Pregunta: "¿Qué dice la Biblia sobre la adicción al trabajo?"
Respuesta:
El término moderno de trabajólico no se encuentra en ninguna parte de la Biblia. Sin embargo, los principios bíblicos se pueden aplicar a la discusión de los trabajólicos—aquellos cuya devoción a su carrera, trabajo o ministerio ha llegado al punto de ser obsesiva. Cualquier obsesión, que no sea Dios, es un ídolo.
Como cristianos, debemos tener cuidado de no dejar que las preocupaciones y atracciones del mundo nos distraigan de nuestra entrega a Cristo o de nuestras responsabilidades con nuestras familias y amigos. Es imposible siempre estar trabajando o pensando en el trabajo y al mismo tiempo estar estableciendo buenas relaciones con los demás. La adicción al trabajo provoca constantemente tensiones en la familia. Cuando un pastor o un empleado del ministerio a tiempo completo cae en la adicción al trabajo, el daño puede incluir la idea negativa que la familia tiene de quién es Dios.
El trabajólico pone en peligro su salud física, ya que la atención al propio cuerpo no es una prioridad. La salud emocional también está en peligro, ya que la adicción al trabajo provoca estrés y ansiedad. Al no tener la posibilidad de descansar y pensando siempre en el trabajo, el trabajólico vive con una tensión poco saludable y corre el riesgo de agotarse. Incluso, en algunos casos, la ansiedad puede provocar la adicción al trabajo, ya que el trabajólico se preocupa por el futuro y se esfuerza por garantizar la estabilidad y la seguridad de su familia.
Los trabajólicos son adictos a su trabajo de la misma manera que un alcohólico es adicto al alcohol. Una persona así nunca descansa. Siempre está preocupado por la siguiente venta, negocio o tarea. Un empresario trabajólico tiene a menudo dificultades para ver a sus amigos como verdaderos amigos en vez de clientes potenciales. Un pastor trabajólico corre el riesgo de ver a las personas como ayudas u obstáculos para un proyecto más que como personas necesitadas del ministerio.
Como cristianos, nuestro objetivo en la vida debe ser menos nuestra profesión y más la forma en que nuestra profesión encaja en el plan de Dios para nuestra vida. Ciertamente, el trabajo es una bendición. Dios asignó al primer hombre un trabajo (Génesis 2:15). Pablo era un fabricante de tiendas, que "trabajaba y se afanaba" para no ser una carga para la iglesia (2 Tesalonicenses 3:8). Lucas era médico (Colosenses 4:14). Y, por supuesto, también hay mucho por hacer en los trabajos del "ministerio a tiempo completo". Jesús nos dijo que oráramos por "obreros" para servir en la cosecha de Dios (Lucas 10:2). Pero tanto en el ministerio como en el trabajo de la vida diaria, necesitamos un equilibrio. El descanso y la tranquilidad son también un designio de Dios (Génesis 2:2). Una buena prueba para saber si estamos demasiado centrados en nuestro trabajo es preguntarnos cuánto tiempo pasamos pensando en nuestro trabajo cuando no estamos trabajando. Si nuestros pensamientos se centran más en nuestro trabajo que en Dios, la familia u otros asuntos positivos, podemos estar corriendo peligro.
Hasta cuando estamos trabajando en las tareas aparentemente mundanas de un empleo, debemos glorificar a Dios. Debemos mantener una buena ética de trabajo en nuestro trabajo haciendo las cosas como las haría Cristo, con honestidad y de la mejor manera posible. Como recordó Pablo a los colosenses: "Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él" (Colosenses 3:17). Y, como hizo Cristo, debemos hacer descansos intencionados, pasar tiempo con los seres queridos, orar y meditar en la Palabra de Dios (véase Marcos 6:31 y Lucas 5:16).
Ser adicto al trabajo no es algo que pueda compararse directamente con la adoración de ídolos; sin embargo, la adicción al trabajo está vinculada a menudo con la autosuficiencia pecaminosa, el descontento y las prioridades equivocadas. Y, si un trabajo absorbe tanto la energía que nos distrae de nuestra relación con Jesucristo, entonces podría considerarse idolatría. Debemos ver nuestro trabajo como una oportunidad para hacer avanzar el reino de Dios a través de nuestros talentos y recursos económicos. Debemos ser estratégicos en nuestro enfoque y buscar tener una vida equilibrada.