Pregunta: ¿Por qué llevó Dios a Elías al cielo en un carro de fuego?
Respuesta:
La historia de Elías, el gran profeta de Israel, que fue llevado al cielo, se encuentra en 2 Reyes 2:1-18 (NBLA). El capítulo comienza así: "cuando el Señor iba a llevarse a Elías al cielo en un torbellino...". (versículo 1). La Biblia no dice realmente que Elías subiera al cielo en un carro de fuego, pero esa es la suposición, puesto que había un carro encendido y caballos de fuego en la escena, junto con el torbellino. Tendría sentido que Elías subiera al carro que se detuvo delante de él.
No sabemos si Elías era consciente de que ascendería al cielo de un modo tan espectacular, pero sí sabía que estaba a punto de ser apartado de Eliseo, su protegido. "Elías dijo a Eliseo: Pide lo que quieras que haga por ti, antes que yo sea quitado de ti. Y dijo Eliseo: Te ruego que una doble porción de tu espíritu sea sobre mí" (2 Reyes 2:9).
Elías se dio cuenta de que no podía concederle la petición. Por tanto, hizo depender el cumplimiento de la petición de una condición que dependía únicamente de la voluntad de Dios. Elías respondió: "Cosa difícil has pedido. Si me vieres cuando fuere quitado de ti, te será hecho así; mas si no, no" (2 Reyes 2:10). Pedir una doble porción del espíritu de Elías es una alusión a los derechos del primogénito que se describen en Deuteronomio 21:17 e indica que la petición de Eliseo era ser heredero del oficio y los dones proféticos de Elías. En respuesta a esa petición, Eliseo presenció efectivamente la salida más asombrosa de Elías: "Y aconteció que yendo ellos y hablando, he aquí un carro de fuego con caballos de fuego apartó a los dos; y Elías subió al cielo en un torbellino" (versículo 11).
El medio de transporte que Dios eligió para Elías contiene un importante simbolismo. Los caballos hablan de poder y velocidad; el carro habla de protección y triunfo. El hecho de ser "de fuego" habla de gloria. Dios llevó a Su siervo rápida y triunfalmente a las glorias del cielo, protegiendo su alma durante todo el camino. El profeta que había mostrado un celo tan ardiente por Dios -y que literalmente había hecho bajar fuego del cielo varias veces (1 Reyes 18; 2 Reyes 1)- era ahora llevado al cielo en fuego.
La forma en que Elías fue trasladado al cielo, con un carro y caballos de fuego, puede haber sido principalmente por el bien de Eliseo. Dios estaba accediendo a la petición de Eliseo de recibir una doble porción del poder de Elías, y Dios se estaba asegurando de que Eliseo supiera que se había cumplido la condición. Eliseo tenía que ver cómo se llevaban a Elías, y de ninguna manera podía perderse el espectáculo que Dios desplegó. Al llevarse a Elías al cielo de un modo tan ardiente y tempestuoso, Dios aseguró a Eliseo que sucedería a Elías en el oficio profético con el doble de poder divino. Ver a Elías ir al cielo con los caballos llameantes, el carro de fuego y el torbellino habría tenido un profundo efecto en Eliseo a lo largo de su ministerio. Si alguna vez dudó de que había sido elegido por Dios, pudo recordar la gloria que presenció aquella noche. Si alguna vez puso en duda el poder de Dios, pudo recordar el carro de fuego y los caballos de fuego.
El impresionante despliegue de poder que Dios hizo a Eliseo le capacitó para el servicio. Semejante despliegue recuerda a la revelación del poder de Dios a Moisés en la zarza ardiente, que le preparó para el servicio (Éxodo 3:1-10). El fuego celestial se asocia a los ángeles en otros lugares de las Escrituras. Cuando Dios abrió los ojos del siervo de Eliseo, este vio una hueste angélica, que se describe como "caballos y carros de fuego alrededor de Eliseo" (2 Reyes 6:17). Los ángeles no se mencionan en la traslación de Elías, pero el fuego celestial -la gloria celestial- ciertamente sí.
Al llevar a Elías al cielo, Dios prefiguró la ascensión de Cristo. Quizá los que vieron a Jesús trasladado desde el Monte de los Olivos y oculto en una nube recordaran la partida de Elías (Hechos 1:6-9). Aquellos discípulos que presenciaron la ascensión de Jesús sirvieron a Dios con dedicación el resto de sus vidas, igual que hizo Eliseo.