Pregunta: ¿Cómo deben reaccionar los cristianos ante la persecución contra la comunidad LGBTQ?
Respuesta:
La tentación más infame relacionada con ver cómo se persigue a otros es la apatía. Como cristianos, cuando vemos que se persigue a miembros de la comunidad LGBTQ+, tenemos la responsabilidad de actuar. Jesús dijo: "Ama a tu prójimo" (Lucas 10:27). No importa cuál sea la opinión de nuestro prójimo sobre ética moral o sexual, el mandamiento es aplicable. Amar a los miembros de la comunidad de lesbianas, gays, bisexuales, transexuales y queer (LGBTQ) significa, en parte, que no aprobamos los actos de persecución contra ellos: no excusamos la violencia, la injusticia ni ningún comportamiento que les haga daño. Hacer el bien a los miembros de la comunidad LGBTQ significa que somos proactivos a la hora de ayudarles en tiempos difíciles.
Al considerar una respuesta a la persecución contra la comunidad LGBTQ, debemos tener en cuenta la parábola de Jesús sobre el Buen Samaritano (Lucas 10:29-37). En la historia, el samaritano pasa junto a un hombre, judío, que había sufrido una grave "persecución" en forma de paliza y robo. En lugar de ignorarlo como habían hecho otros, el samaritano atiende generosamente las heridas del hombre y se preocupa por él, sin esperar nada a cambio.
Jesús cuenta esta parábola a un intérprete de la ley, un judío devoto y estudioso que probablemente era fariseo. Para los judíos de la época de Jesús, los samaritanos eran gente impura, despreciada y despreciable. Los samaritanos eran mestizos por raza y herejes en religión, y los evitaban a toda costa (Juan 4:9). En general, los samaritanos correspondían a esos sentimientos. Por lo que sabía el samaritano de la parábola, el judío al que rescató bien podía haberlo maldecido e insultado el día anterior. El hombre que estaba tirado en la cuneta, golpeado y ensangrentado, no habría esperado ayuda alguna del samaritano, separados como estaban social, política y religiosamente.
No se puede exagerar el sentido de la parábola. El samaritano tenía todos los motivos para pensar que el judío lo odiaba y, sin embargo, mostró amor, y Jesús dijo explícitamente que debemos "hacer lo mismo" (Lucas 10:37). No se trata de simple benevolencia, sino de mostrar benevolencia incluso hacia aquellos con los que no estamos de acuerdo. El mensaje de Jesús en la parábola del Buen Samaritano es que, cuando alguien está herido, nuestra responsabilidad como seguidores de Cristo es derramar amor, compasión, sanidad, socorro y recursos para ayudarle. Cuando los miembros de la comunidad LGBTQ están sufriendo, nuestra responsabilidad es ofrecer ayuda y consuelo. El acuerdo o desacuerdo en religión, moral u opiniones es totalmente irrelevante en el momento de necesidad.
Tampoco importa si hay pecado o no. Jesús rescató a una mujer adúltera de la persecución de una multitud sin aprobar su pecado (Juan 8:10-11). Mostrar compasión no es lo mismo que aprobar el estilo de vida de una persona. La compasión no requiere acuerdo ni aprobación. Nuestra respuesta a la persecución contra la comunidad LGBTQ debe incluir la oración, la reprensión de los perseguidores y la acción caritativa. Debemos amar y vencer el mal con el bien (Romanos 12:21).
Cuando la comunidad LGBTQ es víctima de persecución, violencia u otros daños, los cristianos tenemos un claro mandato de nuestro Señor. Al igual que el Buen Samaritano vendó las heridas de un antagonista social y religioso, nosotros debemos amar a nuestro prójimo, sea quien sea. Para el cristiano, solo hay una respuesta adecuada cuando los miembros de la comunidad LGBTQ sufren persecución. Debemos acercarnos a ellos, mostrarles misericordia y demostrarles el amor de Cristo.
"Antes bien, amen a sus enemigos, y hagan bien, y presten no esperando nada a cambio, y su recompensa será grande, y serán hijos del Altísimo; porque Él es bondadoso para con los ingratos y perversos. Sean ustedes misericordiosos, así como su Padre es misericordioso" (Lucas 6:35-36, NBLA).