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Pregunta: ¿Qué significa que Dios te concederá las peticiones de tu corazón (Salmo 37:4)?

Respuesta:
El Salmo 37:4 (NBLA) contiene una gran promesa: "Pon tu delicia en el Señor, y Él te dará las peticiones de tu corazón". Este versículo nos invita a tener una relación profundamente íntima con Dios. Cuando nos deleitemos en Él, nos concederá las peticiones de nuestro corazón. Para apreciar plenamente esta promesa, debemos revisar el contexto inmediato, desentrañar su significado y aplicarlo a nuestras vidas.

El Salmo 37, escrito por el rey David, es una meditación poética sobre la justicia de Dios y el cumplimiento de Sus promesas. Este salmo aborda específicamente las luchas a las que se enfrentan los justos en un mundo dominado por los malvados (versículos 1-2). A pesar de estas luchas, David anima a sus lectores a "confiar en el Señor y hacer el bien" (versículo 3, NBLA). En este contexto encontramos la promesa del versículo 4 de que Dios "te dará las peticiones de tu corazón".

Para entender la promesa del Salmo 37:4, primero debemos examinar el significado de deleitarse en el Señor. La palabra deleitarse abarca un profundo sentido de gozo, satisfacción y contentamiento. Cuando nos deleitamos en el Señor, buscamos Su presencia (Salmo 27:4), meditamos en Su Palabra día y noche (Josué 1:8 y Salmo 1:2), y alineamos nuestra voluntad con la Suya (Romanos 12:2). Esto implica el corazón, la mente y el alma (Mateo 22:37).

Cuando nos deleitamos en el Señor, experimentaremos un cambio radical en nuestros deseos. En otras palabras, ya no desearemos cosas egoístas y pecaminosas (Gálatas 5:17-21). Por el contrario, desearemos el fruto del Espíritu: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza (versículos 22-23). Y, cuando deseamos las mismas cosas que Dios desea para nosotros, nuestras peticiones serán concedidas (Mateo 6:33 y Juan 14:14).

La promesa del Salmo 37:4 no implica que Dios sea un genio cósmico que concede cualquier capricho fugaz o petición egoísta. Más bien al contrario, la promesa apunta a una transformación definitiva de nuestro corazón a medida que nos acercamos a Él.

La respuesta de Dios a nuestro deleite en Él es doble. En primer lugar, Él forma y moldea nuestros corazones para alinear nuestra voluntad con la Suya. A través de la obra del Espíritu Santo, somos limpiados de egoísmo, orgullo y deseos impuros. A medida que nos acercamos a Él, nuestros deseos comenzarán a reflejar Sus deseos para nosotros, reflejando Su bondad y justicia.

En segundo lugar, Dios concederá los deseos que concuerden con Su voluntad y gloria (Romanos 11:36). Esto no significa que nos concederá todo lo que le pidamos, sino que los deseos de nuestro corazón se cumplirán de manera que Él logre Su propósito para nuestras vidas (Romanos 8:28).

Puede que la respuesta de Dios a nuestro deleite en Él no siempre responda a nuestras expectativas ni se produzca de inmediato. Sus caminos son más altos que nuestros caminos (Isaías 55:8-9), y Sus tiempos están más allá de nuestra comprensión. Incluso puede utilizar los retrasos o las redirecciones para refinar nuestros deseos y fortalecer nuestra fe en Él. Mientras esperamos que Dios responda a nuestras peticiones, podemos confiar en que Su tiempo es siempre perfecto (Isaías 40:31).

El Salmo 37:4 nos impulsa a deleitarnos en el Señor y a alinear nuestros deseos con Su perfecta voluntad. Si cultivamos un corazón que encuentra gozo, satisfacción y contentamiento en Él, Él transformará nuestros deseos para que reflejen Sus propósitos. Aunque el cumplimiento de nuestros deseos no siempre coincida con nuestras expectativas, podemos confiar en la fidelidad de Dios. Si aceptamos la promesa del Salmo 37:4, nuestra vida se caracterizará por cumplir deseos que le den gloria a Él.

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