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Pregunta: ¿Qué fue la Ilustración y qué impacto tuvo en el cristianismo?

Respuesta:
A menudo se hace referencia a la Ilustración como la "Edad de la Razón" y se desarrolló entre principios y mediados del siglo XVII a partir de tres núcleos geográficos principales: Francia, Alemania y Gran Bretaña (incluida Escocia). La Ilustración estuvo marcada por cambios en el pensamiento que contrastaban fuertemente con las filosofías de épocas anteriores. Los pensadores de la Ilustración abandonaron gran parte de los ideales religiosos, filosóficos y políticos de las generaciones anteriores y forjaron nuevos caminos.

Generalmente, se considera que la Ilustración comienza con las ideas de Descartes y culmina con la Revolución Francesa a finales del siglo XVIII. El movimiento intelectual abarca casi 150 años y tuvo un profundo impacto en la cultura occidental. En particular, los campos de la filosofía, la ciencia y la política cambiaron para siempre.

Principales aspectos de la Ilustración: Filosofía

Uno de los principales avances filosóficos de la Ilustración fue el racionalismo. René Descartes introdujo el racionalismo en el pensamiento filosófico, empezando por su sistema de duda metódica. La obra de Descartes animó a otros pensadores a cuestionar supuestos culturales arraigados, así como sus propios presupuestos. El tema predominante del racionalismo es que los conceptos y el conocimiento pueden adquirirse independientemente de la experiencia sensorial: podemos pensar nuestro camino hacia la verdad. Al hacer hincapié en el poder de la mente sobre los sentidos, el racionalismo proporcionó un marco para que los filósofos ampliaran los límites de lo que puede conocerse sólo mediante la razón humana. Baruch Spinoza, un notable racionalista, propuso lo que equivale a una especie de panteísmo científico. Según Spinoza, sólo existe un tipo de sustancia y, por tanto, Dios y la naturaleza son idénticos. El pensamiento de Spinoza dio licencia para desarrollos posteriores que se centraron en la mecanización del mundo natural. Otros pensadores racionalistas notables fueron Christian Wolff y G. W. Leibniz, cada uno de los cuales tuvo un impacto profundo y duradero en la filosofía (Leibniz también en el cálculo).

En parte como respuesta al racionalismo, y en parte por iniciativa propia, el empirismo también se desarrolló durante la Ilustración. A diferencia del racionalismo, el empirismo sostiene que el conocimiento comienza con los sentidos. Francis Bacon plantó la semilla del pensamiento empirista que fructificó en la física de Isaac Newton. Puesto que la ciencia natural comienza con la observación a través de los sentidos, la revolución científica no podría haberse producido sin un apuntalamiento filosófico empirista. Las nociones de observación e inducción forman parte integrante del empirismo. John Locke desarrolló su famosa analogía de la tabula rasa ("pizarra en blanco") para describir la mente cuando las ideas llegan a ella a través de los sentidos.

El escepticismo también se desarrolló durante la Ilustración. David Hume sembró la duda sobre si el conocimiento puede obtenerse de los sentidos o de la razón. Las conclusiones de Hume condujeron por un camino que sólo da lugar, en el mejor de los casos, a razonamientos probabilísticos para llegar a posibles conclusiones. Hume también planteó un importante desafío a la ciencia con sus críticas a la causalidad y al razonamiento inductivo. Estos argumentos escépticos y nociones causales han resonado tanto en la filosofía como en la ciencia hasta nuestros días.

Una nota importante sobre el pensamiento filosófico de la Ilustración es el notable alejamiento de la metafísica y el acercamiento a la epistemología. La metafísica, el estudio de lo que es en última instancia real y/o suprasensible, fue suplantada por un enfoque centrado en el proceso de conocer; es decir, lo que se sabe fue sustituido por cómo se sabe (si es que se puede saber algo). La revolución científica, con su enfoque implícito en la comprensión del mundo natural, facilitó que los pensadores de la Ilustración se alejaran de la metafísica (tal y como se entendía tradicionalmente) o la subsumieran bajo un motivo racionalista. También hay que señalar que la filosofía de Immanuel Kant se desarrolló en gran parte como respuesta a los problemas planteados con la filosofía de la Ilustración.

Principales aspectos de la Ilustración: La ciencia

El mayor logro científico de la Ilustración fue la obra fundamental de Isaac Newton, Principia Mathematica (1687). En esta obra, Newton marca la pauta para una comprensión mecanicista del mundo natural al explicar una amplia gama de fenómenos mediante fórmulas matemáticas. Dado que las cosas que antes se consideraban incuantificables o impredecibles en la naturaleza podían, según el sistema de Newton, entenderse en términos de una entidad similar a una máquina. La naturaleza, por tanto, se convirtió en algo que el hombre podía investigar, aprovechar y utilizar para mejorar su suerte en la vida. Y Newton, por tanto, es conocido hoy como el padre de la ciencia moderna.

Los mayores beneficios científicos de la mecánica newtoniana no se dejarían sentir hasta después de la Ilustración, pero la noción cada vez más extendida de la naturaleza como algo descriptible y predecible repercutió en otros campos durante el siglo XVIII. Se hicieron importantes avances en biología, química y medicina. Carl Linnaeus desarrolló un sistema formalizado de taxonomía biológica que fue importante para la biología y la paleontología a medida que surgían esos estudios especializados.

Los enciclopedistas franceses, como Diderot y d'Alembert, desempeñaron un importante papel de proselitismo en favor de la ciencia. Al destacar la obra de Bacon y Newton en sus publicaciones, los enciclopedistas impulsaron un programa de pensamiento laico y apertura mental. A través de la Encyclopédie, el pensamiento de la Ilustración se expuso de forma sistemática, lo que facilitó su comprensión y utilización.

Principales aspectos de la Ilustración: Política

No se puede exagerar el impacto político duradero de la Ilustración. Durante este periodo se produjeron al menos tres grandes revoluciones políticas en Gran Bretaña, América y Francia. Estas revoluciones manifestaron ideas centradas en el gobierno por consentimiento de los gobernados, el contrato social, la libertad y la igualdad. A mediados del siglo XVII, el filósofo Thomas Hobbes avanzó la noción del poder absoluto del gobierno sobre los gobernados para evitar la barbarie. Hobbes también avanzó ideas sobre el contrato social y la relación del individuo con el estado que tanto Locke como Rousseau retomaron más tarde.

Locke fue un filósofo político tremendamente importante durante la Ilustración. Muchas de sus ideas y principios fueron estudiados y adoptados por los fundadores de Estados Unidos y están patentes en documentos como la Declaración de Independencia y la Constitución. Locke hizo hincapié en la libertad natural de los seres humanos, la igualdad de todos ante Dios, la ley natural y el gobierno por consentimiento de los gobernados; y justificó el derrocamiento del gobierno cuando éste fracasara. Jean-Jacques Rousseau fue otro destacado pensador de la época de la Ilustración. Rousseau discrepaba de Locke sobre el papel del individuo en relación con el Estado, y Rousseau hacía hincapié en la importancia de que los gobernados participaran en política.

El impacto de la Ilustración en la religión

La religión fue un tema muy debatido de la Ilustración. Es importante considerar este periodo a la luz de la Reforma Protestante que lo precedió. La naturaleza monolítica de la Iglesia había llegado a su fin, y los pensadores de la Ilustración ya se habían liberado, en gran medida, del diálogo y los escritos que surgieron de la Reforma. Hay que señalar que muchos pensadores destacados de la Ilustración eran cristianos, aunque algunos eran poco ortodoxos en sus creencias. Los temas principales del pensamiento ilustrado sobre la religión se centran en las nociones de antisupernaturalismo, deísmo y, en lo que se refiere al cristianismo, crítica bíblica.

Antisupernaturalismo

Debido al énfasis en el racionalismo (buscar lo que puede conocerse a priori-antes de la experiencia- sólo por la mente) y el empirismo (buscar lo que puede conocerse y verificarse por los sentidos y/o la instrumentación), gran parte del pensamiento de la Ilustración era escéptico respecto a lo sobrenatural. Esto incluía especialmente el registro bíblico de los milagros. La ciencia física de la época, con la nueva revelación del mundo como un mecanismo que obedece a leyes, arrojaba serias dudas sobre las afirmaciones de que algo en la naturaleza pudiera ocurrir en contra de su funcionamiento regular. Spinoza criticó la idea de que la naturaleza pudiera actuar contra sí misma. Hume insistió en la idea de que los milagros son violaciones de las leyes de la naturaleza. Dado que el hombre podía, gracias al poder de la razón, desprenderse de los grilletes de las instituciones patrísticas y pensar por sí mismo hasta llegar a conclusiones lógicas, a muchos en la Ilustración les pareció que los milagros o las cosas inmateriales (como los ángeles o los demonios) eran simples reliquias de la superstición del pasado. Este pensamiento antisobrenatural sentó las bases para que el ateísmo se generalizara. Si Dios es un ser sobrenatural/supersensible, entonces era posible que creer en Él fuera simplemente una tradición irracional.

Deísmo

A diferencia del teísmo (creencia en un creador y sustentador único y personal de todo lo que existe), el deísmo enseña que cualquiera que sea la inteligencia suprema que creó y/o organizó el cosmos, no interviene en la creación. La analogía de un relojero se utiliza con frecuencia para describir el pensamiento deísta. Según el deísmo, Dios simplemente dio cuerda al reloj del universo, dio un paso atrás y lo dejó funcionar. Cosas como la oración, la revelación especial y una relación personal con Dios carecen de sentido. La ley natural, derivada del estudio de la naturaleza por el hombre a través de las ciencias, es lo que rige la moral y la conducta humana. Los textos religiosos como la Biblia cristiana son quizá guías morales útiles, pero no una auténtica revelación de Dios.

Crítica bíblica

La crítica bíblica, el estudio de los textos bíblicos como literatura histórica ordinaria, no pasó al primer plano del trabajo académico hasta el siglo XIX. Sin embargo, sin el fundamento antisupernatural y el pensamiento escéptico de la Ilustración, es poco probable que la crítica bíblica hubiera tenido un impacto cultural tan duradero. La evaluación de cualquier texto histórico es una búsqueda valiosa, pero, irónicamente, la crítica bíblica comenzó con los supuestos de la Ilustración; empezó asumiendo ciertas nociones científicas, mecanicistas y naturalistas y contempló la Biblia bajo esa luz.

A partir de Hobbes y Spinoza, la crítica bíblica adoptó muchas facetas, como la textual, la de las fuentes, la de la redacción, la del canon y la de la forma. Pero todo el estudio adquiere un contexto diferente bajo el paradigma de la Ilustración. La Biblia es un libro repleto de relatos de milagros, por lo que, una vez descartados los hechos sobrenaturales como imposibles, toda la lectura cambia. Si se descarta a priori el teísmo, la credibilidad de lo que se recoge en la Biblia queda minada desde el principio. La especulación resulta mucho más fácil desde esta plataforma, y muchas teorías, como la que niega la realidad literal de Jesús de Nazaret, tomaron forma. A lo largo de los años, las críticas a la Biblia formuladas por la filosofía de la Ilustración han sido refutadas contundentemente por una erudición cuidadosa.

Conclusión

La Ilustración merece ser estudiada por muchas razones, y no la menor de ellas es comprender mejor cómo los pensamientos de ese periodo dieron forma a los años posteriores. Como cualquier otra época considerada a través de la lente de la historia, hay mucho encomiable y mucho lamentable en la Ilustración. Hay que tener cuidado de tomar las nociones útiles y dejar atrás los vestigios genuinos. Del mismo modo que debemos poner a prueba todas las profecías y aferrarnos a lo que es bueno (1 Tesalonicenses 5:21), debemos poner a prueba las filosofías de la Ilustración y prescindir de lo falso.

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