Pregunta: ¿Qué dice la Biblia acerca del abuso emocional?
Respuesta:
La Biblia no usa las palabras abuso emocional, pero hay muchas características del abuso emocional que se abordan en las Escrituras. El abuso emocional puede tomar muchas formas, incluyendo asaltos verbales, amenazas e insultos; y el rechazo no verbal, negligencia y aislamiento —cuando estos comportamientos son recurrentes, se convierten en un patrón de abuso emocional. La víctima más común del abuso emocional es un cónyuge, un hijo, o un amigo que ama al abusador y no está dispuesto a alejarse de la situación.
Tenemos ejemplos de abuso emocional en la Biblia: Abigail casi seguro estuvo casada con un marido emocionalmente abusivo —Nabal es descrito como “duro y malo”, insultante, y “malvado” por las personas que más lo conocían (1 Samuel 25:3, 14, 25). También, vemos el maltrato verbal del Rey Saúl hacia su hijo Jonathan en 1 Samuel 20:30. Los babilonios “Degollaron a los hijos de Sedequías en presencia suya, y a Sedequías le sacaron los ojos”, asegurando que lo último que vio fue la muerte de sus hijos (2 Reyes 25:7); esta atrocidad combinó el abuso físico con el abuso emocional. El hostigamiento de Dalila a Sansón “presionándole ella cada día con sus palabras e importunándole, su alma fue reducida a mortal angustia.” (Jueces 16:16) es otro ejemplo de abuso emocional, o posiblemente psicológico. Según la Biblia, las acciones de un abusador emocional son pecaminosas y no agradan a Dios.
El famoso pasaje sobre el amor en 1 Corintios 13 deja claro que el abuso emocional está mal. El apóstol Pablo describe las acciones del verdadero amor. En primer lugar, dice que el amor es paciente y bondadoso (1 Corintios 13:4, NBLA). El abuso emocional no es ni paciente ni amable sino que es rápido para estallar en pequeñas ofensas. El amor “no toma en cuenta el mal recibido” (versículo 5), pero el abuso emocional se trata de señalar cómo otra persona está equivocada en todo lo que hace, con el fin de proteger el ego del abusador. El amor no es grosero ni egoísta ni orgulloso ni irritable ni resentido —todas características desafortunadas del abuso emocional. En cambio, el amor “todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta” (versículo 7). Tristemente, es la persona amorosa —aquella que ama incondicionalmente— quien es más a menudo el objetivo del abuso emocional.
Según la definición bíblica del amor, ¿deberíamos tolerar en silencio a un abusador emocional? ¿El amor requiere que uno pase por alto el abuso y “persevere” a través del dolor? La respuesta a ambas preguntas es “no”. Hay opciones amorosas que no implican tolerar el status quo. El abuso es un comportamiento aprendido, y si permitimos que suceda y continúe, estamos de hecho aceptándolo. No podemos y no debemos aceptar el abuso verbal o emocional, por al menos dos razones: deshonra al Señor y a menudo escala a abuso físico.
Abusar emocionalmente de alguien no es el comportamiento de una persona que anda en comunión con el Señor. ¿Cómo se deteriora una relación hasta llegar al punto del abuso emocional? En algún lugar del camino hubo una falta de obediencia a los mandamientos de Dios respecto a las relaciones interpersonales (ver Efesios 5:21). Se necesitan dos personas para tener una relación, y cada una debe tener su propia comunión con Dios a través de Cristo y estar eligiendo activamente honrar a Dios y al otro. Sin esa comunión con Dios, y sin ese compromiso de honrar al otro, habrá una ruptura en la relación.
Cualquier relación plagada de abuso emocional eventualmente tendrá que elegir uno de tres caminos: uno, el abusador admite su culpa, ve su comportamiento como dañino y cambia; dos, la persona abusada se aleja, al menos temporalmente; o tres, se permite que el abuso continúe indefinidamente, perjudicando a ambas partes.
El abusador solo encontrará sanación y perdón a través de un arrepentimiento genuino y llamando al Señor. Segunda Corintios 7:10 dice que “la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte”. La diferencia entre la tristeza de Dios y la tristeza del mundo es el arrepentimiento. Una persona que realmente entiende la naturaleza de su pecado será capaz de sentir una tristeza que lleva al arrepentimiento y a la salvación y a una conciencia libre de culpa.
No podemos tomar decisiones por alguien más. No podemos detener el abuso emocional de alguien. Esa es una elección que debe hacer el abusador. Pero podemos negarnos a aceptar el abuso sin discutir ni hacer demandas. La cura más extrema para el abuso emocional es la separación (ver 1 Corintios 7:5). Una separación del abusador puede permitir tiempo para buscar el consejo sabio de un pastor o consejero bíblico para que el equilibrio espiritual pueda ser introducido en la relación y pueda ocurrir la reconciliación.
Independientemente de las decisiones que tome el abusador, podemos tomar la decisión de obedecer a Dios y honrarlo en nuestras vidas. Aceptar el abuso no es el camino a seguir. Negarse a tolerar el abuso mientras se mantiene una actitud calmada y espiritual, y sin mostrar rencor o contención, ayudará en gran medida a desactivar una situación volátil (ver Proverbios 15:1; 1 Pedro 3:1–2).
El punto de vista humano es que podemos hacer “algo” para cambiar las cosas. La Palabra de Dios nos dice que solo haciendo las cosas a la manera de Dios llega la paz que perdura.