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Pregunta: ¿Qué significa Filipenses 2:5: "Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús"?

Respuesta:
En Filipenses 2:5, Pablo nos presenta a Jesús como el ejemplo del tipo de actitud que debemos tener: "Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús". O, como lo dice la NVI, "La actitud de ustedes debe ser como la de Cristo Jesús".

Pablo escribe su carta a los Filipenses para animarlos a regocijarse incluso en circunstancias difíciles. Pablo estaba en la cárcel, y anima a los Filipenses a que, aunque estaba encarcelado, ellos debían regocijarse porque Dios seguía obrando (Filipenses 1). La iglesia de Filipos era admirable por varias razones; sin embargo, también estaban lidiando con cierta desunión (Filipenses 4:2). Pablo les pide que completen su gozo, es decir, que le brinden gozo incluso en sus dificultades, siendo "unánimes, sintiendo una misma cosa" (Filipenses 2:2). Los Filipenses podrían ayudar a Pablo en su momento difícil, sencillamente mostrando la madurez que deberían mostrar en primer lugar. Pablo explica cómo pueden hacer eso. No deberían hacer nada por egoísmo o vanidad, sino, en cambio, con humildad en su pensamiento, deberían considerar a la otra persona como más importante que ellos mismos (Filipenses 2:3). No deben preocuparse solo de sus propios intereses, sino también de los intereses de los demás (Filipenses 2:4). Después de estas exhortaciones, Pablo les da un magnífico ejemplo a considerar: "Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús" (Filipenses 2:5).

La idea de "Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús" (Filipenses 2:5) es tener la misma mentalidad o forma de pensar que tuvo Cristo. Específicamente, Pablo está hablando de cómo Jesús, siendo Dios, estuvo dispuesto a renunciar a Su gloria (Filipenses 2:6) y a humillarse a Sí mismo para convertirse en hombre y morir en una cruz (Filipenses 2:7-8). Jesús Se entregó como una expresión de amor y estuvo dispuesto a rebajarse para expresar ese amor. Él es el más grande ejemplo de amor y humildad; como dijo el propio Jesús, nadie tiene amor más grande que el que da la vida por otro (Juan 15:13). Pablo está desafiando a sus lectores a pensar de esa manera: a estar dispuestos a rebajarse por el bien del otro. Así es como podrían ser unánimes, sintiendo lo mismo, y tener en un solo propósito (Filipenses 2:2), estando dispuestos a someter sus propios intereses y propósitos por el bien de la otra persona.

La humildad es un aspecto básico y necesario de la vida cristiana, y tenemos el modelo perfecto de cómo ser humildes en Jesucristo. "Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús" (Filipenses 2:5). Además, como dijo Santiago, "Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes" (Santiago 4:6). Dios ve cuando las personas le responden a Él y a los demás con humildad, y se muestra misericordioso. Pedro nos dice que debemos humillarnos bajo la poderosa mano de Dios y que, en el momento oportuno, Él nos va a exaltar (1 Pedro 5:6). Cualquier ansiedad que podamos tener sobre lo que implica de la humildad podemos depositarla en Él, porque Él se preocupa por nosotros (1 Pedro 5:7). Este es uno de los aspectos de la gracia de Dios para los humildes.

Pablo desafió a Evodia y a Síntique a vivir en armonía (Filipenses 4:2), y ese mismo desafío se puede aplicar a nosotros hoy. Necesitamos "este sentir que hubo también en Cristo Jesús" y tratar a los demás con humildad y honor, de modo que nos valoremos unos a otros como Dios nos valora y como Él quiere que nos valoremos unos a otros.

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