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Pregunta: ¿Por qué los creyentes en Samaria no habían recibido el Espíritu Santo (Hechos 8)?

Respuesta:
En Hechos 8:12 leemos de un grupo de samaritanos: "Pero cuando creyeron a Felipe, que anunciaba el evangelio del reino de Dios y el nombre de Jesucristo, se bautizaban hombres y mujeres". Sin embargo, cuando llegamos a Hechos 8:16, leemos: "porque aún no había descendido [el Espíritu Santo] sobre ninguno de ellos, sino que solamente habían sido bautizados en el nombre de Jesús". Entendemos, basándonos en pasajes como 1 Corintios 12:13, que los cristianos reciben al Espíritu Santo en el momento de la salvación. ¿Cómo es que los samaritanos a los que evangelizó Felipe no recibieron el Espíritu Santo?

En primer lugar, es bueno recordar que el libro de los Hechos es una historia de cómo Dios inició la iglesia. Es el registro de la transición entre el Antiguo Pacto y el Nuevo Pacto, y mucho de lo que vemos en Hechos se relaciona con esa transición. La manera en que los samaritanos recibieron el Espíritu debe tomarse como lo que es: un relato exacto de lo que sucedió en su caso. No debe interpretarse como norma en todos los casos. Los samaritanos creyentes habían sido bautizados en agua, pero, por las propias razones de Dios, todavía no habían sido bautizados en el Espíritu.

En segundo lugar, debemos observar que el Espíritu sí vino sobre los samaritanos (Hechos 8:14-17), pero no hasta que los apóstoles Pedro y Juan estuvieron presentes. Hay algunas buenas razones por las que Dios esperó hasta que Pedro y Juan estuvieran presentes antes de enviar el Espíritu Santo sobre los samaritanos:

1) Jesús había dado a Pedro las "llaves del reino" (Mateo 16:19). Pedro estuvo presente -y fue el principal portavoz- en Pentecostés (Hechos 2), cuando los judíos recibieron el Espíritu Santo. Pedro estuvo presente en Samaria (Hechos 8), cuando el Espíritu fue dado a los samaritanos. Y Pedro estuvo presente en la casa de Cornelio (Hechos 10), cuando el Espíritu fue dado a los gentiles. Jesús utilizó a Pedro para "abrir la puerta" a cada uno de estos grupos de personas.

2) La iglesia debía ser edificada "sobre el fundamento de los apóstoles y profetas" (Efesios 2:20). Felipe, el evangelista, había sido diácono en la iglesia de Jerusalén, pero no era uno de los doce apóstoles. Pedro y Juan tenían que estar en Samaria para el comienzo "oficial" de la iglesia samaritana, igual que habían estado en Jerusalén para el comienzo de la iglesia judía.

3) La presencia de Pedro y Juan mantuvo unida a la iglesia primitiva. Recordemos que existía una gran enemistad entre judíos y samaritanos (Juan 4:9). Si la iglesia en Samaria hubiera comenzado por su propia cuenta, sin conexión con la iglesia "judía", la iglesia en Jerusalén nunca la hubiera aceptado. Los samaritanos eran conocidos históricamente como corruptores del judaísmo (Juan 4:20). Así que Dios se aseguró de que Pedro y Juan, apóstoles y judíos de Jerusalén, estuvieran presentes para ser testigos del don del Espíritu dado a los samaritanos. El mensaje de Dios: la iglesia de Samaria no era un comienzo herético. Los samaritanos formaban parte de la misma iglesia que se había iniciado en Jerusalén, y estaban llenos del mismo Espíritu (ver Gálatas 3:28). Pedro y Juan fueron testigos oculares. Su testimonio era claro: lo que sucedió en Samaria no era un movimiento religioso aparte. De esta manera, Dios impidió que la iglesia primitiva se dividiera inmediatamente en diferentes sectas.

El Señor se esmeró en asegurar la unidad de la iglesia primitiva. Jesús había ordenado que se predicara el Evangelio en Samaria (Hechos 1:8). Felipe, el evangelista, obedeció ese mandato, y Dios lo bendijo. La hostilidad que existía entre los judíos y los samaritanos fue superada por la unidad del Espíritu. La iglesia de hoy debe ser solícita "en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz" (Efesios 4:3).

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