Pregunta: ¿Cuál fue la enseñanza de Jesús sobre el infierno?
Respuesta:
En cuanto al infierno, C. S. Lewis escribió una vez: "Ninguna otra doctrina eliminaría con más gusto del cristianismo si de mí dependiera, pero está plenamente respaldada por las Escrituras y, sobre todo, por las palabras de Nuestro Señor. Además, ha sido sostenida ininterrumpidamente por la cristiandad, y cuenta con el apoyo de la razón. Si tomamos parte en un juego, debemos contar con la posibilidad de perder" (El problema del dolor, HarperCollins, 1940). Jesús enseñó con frecuencia sobre el infierno, de hecho, aprendemos mucho más sobre el infierno gracias a las palabras de Jesús que en cualquier otra parte de las Escrituras.
Jesús usó el Valle de Hinón cerca de Jerusalén como una ilustración del infierno (Marcos 9:47–48). Este valle, también llamado Gehena, se utilizaba como un basurero público donde constantemente se quemaba la basura, los animales muertos, los cadáveres de criminales y toda clase de inmundicia. Jesús habló del infierno como "las tinieblas de afuera" (Mateo 8:12). Mencionó el fuego en referencia al infierno por lo menos veinte veces (por ejemplo, Mateo 5:22; 18:9).
Jesús constantemente comparó el infierno con el reino de Dios. El infierno es la única alternativa a una eternidad en el reino de Dios. Es lo opuesto a la comunión perfecta con Dios para siempre. Resumiremos la enseñanza de Jesús relacionada con el infierno en cinco palabras: realidad, rebelión, arrepentimiento, implacabilidad y reconciliación.
• Realidad: Jesús enseñó que el infierno es un lugar real donde algunas personas pasarán la eternidad (Mateo 23:33, 25:41; Marcos 9:43). En la enseñanza de Jesús, el infierno no es figurativo ni simbólico; es un lugar real en el que se desarrollan experiencias reales. Jesús describió como es el infierno con imágenes vívidas como el fuego y oscuridad (Mateo 5:22: 8:8–12).
• Rebelión: Según Jesús, el infierno es un lugar para aquellos que rechazan a Dios, se rebelan contra Su reino y rechazan Su gracia. Las parábolas de Jesús muestran de manera constante a las personas rechazando la invitación de Dios a la comunión, y la única alternativa a la comunión con Dios es una eternidad en el infierno (Mateo 22:1–14; Lucas 14:15–24). El pecado es una forma de rebelión contra Dios, y el infierno es el castigo justo por el pecado (Mateo 5:22). El diablo y sus seguidores son los rebeldes originales contra Dios, y sufrirán eternamente en el infierno, que ha sido preparado para ellos (Mateo 25:41).
• Arrepentimiento: Jesús no describe el infierno como un lugar agradable o incluso un estado neutral. Al contrario, es un lugar de tormento (Marcos 9:48). Como el oscuro lugar fuera del reino de luz de Dios, el infierno está lleno de dolor y arrepentimiento. "será el lloro y el crujir de dientes" (Mateo 13:42; ver también Mateo 22:13; 24:51; Lucas 13:28).
• Implacable: Basándonos en la enseñanza de Jesús, el infierno no es temporal, sino eterno. Los que sufren en el infierno sufrirán para siempre. Jesús dijo "Donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga" (Marcos 9:48). No hay salida del infierno, ni respiro, ni comodidad en él (ver Lucas 16:19–31).
• Reconciliación: Afortunadamente, hay una manera de escapar del infierno antes de entrar. Dios nos ofrece la reconciliación con Él, para que nunca tengamos que experimentar el infierno. Esa reconciliación fue posible a través de la muerte y resurrección de Su Hijo, Jesucristo. Jesús, el que tanto nos advirtió sobre el infierno, es el que nos salva del infierno. A través de la fe en Cristo, cualquiera puede reconciliarse con Dios, aparte de cualquier mérito personal o virtud. Jesús nos promete: "De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida" (Juan 5:24).
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios” (Juan 3:16–18).
Si aún no has puesto tu confianza en Él, no te demores más. Acércate a Él hoy, porque algún día será demasiado tarde.