectos fácticos, filosóficos y lógicos en hacer tal acusación contra Dios.