Respuesta:
Erasto fue un colaborador del apóstol Pablo, un funcionario en Corinto y un creyente en Jesucristo. Como tesorero de la ciudad (Romanos 16:23), Erasto habría sido un hombre muy influyente. Sus deberes probablemente incluían el mantenimiento de los edificios cívicos y las calles de la ciudad y la recaudación de los ingresos públicos; en algunos casos, incluso pudo haber actuado como abogado en disputas públicas. Erasto pudo haber supervisado el mantenimiento de la infraestructura romana, como acueductos y alcantarillas.
El apóstol Pablo predicó y ministró en Éfeso durante más de dos años, y todos los judíos y griegos que vivían en la provincia de Asia tuvieron la oportunidad de escuchar la Palabra (Hechos 19:10). Eventualmente, Pablo decidió ir a Jerusalén. En su camino, pasó por Macedonia, donde debió haber visto oportunidades interesantes para el ministerio. Así que envió a Erasto, junto con Timoteo, a Macedonia mientras él seguía su camino (versículo 22). No se sabe si Erasto ya estaba con Pablo o si Pablo se puso en contacto con él en Corinto a través de una carta; de cualquier manera, queda claro que Erasto estuvo muy involucrado en el ministerio práctico y en el trabajo misionero. Los comentaristas no se ponen de acuerdo sobre si el Erasto que ministró en Macedonia era el mismo Erasto que fue el tesorero de la ciudad de Corinto.
La última mención de Erasto aparece en una parte de una carta escrita casi al final de la vida de Pablo: "Erasto se quedó en Corinto, y a Trófimo dejé en Mileto enfermo" (2 Timoteo 4:20). Por la redacción de este versículo, parece que Erasto sí viajó y ministró con Pablo en algún momento antes de regresar a su cargo público en Corinto.
¿Qué podemos aprender de Erasto? A pesar de su alto rango, Erasto consideró el ministerio como su máxima prioridad, incluso dejando su trabajo en Corinto para difundir el evangelio en tierras extranjeras. Sin embargo, no descuidó sus deberes públicos, sino que fue un servidor del pueblo, tal como Pablo describe en Romanos 13:3–4. Podemos ver en el ejemplo de Erasto que nosotros también deberíamos considerar el servicio continuo a Cristo como nuestro principal objetivo en la vida. Ricos o pobres, podemos servir a Dios con gozo y fidelidad en cualquier puesto que Él nos asigne.