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Pregunta: ¿Cuál es la historia de Elías y los profetas de Baal?

Respuesta:
El relato de Elías y los profetas de Baal se encuentra en 1 Reyes 18. Después de que Israel hubiera pasado más de tres años sin lluvia como juicio por su idolatría, el profeta Elías se enfrenta al malvado rey Acab y lo desafía a un enfrentamiento espiritual. El rey debía hacer que todo Israel se reuniera en el monte Carmelo, junto con los 450 profetas del falso dios Baal y los 400 profetas de la falsa diosa Asera (versículo 19).

En el monte Carmelo, Elías dijo al pueblo de Israel: "¿Hasta cuándo vacilarán entre dos opiniones? Si el Señor es Dios, síganlo; y si Baal, síganlo a él" (1 Reyes 18:21, NBLA). El pueblo permaneció indeciso en ese punto. Elías desafió entonces a los profetas de Baal a que prepararan un toro como ofrenda para su dios—Elías haría lo mismo—con esta condición: no podrían encender fuego en su altar. El Dios que respondiera con fuego del cielo sería considerado el Dios verdadero (versículos 22-25).

El pueblo estuvo de acuerdo en que este era un buen plan, y los profetas de Baal fueron los primeros. Los profetas paganos gritaron y bailaron alrededor de su altar desde la mañana hasta el mediodía, sin obtener respuesta de Baal. Elías empezó a burlarse de ellos, diciendo: "Gritad en alta voz, porque dios es; quizá está meditando, o tiene algún trabajo, o va de camino; tal vez duerme, y hay que despertarle" (1 Reyes 18:27).

Así que los profetas de Baal "clamaban a grandes voces, y se sajaban con cuchillos y con lancetas conforme a su costumbre, hasta chorrear la sangre sobre ellos. Pasó el mediodía, y ellos siguieron gritando frenéticamente hasta la hora de ofrecerse el sacrificio" (1 Reyes 18:28-29). A pesar de las horas de esfuerzo, no ocurrió nada. El comentario del historiador insinúa la inutilidad de la adoración a Baal: "no hubo ninguna voz, ni quien respondiese ni escuchase" (versículo 29).

Elías llamó entonces al pueblo mientras arreglaba el altar del Señor. Utilizó doce piedras y cavó una zanja alrededor del altar. Luego colocó leña sobre el altar y puso encima los trozos cortados del toro. Elías hizo entonces que la gente empapara el altar con doce grandes cántaros de agua. El agua empapó el sacrificio y la madera y llenó la zanja (1 Reyes 18:30-35).

Una vez preparado el sacrificio, Elías oró: "Oh Señor, Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, que se sepa hoy que Tú eres Dios en Israel, que yo soy Tu siervo y que he hecho todas estas cosas por palabra Tuya. Respóndeme, oh Señor, respóndeme, para que este pueblo sepa que Tú, oh Señor, eres Dios, y que has hecho volver sus corazones" (1 Reyes 18:36-37, NBLA). Entonces Dios hizo lo que Baal nunca podría hacer: el fuego de Yavé cayó del cielo, y consumió el holocausto y la leña, y las piedras y el polvo, "y aun lamió el agua que estaba en la zanja" (versículo 38). El pueblo de Israel se postró y declaró al Señor como Dios (versículo 39).

Elías ordenó entonces al pueblo que diera muerte a los profetas de Baal, de acuerdo con el mandato de Dios en Éxodo 22:20. Después de este acontecimiento, el Señor puso fin a la sequía y envió la lluvia sobre la tierra (1 Reyes 18:45).

El milagroso suceso del fuego del cielo fue una respuesta a la oración de Elías. Dios pretendía volver los corazones de Su pueblo hacia Sí. Utilizó una época de sequía para llamar su atención y luego, a través de Su profeta, realizó un milagro dramático ante sus ojos. Nadie que presenciara aquel acontecimiento dudó de que el Señor era Dios y que Baal era un impotente aspirante. Tras el arrepentimiento de los israelitas, Dios les proporcionó lluvia.

Santiago nos enseña que "la oración eficaz del justo puede mucho" (Santiago 5:16), y utiliza la vida de oración de Elías como ejemplo: "Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses. Y otra vez oró, y el cielo dio lluvia, y la tierra produjo su fruto" (Santiago 5:17-18).

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