Pregunta: ¿Qué significa que Dios es trascendente?
Respuesta:
Trascender significa "existir por encima e independientemente de; elevarse por encima, sobrepasar, triunfar". Según esta definición, Dios es el único Ser verdaderamente trascendente. El "SEÑOR Dios Todopoderoso" (en hebreo, El Shaddai) creó todas las cosas en la tierra, debajo de la tierra y en los cielos arriba; sin embargo, Él existe por encima e independiente de ellas. Él es quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder (Hebreos 1:3), pero Él es sostenido sólo por Sí mismo. Todo el universo existe en Él y para Él, para que Él reciba gloria, honor y alabanza.
Al ser trascendente, Dios es tanto desconocido como incognoscible; no obstante, Dios busca continuamente revelarse a Su creación, es decir, lo desconocido busca ser conocido. He aquí una paradoja. Al ser trascendente, Dios es el Creador incomprensible que existe fuera del espacio y del tiempo y, por tanto, es incognoscible e inescrutable. Ni por un acto de nuestra voluntad ni por nuestro propio razonamiento podemos llegar a comprender a Dios o experimentarlo personalmente. Dios quiere que busquemos conocerle, pero ¿cómo puede lo finito conocer y comprender lo infinito cuando nuestras mentes y pensamientos están tan por debajo de los Suyos (Isaías 55:8-9)? Romanos 11:33-36 dice: "¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero? ¿O quién le dio a él primero, para que le fuese recompensado? 36 Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos".
Otro aspecto de la naturaleza trascendente de Dios que lo sitúa fuera del alcance de Su creación es Su santidad y Su justicia. Debido a la tendencia del hombre al pecado y a su deseo de maldad, se le niega el derecho a entrar en la presencia de Dios. Dios no tiene más remedio que apartar Su rostro de nosotros, como hizo con Moisés cuando pidió ver la gloria de Dios. Dios le dijo a Moisés: "No podrás ver mi rostro; porque no me verá hombre, y vivirá" (Éxodo 33:20). Ver la plenitud de la gloria de Dios sería demasiado para cualquier ser humano; rompería la vasija de barro en pedazos. Por eso, la plena revelación de Dios está reservada para el futuro, cuando todas las cosas se vean tal como son y los hombres estén en condiciones de recibirlas.
El profeta Isaías comprendió la necesidad de que Dios se mantuviera al margen de su creación: "Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento. Nadie hay que invoque tu nombre, que se despierte para apoyarse en ti; por lo cual escondiste de nosotros tu rostro, y nos dejaste marchitar en poder de nuestras maldades" (Isaías 64:6-7). Un Dios trascendente debe apartar Su rostro, pues está obligado por Su misma justicia y santidad a mantenerse separado de cualquier cosa o persona pecadora, impura, sucia o menos que perfecta. Sin embargo, además de ser trascendente, Dios también posee inmanencia (cercanía), y es en Su inmanencia donde Dios elige acercarse a Su creación.
También esto es una paradoja. "¿Acaso soy Yo un Dios solo de cerca, declara el Señor, y no un Dios de lejos? ¿Podrá alguien esconderse en escondites de modo que Yo no lo vea?, declara el Señor. ¿No lleno Yo los cielos y la tierra?, declara el Señor" (Jeremías 23:23-24, NBLA). La naturaleza trascendente de Dios intenta mantenerlo distante y alejado de Su creación tanto en el espacio como en el tiempo, pero, por otro lado, Su naturaleza inmanente trabaja para acercarlo a Su creación y sostener el universo. El amor de Dios por su creación es tan grande que su inmanencia eclipsa su trascendencia. Esto se hace evidente en la encarnación de Su Hijo, Jesucristo, cuando rompe la barrera del pecado y la separación para atraer a toda la humanidad a una relación cercana y personal. Vemos que Dios no sólo decide acercarse a Su creación, sino que entra personalmente en los corazones y las mentes de Su pueblo a través de la morada de Su Espíritu Santo. Este es el milagro de la trascendencia de Dios.