Respuesta:
La Biblia describe a Dios como santo (Isaías 6:3), justo (Salmo 7:11), recto (Deuteronomio 32:4) y soberano (Daniel 4:17-25). Estos atributos nos dicen lo siguiente acerca de Dios: (1) Dios es capaz de prevenir el mal y (2) Dios desea eliminar el mal del universo. Entonces, si ambas afirmaciones son verdaderas, ¿por qué permite Dios el mal? Si Dios tiene el poder de prevenir el mal, y desea prevenir el mal, ¿por qué todavía permite el mal? Tal vez una manera práctica de observar esta pregunta sería considerar algunas alternativas sobre cómo la gente podría querer que Dios gobernara el mundo:
1) Dios podría cambiar la personalidad de todos para que no puedan pecar. Esto también significaría que no tendríamos libre albedrío. No podríamos elegir entre lo correcto y lo incorrecto, ya que estaríamos "programados" para hacer solo lo correcto. Si Dios hubiera elegido hacer esto, no habría relaciones significativas entre Él y Su creación.
En cambio, Dios creó a Adán y a Eva inocentes, pero con la capacidad de elegir entre el bien y el mal. Como resultado, podrían responder a Su amor y confiar en Él o elegir desobedecer. Ellos eligieron desobedecer. Puesto que vivimos en un mundo real donde podemos elegir nuestras acciones, pero no sus consecuencias, su pecado afectó a quienes vinieron después de ellos (nosotros). De manera similar, nuestras decisiones de pecar afectan a nosotros y a las personas a nuestro alrededor y a los que vendrán después de nosotros.
2) Dios podría compensar las acciones malignas de las personas a través de la intervención sobrenatural el 100% del tiempo. Dios evitaría que un conductor ebrio causara un accidente automovilístico. Dios evitaría que un trabajador de la construcción perezoso hiciera un trabajo deficiente en una casa que más tarde causaría problemas a los propietarios. Dios evitaría que un padre adicto a las drogas o al alcohol lastimara a su esposa, hijos o familia extendida. Dios evitaría que los ladrones asaltaran tiendas. Dios evitaría que los matones de la escuela secundaria acosaran a los niños inteligentes. Dios evitaría que los ladrones robaran. Y sí, Dios evitaría que los terroristas volaran aviones contra edificios.
Aunque esta solución suena atractiva, perdería su atractivo tan pronto como la intervención de Dios se interpusiera en algo que quisiéramos hacer. Queremos que Dios evite acciones tremendamente malvadas, pero estamos dispuestos a que las acciones "menos malas" pasen desapercibidas, sin darnos cuenta de que esas acciones "menos malas" son las que a menudo conducen a las acciones "más malas". ¿Debería Dios solo detener los asuntos sexuales reales, o debería también bloquear nuestro acceso a la pornografía o poner fin a cualquier relación inapropiada, pero aún no sexual? ¿Debería Dios detener a los "verdaderos" ladrones o debería también impedirnos engañar en nuestros impuestos? ¿Debería Dios solo detener los asesinatos, o también debería detener las acciones "menos malas" que se hacen a las personas y que las llevan a cometer asesinatos? ¿Debería Dios detener sólo los actos de terrorismo, o debería detener también el adoctrinamiento que transforma a una persona en terrorista?
3) Otra opción sería que Dios juzgara y eliminara a aquellos que deciden cometer actos malvados. El problema con esta posibilidad es que no quedaría nadie, ya que Dios tendría que eliminarnos a todos. Todos pecamos y hacemos cosas malas (Romanos 3:23; Eclesiastés 7:20; 1 Juan 1:8). Aunque algunas personas son más malvadas que otras, ¿dónde trazaría Dios la línea? En última instancia, todo mal causa daño a los demás.
En lugar de estas opciones, Dios ha elegido crear un mundo "real" en el que las elecciones reales tienen consecuencias reales. En este mundo real nuestro, nuestras acciones afectan a otros. Debido a la elección de Adán de pecar, el mundo ahora vive bajo la maldición, y todos nacemos con una naturaleza pecaminosa (Romanos 5:12). Llegará el día en que Dios juzgará el pecado en este mundo y hará todas las cosas nuevas, pero está "retrasando" a propósito para dar más tiempo a las personas para que se arrepientan, y así no tener que condenarlas (2 Pedro 3:9). Hasta entonces, Él sí se preocupa por el mal. Cuando creó las leyes del Antiguo Testamento, uno de Sus objetivos era desalentar y castigar el mal. Juzga a las naciones y a los gobernantes que desprecian la justicia y persiguen el mal. Asimismo, en el Nuevo Testamento, Dios establece que es responsabilidad del gobierno proporcionar justicia para proteger a los inocentes del mal (Romanos 13). También promete severas consecuencias para aquellos que cometan actos malvados, especialmente contra los "inocentes" (Marcos 9:36-42).
En resumen, vivimos en un mundo real donde nuestras acciones buenas y malas tienen consecuencias directas e indirectas sobre nosotros y las personas a nuestro alrededor. El deseo de Dios es que, por nuestro propio bien, le obedezcamos para que nos vaya bien (Deuteronomio 5:29). En cambio, lo que sucede es que elegimos nuestro propio camino, y luego culpamos a Dios por no hacer nada al respecto. Tal es el corazón del hombre pecador. Sin embargo, Jesús vino a cambiar el corazón de los hombres a través del poder del Espíritu Santo, y lo hace para aquellos que se alejarán del mal y lo llamarán para salvarlos de sus pecados y sus consecuencias (2 Corintios 5:17). Dios sí previene y refrena algunos actos de maldad. Este mundo sería MUCHO PEOR si Dios no estuviera refrenando el mal. Al mismo tiempo, Dios nos ha dado la capacidad de elegir entre el bien y el mal, y cuando elegimos el mal, nos permite a nosotros y a los que nos rodean, sufrir las consecuencias del mal. En lugar de culpar a Dios y cuestionar a Dios sobre por qué no previene todo mal, deberíamos dedicarnos a proclamar la cura para el mal y sus consecuencias: ¡Jesucristo!