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Pregunta: ¿Cuál es la historia de Sara y Agar?

Respuesta:
Sara era la esposa de Abraham. Agar era la sierva de Sara. Dios había prometido a Abraham muchos descendientes, pero, diez años después de la promesa, Sara seguía sin poder tener hijos, y ambos estaban a punto de hacerse demasiado viejos para tenerlos. Sara decidió entregar a su sierva Agar a Abraham, según la costumbre de la época, para que Sara pudiera tener un hijo a través de ella (Génesis 16:2).

Agar concibió, y empezó a despreciar a su ama. Sara, a su vez, empezó a tratarla con dureza, y Agar se fue al desierto para escapar. El ángel del Señor se encontró con Agar en el desierto y le ordenó que volviera con Abraham y Sara. El ángel le transmitió una promesa de Dios: "Multiplicaré de tal manera tu descendencia que no se podrá contar por su multitud" (Génesis 16:10, NBLA). El ángel también predijo el nombre y el carácter de Ismael (Génesis 16:11-12).

Más tarde, Dios cumplió Su promesa a Abraham y Sara. Sara dio a luz a un hijo llamado Isaac (Génesis 21). Ismael, el hijo de Agar, tendría unos 14 años en el momento del nacimiento de Isaac. Abraham envió lejos a Agar e Ismael después de que Isaac fuera destetado (alrededor de los 2 o 3 años, con lo que Ismael tendría aproximadamente 16 años), según la orden de Dios. En aquel momento, Dios repitió Su promesa de que Ismael engendraría una gran nación. Agar estaba en el desierto y a punto de morir cuando el ángel de Dios la llamó y le dijo: "¿Qué tienes, Agar? No temas; porque Dios ha oído la voz del muchacho en donde está. Levántate, alza al muchacho, y sostenlo con tu mano, porque yo haré de él una gran nación" (Génesis 21:17-18).

Ismael y su madre vivieron en el desierto de Parán, donde se convirtió en un experto con el arco y más tarde tomó una esposa egipcia (Génesis 21:20-21). Se le vuelve a ver en las Escrituras cuando regresó para ayudar a enterrar a su padre Abraham (Génesis 25:7-10).

Ismael, hijo de una sierva, se convirtió en padre de 12 hijos que fueron llamados príncipes. Vivió hasta los 137 años. Sara murió a los 127 años en Hebrón, donde fue enterrada (Génesis 23:1-2). La Biblia no registra la muerte de Agar. Se la menciona por última vez en Génesis 25:12.

Se pueden hacer muchas reflexiones sobre la historia de Sara y Agar. En primer lugar, Dios puede obrar, y a menudo lo hace, de formas que parecen improbables desde una perspectiva humana. Abraham se convirtió milagrosamente en padre a los 86 años y de nuevo a los 99. La madre de Isaac, Sara, era estéril. La promesa de Dios a Abraham no dependía de la fuerza humana, y para Dios nada es imposible (Lucas 1:37). Dios utilizó una situación aparentemente imposible para hacer de Abraham el padre del pueblo judío, tal como había predicho.

De esta historia se desprende claramente que Dios actúa a pesar de los esfuerzos humanos equivocados. Sara no tenía por qué ofrecer su sierva a Abraham, y Abraham no tenía por qué acostarse con Agar. Y Sara se equivocó al maltratar a su sierva como lo hizo. Sin embargo, Dios obró a través de estas situaciones. Agar fue bendecida, y Abraham y Sara siguieron siendo los destinatarios de la promesa. La misericordia de Dios es grande, y Su voluntad soberana se cumple a pesar de la fragilidad humana.

Los lectores esperarían que esta improbable historia familiar acabara mal. Sin embargo, Dios cumplió Su promesa; Isaac se convirtió en el hijo de la promesa a través del cual surgirían las tribus de Israel. El hijo de Agar, Ismael, también se convirtió en un gran líder. Independientemente de cómo se vea una situación desde el punto de vista humano, Dios sigue obrando para cumplir Su voluntad y Sus promesas.

En Gálatas 4, Pablo utiliza la historia de Sara y Agar para ilustrar los resultados de dos pactos diferentes: el Nuevo Pacto, basado en la gracia, y el Antiguo Pacto, basado en la Ley. En la analogía de Pablo, los creyentes en Cristo son como el niño nacido de Sara, el resultado de la promesa de Dios. Los que intentan ganarse la salvación por sus propias obras son como el hijo nacido de Agar: un esclavo, fruto del esfuerzo humano.

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