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Pregunta: ¿Qué significa cuando Dios le dice a Adán: "pues polvo eres, y al polvo volverás" (Génesis 3:19)?

Respuesta:
Génesis 2:7 (NBLA) enseña que Dios creó a Adán del polvo de la tierra: "Entonces el Señor Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz el aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente". Después de que Adán pecó, Dios le informó que tendría que trabajar la tierra toda su vida. Sería frustrante y difícil. En última instancia, el trabajo de toda la vida de Adán terminaría en la muerte, y él volvería al polvo del cual fue creado. La muerte fue la consecuencia final de la elección de Adán de pecar. En Génesis 3:19, Dios le dice a Adán: "pues polvo eres, y al polvo volverás".

Dios formó cada elemento de la creación con Su palabra. Lo dijo, y así fue. Pero Dios formó especialmente a Adán del polvo de la tierra y sopló en su nariz el aliento de vida. La humanidad está hecha de una combinación de la tierra y el aliento de vida que viene de Dios mismo. La gloria de Dios se encuentra en Su aliento en nosotros, mientras que estar hecho del polvo de la tierra es un recordatorio de nuestra humildad y dependencia de Él. La declaración de Dios a Adán de que "al polvo volverás" es definitiva y le dio a Adán una constante conciencia de que un día él moriría físicamente.

La maldición de la muerte que cayó sobre Adán afectó a todos los seres humanos que han vivido desde entonces. Por culpa de Adán, el pecado entró en el mundo (Romanos 5:12), todos fueron condenados a causa del pecado (versículo 18) y la muerte llegó a toda la humanidad (versículo 15; 1 Corintios 15:22). Todas las personas son pecadoras (Romanos 5:19) y un día morirán y serán juzgadas por Dios (Hebreos 9:27). La realidad de que "al polvo volverás" es para todos. Sin embargo, los que confían en Cristo superan la maldición de la muerte (Efesios 2:1-10). En lugar de temer a la muerte, los creyentes tienen la seguridad de la eternidad que inspira nuestra forma de vivir.

Pedro insta a los creyentes a recordar que somos peregrinos y forasteros, y como tales debemos abstenernos "de los deseos carnales que batallan contra el alma" (1 Pedro 2:11). La certeza de que "al polvo volverás" debe humillarnos a buscar y seguir a Dios. Nuestro tiempo en la tierra es corto comparado con la eternidad. Pablo llama a nuestros cuerpos "morada terrestre" en 2 Corintios 5:1. Este mundo no es nuestro hogar permanente, y nuestros cuerpos están destinados a volver al polvo. En la tierra gemimos y estamos agobiados. Sin embargo, la resurrección y la eternidad con Dios en una morada celestial están prometidas a los que pertenecen a Cristo (2 Corintios 5:4). No podemos enredarnos tanto en los asuntos de este mundo que nos perdamos lo que importa eternamente.

Santiago también recuerda a los creyentes: "¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece" (Santiago 4:14). Estamos llamados a ser embajadores de Cristo, compartiendo el Evangelio con los demás e instándoles a reconciliarse con Dios (2 Corintios 5:20). Dada la brevedad de la vida, debemos tener en cuenta cómo vivimos. En lugar de vivir para nosotros mismos, deberíamos vivir para Dios y hacer el bien (Santiago 4:16-17). "Al polvo volverás" debería influir en nuestra forma de vivir y en el sentido de nuestra vida.

Como escribió el misionero pionero C. T. Studd, "Solo una vida, pronto pasará, / Solo lo que se hace por Cristo perdurará". La declaración de Dios a Adán de que "al polvo volverás" sigue siendo válida para todas las personas hoy en día. Todos venimos del polvo, y todos volveremos a él. Lo que ocurre en el medio importa. Que vivamos nuestras vidas para Su gloria, en obediencia a Él y hablando a los demás de la esperanza que tenemos en Cristo. Que muchos se vuelvan a Él antes de que sea demasiado tarde.

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