Respuesta:
Una abominación es algo que causa odio o disgusto. Según la Biblia, una abominación es algo que Dios aborrece o detesta porque es ofensivo para Él y su carácter.
Las palabras hebreas traducidas como "abominación" generalmente se usan en relación con cosas como idolatría y dioses falsos (Deuteronomio 17:2-5; 27:15; 29:17; Isaías 66:3; Jeremías 32:34; Ezequiel 5:9; 11:18; Oseas 9:10). En 1 Reyes 11:5, al dios Moloc se le llama "ídolo abominable de los amonitas". Es decir, Dios odia la falsedad, la impureza y la maldad de estos dioses paganos.
A las prácticas ocultas también se les llama abominación en las Escrituras, al igual que el sacrificio de niños (Deuteronomio 18:9-12; 20:18; 2 Crónicas 28:3). Otras abominaciones a los ojos de Dios son las relaciones sexuales inmorales como la homosexualidad y el adulterio (Levítico 18:22-29; 20:13; Deuteronomio 24:4), el travestismo (Deuteronomio 22:5), los sacrificios imperfectos (Deuteronomio 17:1), los negocios deshonestos (Deuteronomio 25: 13-16; Proverbios 11:1; 20:10, 23), la maldad (Proverbios 15:9, 26), la injusticia (Proverbios 17:15), hacer oídos sordos a la instrucción de Dios (Proverbios 28:9) y las ofrendas hipócritas de los que no se arrepienten (Proverbios 15:8; Isaías 1:13). La mayoría de las referencias a lo que es abominable o detestable vienen en la Ley de Dios en Levítico y Deuteronomio, en las profecías que declaran el juicio de Dios contra Israel, y en Proverbios.
Proverbios 6 contiene una lista de siete cosas que Dios llama abominación: "Seis cosas aborrece el Señor, y aun siete abomina su alma: Los ojos altivos, la lengua mentirosa, las manos derramadoras de sangre inocente, el corazón que maquina pensamientos inicuos,
los pies presurosos para correr al mal, el testigo falso que habla mentiras, y el que siembra discordia entre hermanos" (Proverbios 6:16-19).
En Lucas 16:15, Jesús dice a los fariseos: "Porque lo que los hombres tienen por sublime, delante de Dios es abominación". El contexto de la declaración de Jesús es una reprimenda al amor de los fariseos por el dinero. Él acababa de enseñar que una persona no puede servir a dos señores y que servir a Dios y servir al dinero son mutuamente excluyentes (versículos 13-14). Los fariseos respondieron con burlas, mostrando la ceguera de un corazón que se deleita con lo que Dios llama abominación.
Tito 1:16 dice que los falsos maestros pueden "conocer a Dios, pero con los hechos lo niegan, siendo abominables y rebeldes, reprobados en cuanto a toda buena obra". Tanto Jesús como Daniel predijeron la abominación desoladora que corrompería el lugar santo del templo (Mateo 24:15; Daniel 9:27). También en relación con el fin de los tiempos, la ramera de Babilonia es representada con "un cáliz de oro lleno de abominaciones y de la inmundicia de su fornicación" (Apocalipsis 17:4). Se dice que es la madre de todas las abominaciones de la tierra (Apocalipsis 17:5) y se la identifica como "la gran ciudad que reina sobre los reyes de la tierra" (versículo 18). Esta ciudad, con todos sus actos repugnantes, será destruida (versículos 16-17).
Desde la idolatría hasta las balanzas injustas, pasando por las relaciones sexuales inmorales y todo tipo de maldades, las abominaciones separan a las personas de Dios. Realmente, todo pecado (no dar en el blanco de la perfección de Dios) puede ser considerado una abominación. Todo pecado nos separa de Dios y es detestable para Él (Romanos 3:23; 6:23; Proverbios 15:9). El odio de Dios hacia el pecado hace que el sacrificio de Cristo en la cruz sea aún más notable. Fue en la cruz donde: "Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él" (2 Corintios 5:21). Al sufrir y morir por nuestro pecado, Jesús pudo identificarse con el salmista: "Mas yo soy gusano, y no hombre; oprobio de los hombres, y despreciado del pueblo" (Salmo 22:6). Jesús tomó sobre sí mismo nuestras abominaciones y nos dio a cambio el regalo de Su justicia. Todos los que pongan su confianza en Él serán salvos.