Pregunta: ¿Qué significa que Dios será para Israel como el rocío (Oseas 14:5)?
Respuesta:
El libro de Oseas nos ofrece un hermoso retrato de la gracia de Dios. La misión del profeta incluía experimentar la traición de una esposa infiel. Dios utilizó esa relación rota como analogía. Dios es Oseas. La infidelidad sexual de la esposa de Oseas representa el adulterio espiritual de Israel mediante la adoración de ídolos y el abandono de las santas leyes de Dios. A través de Oseas, Dios promete permanecer fiel, primero disciplinando a Su pueblo y luego restaurándolo con gracia a la intimidad consigo mismo: "Entonces yo los sanaré de su falta de fe; mi amor no tendrá límites, porque mi enojo habrá desaparecido para siempre. Seré para Israel como un refrescante rocío del cielo. Israel florecerá como el lirio; hundirá sus raíces profundamente en la tierra como los cedros del Líbano" (Oseas 14:4-5, NTV).
El rocío es el resultado de la condensación de la humedad cuando el aire caliente se mezcla con el aire fresco de la noche. Aparece en forma de gotitas diminutas o de una fina niebla que cubre el suelo, las plantas y otras superficies. En el clima árido del antiguo Israel, el rocío proporcionaba una fuente imprescindible de humedad para cultivar y cosechar con éxito las plantas.
Dios es como el rocío en el sentido de que envía refresco, alimento, sanidad y nueva vida a los hijos rebeldes de Israel. El pueblo había estado muerto en el pecado, pero Dios prometió que volverían a florecer como los hermosos lirios, porque Él regaría sus almas secas y sedientas. El rocío sanador del Señor, enviado del cielo, haría que la nueva planta creciera sana y fuerte. La nación se establecería de nuevo, echando raíces profundas en tierra fértil como los grandes cedros del Líbano. Israel se reconstruiría sobre unos cimientos sólidos e inquebrantables.
En otras partes de la Escritura, Dios es como el rocío en el sentido de que Sus enseñanzas caen "como lluvia" y Sus palabras "se asiente[n] como el rocío. Que mis palabras caigan como lluvia sobre pastos suaves, como llovizna delicada sobre plantas tiernas" (Deuteronomio 32:2, NTV). El profeta Isaías afirma la cualidad vivificante de la Palabra de Dios: "La lluvia y la nieve descienden de los cielos y quedan en el suelo para regar la tierra. Hacen crecer el grano, y producen semillas para el agricultor y pan para el hambriento. Lo mismo sucede con mi palabra. La envío y siempre produce fruto; logrará todo lo que yo quiero, y prosperará en todos los lugares donde yo la envíe" (Isaías 55:10-11, NTV).
Dios es como el rocío, en el sentido de que provee de forma constante y misteriosa nuestras necesidades diarias. Cuando Dios sostuvo a Israel en el desierto, lo alimentó con maná, el milagroso pan del cielo (Éxodo 16:13-21). El registro histórico asocia el maná con el rocío: "cuando descendía el rocío sobre el campamento de noche, el maná descendía sobre él" (Números 11:9).
En Isaías 18:4, el Señor miró desde el cielo y preparó a las naciones para su cosecha "tan silencioso como sube el calor en un día de verano, o como se forma el rocío de la mañana durante la cosecha" (NTV). Del mismo modo que el rocío hace brotar nueva vida de la tierra, Dios resucitará a los muertos de la tierra: "Tus muertos vivirán; sus cadáveres resucitarán. ¡Despertad y cantad, moradores del polvo! porque tu rocío es cual rocío de hortalizas, y la tierra dará sus muertos" (Isaías 26:19).
Dado que el rocío es una fuente de refresco y revitalización para la vida vegetal, simboliza el refrigerio y la bendición a lo largo de las Escrituras. En el Salmo 133:1-3, el rey David comparó el rocío del monte Hermón que cae sobre los montes de Sion con la bendición del pueblo de Dios que habita unido en armonía. Cuando Isaac bendijo a Jacob, oró: "Dios, pues, te dé del rocío del cielo, Y de las grosuras de la tierra, Y abundancia de trigo y de mosto" (Génesis 27:28). El rocío es también un signo de renovación y prosperidad en la Biblia (Miqueas 5:7; Job 29:19). En la literatura sapiencial, el conocimiento infinito de Dios cubre todo el ámbito de la creación como el rocío, pero sigue siendo un misterio para los humanos (Job 38:28; Proverbios 3:20; Salmo 147:8; Jeremías 14:22; Job 36:28). El favor del rey era "como el rocío sobre la hierba" (Proverbios 19:12).
Dios es como el rocío, derramando Su gracia y cubriendo nuestras vidas con Su gran fidelidad. Su amor firme y Sus entrañables misericordias aparecen de nuevo cada mañana, igual que el rocío (Lamentaciones 3:22).