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El epicureísmo fue una filosofía griega iniciada por Epicuro (341-270 a.C.). Seguía vigente en tiempos del Nuevo Testamento, cuando Pablo visitó Atenas en su segundo viaje misionero. Uno de los grupos que debatía con Pablo en las calles de Atenas era epicúreo (Hechos 17:18); más tarde, este grupo llevó a Pablo al Areópago para interrogarlo más a fondo (versículo 19).
El epicureísmo enseñaba que el estado más elevado que podía alcanzar una persona era la ataraxia -paz absoluta- y la aponía -ausencia total de angustia o necesidad mental, emocional y física-. El epicureísmo ha recibido una mala reputación en los tiempos modernos debido a la incomprensión de sus principios básicos. La gente tiende a pensar que representa el lujo y la indulgencia más decadentes. Suele contraponerse al estoicismo, que se considera la ausencia absoluta de deseo. Pero son definiciones extremas que no dan en el clavo.
El objetivo de Epicuro era enseñar a la gente a relajarse y disfrutar de la vida sin preocuparse tanto. Su primer paso fue eliminar la idea de los dioses de la psique de sus seguidores. Para Epicuro, los dioses existían, pero vivían tan alejados de los asuntos del hombre, en un estado permanente de ataraxia, que no interferían con la humanidad; de hecho, ni siquiera eran conscientes de la humanidad.
Con la eliminación del temor a los dioses llegaron dos ventajas para los epicúreos. En primer lugar, no hay juicio después de la muerte; por tanto, no hay que temerla. Todo es material, así que, sea cual sea el "alma" que exista, está conectada al cuerpo físico y deja de existir con la muerte. En segundo lugar, no hay juicio durante la vida. No hay forma de apaciguar a un dios que no sabe que existes y al que no le importa tu vida. Por tanto, eres libre de encontrar la plenitud en la vida al margen de las normas y expectativas religiosas.
¿Qué es, pues, la plenitud, según el epicureísmo? Si no trabajamos por los favores de los dioses, en esta vida o en la siguiente, ¿cómo podemos vivir plenamente el momento? La respuesta de Epicuro es más equilibrada de lo que muchos entienden. Para él, la ataraxia lo era todo. Significaba cosas muy simples pero profundas, como no tener hambre, no estar angustiado y no preocuparse.
La paz absoluta significa estar cómodamente alimentado, pero no sobrealimentado porque eso provoca dolores de estómago. Los postres y la buena comida están bien si son lo suficientemente raros como para ser apreciados, pero no tan comunes como para ser esperados o deseados. Demasiada educación es angustiosa porque despierta el deseo de entender cosas que no son comprensibles. Los sentimientos, y no la lógica, suelen revelar la verdad sobre una situación. Hasta cierto punto, el altruismo y la obediencia civil son buenos porque, si la sociedad es sana, también te beneficia a ti. Pero la política y el poder son demasiado estresantes. Cosas como la fama, el matrimonio y la riqueza son artificiales, y muy a menudo traen más angustia que alegría. Al mismo tiempo, el epicureísmo no prohibía tales actividades si una persona las encontraba beneficiosas.
Así, en el verdadero epicureísmo, la mejor vida se caracteriza por una alimentación suficiente, una vivienda confortable, relaciones pacíficas y buenos amigos. La academia de Epicuro seguía este modelo; la escuela estaba en su casa y en su jardín e incluía esclavos y mujeres.
Si esto te suena familiar, puede ser porque algo de lo que enseñaba el epicureísmo coincide con la Biblia. Por ejemplo, el dinero y el poder no suelen traer la paz. "Pero Jesús, llamándolos junto a Él, dijo: "Ustedes saben que los gobernantes de los gentiles se enseñorean de ellos, y que los grandes ejercen autoridad sobre ellos. No ha de ser así entre ustedes, sino que el que entre ustedes quiera llegar a ser grande, será su servidor, y el que entre ustedes quiera ser el primero, será su siervo; así como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y para dar Su vida en rescate por muchos"" (Mateo 20:25-28, NBLA; ver también Mateo 13:22; Marcos 10:23b; Santiago 3:1).
Preocuparse no es bueno. "Por eso les digo, no se preocupen por su vida, qué comerán o qué beberán; ni por su cuerpo, qué vestirán. ¿No es la vida más que el alimento y el cuerpo más que la ropa?" (Mateo 6:25, NBLA; ver también 1 Pedro 5:7). Por supuesto, la razón que daba Jesús para no preocuparse era la confianza en Dios; la razón de Epicuro era que no hay dioses que importen.
Una buena vida incluye comida suficiente y buenas amistades. "Danos hoy el pan nuestro de cada día" (Mateo 6:11, NBLA). "En todo tiempo ama el amigo, y el hermano nace para tiempo de angustia" (Proverbios 17:17, NBLA; ver también Proverbios 27:17).
Las posesiones y los deseos esclavizan más de lo que liberan. "No estés con los bebedores de vino, ni con los comilones de carne, porque el borracho y el glotón se empobrecerán, y la vagancia se vestirá de harapos" (Proverbios 23:20-21, NBLA; ver también Mateo 19:21-22; Gálatas 5:24).
La naturaleza que nos rodea no tiene más remedio que decir la verdad, pero a menudo no escuchamos. "Porque desde la creación del mundo, Sus atributos invisibles, Su eterno poder y divinidad, se han visto con toda claridad, siendo entendidos por medio de lo creado, de manera que ellos no tienen excusa . . . . cambiaron la gloria del Dios incorruptible por una imagen en forma de hombre corruptible" (Romanos 1:20-25, NBLA; ver también Juan 8:44-45). Por supuesto, la "verdad" que los epicúreos extraían de la naturaleza ignoraba por completo el hecho de un Creador presente y sustentador de la vida.
Independientemente de las pocas veces que el epicureísmo tropezó con la verdad, los puntos de vista materialistas del epicureísmo contradicen directamente la Biblia. La Escritura dice que Dios está muy involucrado en nuestras vidas. "Porque estoy convencido de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni lo presente, ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro" (Romanos 8:38-39, NBLA; ver también Juan 14:16-17; Hebreos 13:5b).
El cosmos incluye tanto lo espiritual como lo físico. "Dios es espíritu, y los que lo adoran deben adorar en espíritu y en verdad" (Juan 4:24, NBLA; ver también Ezequiel 18:4; Hebreos 4:12).
Resucitaremos: la muerte no es el final. "Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en Mí, aunque muera, vivirá, y todo el que vive y cree en Mí, no morirá jamás" (Juan 11:25b-26a, NBLA; ver también 1 Corintios 6:14; 15:54-55).
Solo Cristo puede traer la paz, no la cuidadosa manipulación de la vida terrenal. "Estas cosas les he hablado para que en Mí tengan paz. En el mundo tienen tribulación; pero confíen, Yo he vencido al mundo" (Juan 16:33, NBLA; ver también 2 Corintios 12:8-10; Filipenses 4:4-7, 11-13).
En última instancia, lo que el epicureísmo enseñaba era una vida "plena" libre de dolor, hambre, angustia, preocupación... y de Dios. Teniendo en cuenta los dioses que conocían los griegos -superhumanos violentos, lujuriosos y caprichosos-, quizá no deban ser condenados por tratar de desprenderse de las deidades. Pero los epicúreos no entendían que una vida plena no puede darse sin el Dios Creador que nos ama y nos salvó. Es bueno tener pan y amigos. Es mejor tener al Pan de Vida (Juan 6:35, 48) y al Amigo que hizo el sacrificio supremo por nosotros (Juan 15:13-15).