Pregunta: ¿Qué enseña la Biblia sobre Jesús como juez?
Respuesta:
Jesús declara que el Padre le ha dado la autoridad para juzgar. En Juan 5:22–23, dice, “Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo, para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió”. Sí, Jesús vino al mundo para salvar a aquellos que ponen su confianza en Él (Juan 3:16), pero Su venida también trajo juicio (Juan 9:39). A través de Su muerte y resurrección, Jesús trajo juicio a Satanás (Juan 12:31–33). Además, los incrédulos serán juzgados al final por el Señor Jesús.
Jesús va a actuar como juez sobre creyentes e incrédulos. En el Tribunal de Cristo, va a juzgar las obras de los creyentes después de la salvación para determinar la recompensa o pérdida de la misma (1 Corintios 4:5; 2 Corintios 5:10). Este juicio no tiene nada que ver con la salvación, ya que el destino eterno de los creyentes está seguro en Jesús (Efesios 1:13–14). Más bien, los creyentes reciben recompensas de acuerdo con que tan fieles fueron al servir a Cristo (Lucas 19:12–27; 1 Corintios 3:12–15). Por el contrario, los incrédulos serán juzgados por Cristo en el Juicio del Gran Trono Blanco (Apocalipsis 20:11–15). Nuevamente, este juicio no tiene nada que ver con su destino eterno: en ese punto, los incrédulos ya sellaron su destino al rechazar a Jesús. El Juicio del Gran Trono Blanco determina la gravedad del castigo de los incrédulos basado en lo que hicieron en la vida (Apocalipsis 20:12). Cabe destacar que todas las personas en este juicio son lanzadas al lago de fuego porque sus nombres no se encontraban en el libro de la vida, lo que significa que rechazaron el regalo gratuito de salvación de Cristo (Apocalipsis 20:15).
Otro juicio que Jesús va a presidir se conoce como el Juicio de las Ovejas y las Cabras o el Juicio de las Naciones (Mateo 25:31–46). Algunos intérpretes comparan este juicio con el Juicio del Gran Trono Blanco, pero hay muchas diferencias importantes, siendo una de las principales que el juicio se basa en cómo las personas trataron a los "hermanos" de Jesús, es decir, al pueblo de Israel (Mateo 25:40). Teniendo en cuenta su ubicación después de la segunda venida de Jesús, el Juicio de las Ovejas y las Cabras probablemente va a determinar el destino terrenal de aquellos que estén vivos en el regreso de Cristo (Mateo 25:1–30). Durante este juicio, Jesús va a separar a las "ovejas" de las "cabras". Las ovejas son creyentes que dieron prueba de su fe al ayudar al pueblo judío durante la tribulación; las cabras son los incrédulos que mostraron su falta de fe al no ayudar a los judíos durante la tribulación (Mateo 25:33–36, 41–43). Aquellos que rechazaron a Cristo y se pusieron del lado de la bestia durante la tribulación "irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna" (Mateo 25:46).
Debido a que Jesús es Dios y hombre al mismo tiempo, es el juez perfecto de la humanidad. Su juicio será imparcial y perfectamente justo, y no estará sujeto a apelación (Hechos 17:31). No es como los gobernantes humanos pecadores que a veces juzgan injustamente y buscan cumplir sus propios deseos. En lugar de eso, Jesús afirma: "No puedo yo hacer nada por mí mismo; según oigo, así juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió, la del Padre" (Juan 5:30). Podemos estar seguros de que Jesús es un juez justo y va a dictar sentencia de acuerdo con Su sabiduría y justicia (Isaías 11:3–4; Juan 8:15–16; Apocalipsis 19:11). El Hijo de Dios transformará un mundo lleno de injusticias en un lugar de paz y seguridad. Los culpables ya no serán libres; los inocentes ya no van a sufrir: “Exhibirá tu justicia como la luz, Y tu derecho como el mediodía” (Salmos 37:6).