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Pregunta: ¿Qué significa acercarse confiadamente al trono de la gracia (Hebreos 4:16)?

Respuesta:
El autor de Hebreos escribe para informar a los lectores sobre la superioridad de Jesús y exhortarlos a que Lo sigan de cerca. En Hebreos 4:16, el autor explica que podemos acercarnos confiadamente al trono de la gracia: "Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro" (Hebreos 4:16). Por lo tanto, seguir a Jesús se trata de confianza, no de timidez. El autor explica cómo: por a Jesús, nuestro Sumo Sacerdote.

Jesús es descrito como un sumo sacerdote misericordioso y fiel en Hebreos 2:17, y logró la propiciación por el pecado (o la satisfacción de la ira de Dios a causa del pecado). En la Ley Mosaica, el sumo sacerdote intercedía en favor del pueblo, y era, al menos simbólicamente, el jefe de la administración sacerdotal (Números 25, 28). El sacerdote traía sacrificios a Dios en nombre del pueblo de Israel, y lo hacía repetidamente, según lo prescrito por la ley. Aunque normalmente el sumo sacerdote traía el sacrificio, Jesús mismo era el sacrificio. Su sacrificio personal fue un acto increíble de misericordia, y Él podía ser el sacrificio porque se había hecho semejante a aquellos por quienes se entregaba (Hebreos 2:17). Gracias a Jesús, el Sumo Sacerdote, podemos acercarnos con confianza al trono de la gracia (Hebreos 4:16). En otra parte de la epístola, Jesús es el "sumo sacerdote de nuestra profesión" (Hebreos 3:1). Jesús es un sumo sacerdote confiable, ya que Dios Padre lo tuvo por fiel (Hebreos 3:2). Si el Padre lo considera fiel, nosotros también lo podemos hacer.

En la Ley Mosaica, lo que se sacrificaba moría, por lo que eran necesarios nuevos sacrificios para cubrir (temporalmente) el pecado. Pero Jesús, como sumo sacerdote, trajo un tipo de sacrificio diferente. Jesús se sacrificó a Sí mismo, resucitó y ascendió al cielo (Hebreos 4:14), otra prueba de que es fiel y tenía la capacidad de lograr la salvación para todos los que crean en Él. Gracias a Él, podemos acercarnos confiadamente al trono de la gracia (Hebreos 4:16). Es un sumo sacerdote que se simpatiza con nuestras debilidades (conoce nuestras debilidades porque se hizo semejante a nosotros cuando se hizo hombre), incluso ha sido tentado en todas las cosas como nosotros, pero permaneció sin pecado (Hebreos 4:15).

Como Jesús era hombre, podía ser nuestro sustituto, podría tomar nuestro lugar para pagar el precio del pecado: la muerte. Ninguno de nosotros puede terminar de pagar el precio porque nuestra deuda es muy grande y no tenemos con qué pagarla. Él pudo pagar el precio en nuestro lugar como hombre. Como Jesús era Dios, no tenía pecado propio y pudo levantarse de la tumba demostrando que había vencido al pecado y la muerte. Su sacrificio de una sola vez fue suficiente (Hebreos 9:26). Gracias a Él, ahora podemos acercarnos confiadamente al trono de la gracia (Hebreos 4:16), no por nuestros propios méritos, trayendo nuestro propio sacrificio, sino por Su mérito y Su sacrificio. Ahora que Él ha hecho posible que vayamos a Dios, nos acercamos a Él con fe, porque "sin fe es imposible agradar a Dios" (Hebreos 11:6). Gracias a lo que Jesús ha hecho por nosotros, podemos acercarnos con valentía y confianza al trono de la gracia: ya no es un trono de juicio para nosotros; en cambio, sino más bien el lugar donde hemos recibido el perdón en forma de misericordia y la justicia en forma de gracia.

Jesús, nuestro Sumo Sacerdote, intercede en nuestro favor incluso hoy (Romanos 8:34). No solo podemos acercarnos confiadamente al trono de la gracia para el perdón y la salvación (Hebreos 4:16), sino que también podemos acudir a ese mismo trono en oración, sabiendo que ya no somos enemigos de Dios, sino hijos amados que lo pueden llamar "¡Abba, Padre!" (Gálatas 4:6; Romanos 8:15).

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