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Pregunta: ¿Cuál debe ser el punto de vista de un cristiano sobre el realismo?

Respuesta:
El realismo se define como "la actitud o práctica de aceptar una situación tal como es y estar preparado para afrontarla en consecuencia". En otras palabras, el realismo anima a la gente a no ser ni excesivamente optimista ni pesimista sobre las circunstancias, sino a intentar ver las cosas exactamente como son. Un realista quiere la verdad sin rodeos. Hay muchas filosofías diferentes que se derivan del realismo, como el realismo depresivo (la idea de que las personas clínicamente deprimidas son capaces de ver la realidad con mayor claridad) y el realismo filosófico, que afirma que la realidad es absoluta y no depende de las percepciones de los observadores.

Como la mayoría de los sistemas filosóficos, el realismo es solo una forma de entender y afrontar la vida. Algunas filosofías, y muy probablemente también algunas ramas del realismo, se oponen a las enseñanzas de las Escrituras. Pero la idea básica del realismo—que debemos ver las cosas como son y actuar en consecuencia—no es antibíblica. De hecho, la Biblia nos anima a buscar la verdad sobre la vida y sobre nosotros mismos (1 Juan 1:5-10) y nos advierte de que no nos dejemos engañar (Santiago 1:16; Deuteronomio 11:16). La mente humana se engaña fácilmente, pues tiene la capacidad de aceptar los engaños como verdaderos, y desde el principio Satanás ha intentado engañar a la humanidad, a menudo con gran éxito (Génesis 3:13; 2 Corintios 11:3; 1 Timoteo 2:14). La Biblia dice que los engaños aumentarán con el paso del tiempo (2 Timoteo 3:13). El deseo de encontrar la verdad es bueno y queda satisfecho en Cristo (Juan 14:6).

Un problema del realismo es la suposición de que los seres humanos podemos ver la verdad con exactitud o de que podemos formar conclusiones adecuadas basándonos en lo que percibimos. Vamos por el mundo, asimilando conocimientos a través de nuestros sentidos, escuchando los argumentos racionales (o irracionales) de los demás y absorbiendo información emocional y espiritual mucho más sutil a través de las historias que escuchamos. Nuestras mentes están profundamente conectadas a nuestras culturas y a los mensajes del mundo. Jesús dijo que la única manera de oír o recibir la verdad es que el Espíritu de la verdad habite en nosotros (Juan 14:17). Necesitamos que Dios ilumine nuestras mentes para que podamos percibir la verdad con precisión y claridad (2 Corintios 4:4).

El profeta Jeremías dijo: "Más engañoso que todo es el corazón, y sin remedio; ¿Quién lo comprenderá?" (Jeremías 17:9, NBLA), y por eso se nos anima a "[confiar] en el Señor con todo tu corazón, y no [apoyarte] en tu propio entendimiento. Reconócelo en todos tus caminos, y Él enderezará tus sendas" (Proverbios 3:5-6, NBLA). Esta es una de las cosas más difíciles de aceptar: que, aunque intentemos ver las cosas de la forma más realista posible, nuestra mente y nuestro corazón pueden seguir engañados. Por eso debemos confiar en Dios, que existe desde siempre y seguirá existiendo mucho después de que el mundo haya desaparecido (1 Juan 2:17); el Dios que creó la realidad es "mayor que nuestro corazón es Dios, y él sabe todas las cosas" (1 Juan 3:20).

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