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Pregunta: ¿En qué sentido era Juan el Bautista el más grande (Mateo 11:11)?

Respuesta:
En un discurso sobre Juan el Bautista, Jesús honró al profeta con estas palabras: "De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista" (Mateo 11:11a). Ciertamente, Juan no se consideraba "grande": no se veía lo bastante digno como para bautizar a Jesús (Mateo 3:13-14) ni siquiera para llevarle las sandalias (Mateo 3:11).

La "grandeza" a la que Jesús se refiere con respecto a Juan tiene que ver con la posición única de Juan en la historia, no con ningún talento especial, santidad o mérito personal. De hecho, inmediatamente después de afirmar que Juan es el mayor "entre los que nacen de mujer", Jesús dice: "pero el más pequeño en el reino de los cielos, mayor es que él" (Mateo 11:11b). Más adelante hablaremos de esta paradoja.

Una de las razones por las que Jesús llamó a Juan el Bautista «el mayor» fue que Juan tuvo el honor de ser escogido por Dios como precursor del Mesías. La misión de Juan era preparar personalmente al mundo para la llegada de Cristo. El ministerio de Juan se predijo en Isaías 40:3 y Malaquías 3:1. Después de la venida de Jesús, Juan lo presentó al mundo como el Cordero de Dios que quitaría el pecado del mundo (Juan 1:35-36). Juan fue el heraldo que presentó al mundo al Héroe de toda la historia. Fue esta presentación la que acreditó a Jesús ante las multitudes y los dirigentes judíos, algunos de los cuales creyeron en Jesús, y muchos otros no.

Juan fue también el "más grande" en el sentido de que predicó con el poder de Elías (Lucas 1:17; 3:7-18). Juan compartía muchas cualidades con Elías, como por ejemplo llamar a una nación al arrepentimiento, reprender al rey y perseverar ante la incomprensión pública y la persecución despiadada (Mateo 11:16-18; Marcos 6:14-19).

Juan era también el "mayor" en el sentido de que Dios lo había elegido para romper los 430 años de silencio divino que habían existido desde el profeta Malaquías. Juan fue el puente ungido por el Espíritu entre el Antiguo Testamento y el Nuevo. Juan era el último de los profetas del Antiguo Testamento y se encontraba en la cúspide de una nueva dispensación. Su predicación fue el final de la Ley y el comienzo de la Promesa. Fue el último de la larga lista de profetas que predijeron a Cristo, pero fue el único que pudo ver a Cristo en carne y hueso. Moisés, Isaías y el resto de los profetas habían señalado a un personaje lejano que solo podían ver borrosamente. Juan señaló a un ser humano real que estaba directamente frente a él. Ningún otro profeta tuvo ese privilegio.

La afirmación completa de Jesús en Mateo 11:11 es paradójica: "De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista; pero el más pequeño en el reino de los cielos, mayor es que él". ¿Cómo puede ser Juan el mayor, si incluso el "más pequeño en el reino" es mayor que Juan? De nuevo, la respuesta tiene que ver con la posición única del cristiano en la historia, no con su mérito personal. Juan murió sin ver la plenitud del plan de Dios en Cristo (ver Marcos 6:17-29). Juan nunca vio la crucifixión de Cristo ni Su gloriosa resurrección. Sin embargo, incluso el "más pequeño en el reino de los cielos" conoce estos acontecimientos y comprende su significado.

El bautismo de Juan era insuficiente para salvar (ver Hechos 18:24-26; 19:1-7). Los discípulos de Juan en Éfeso necesitaban oír todo el Evangelio, no solo lo que Juan había enseñado. Necesitaban ser bautizados en el nombre del Señor Jesús, el que Juan había predicho. Necesitaban el bautismo del Espíritu Santo. Juan fue verdaderamente el profeta más grande de su época -la época del Antiguo Testamento-, pero todos los cristianos de hoy tienen una perspectiva más completa de la obra de Cristo.

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