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Pregunta: ¿A qué se refería Jesús cuando dijo: "adoráis lo que no sabéis" en Juan 4:22?

Respuesta:
En la conversación de Jesús con la mujer samaritana junto al pozo, le dijo que "adoráis lo que no sabéis" (Juan 4:22). Esto fue parte de una conversación más amplia en la que Jesús le ofreció agua viva, lo que resultó en su salvación.

Cuando Jesús se dirigía al norte, de Judea a Galilea, decidió pasar por Samaria (Juan 4:4). No todo el mundo tomaría esta ruta, ya que, históricamente, existían importantes tensiones entre los samaritanos y el pueblo judío. Al final del periodo de la monarquía en Israel, Asiria derrotó a Israel y trajo gente de varios territorios asirios para que vivieran en la región de Samaria (2 Reyes 17:24). Esta gente adoraba a dioses falsos e introdujo numerosos sistemas de culto (2 Reyes 17:29). Los samaritanos posteriores fueron producto de matrimonios mixtos y no fueron recibidos por sus compatriotas como judíos; los samaritanos también adoraban dioses falsos junto con el Dios bíblico (2 Reyes 17:41).

Cuando Jesús le dijo a la samaritana: "adoráis lo que no sabéis" (Juan 4:22), estaba reconociendo esta historia cultural. No era habitual que un judío hablara con una samaritana (Juan 4:9), pero Jesús inició una conversación con ella. Después de pedirle de beber, le ofreció agua viva para la vida eterna (Juan 4:10-14). Ella no estaba segura de Su identidad (Juan 4:12), así que Jesús demostró que la conocía. Señaló que ella había tenido cinco esposos, y que el hombre con el que estaba no era su esposo (Juan 4:16-18). Ella reconoció entonces que Él era un profeta (Juan 4:19).

La mujer del pozo también reconoció que los samaritanos tenían una comprensión diferente de cómo adorar a Dios, y acudió a Jesús para que le diera la respuesta (Juan 4:20). Jesús respondió explicando que la verdadera adoración a Dios no se limitaba geográficamente a Samaria o Jerusalén (Juan 4:21). Jesús dijo de los samaritanos: "vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los judíos" (Juan 4:22). El pueblo judío tenía una orientación clara sobre quién era Dios y cómo adorarlo. Los samaritanos habían perdido esa certeza en su búsqueda de un enfoque más pluralista.

La duda y la incertidumbre de la samaritana reflejaban las de la población general de la región de Samaria. Pero la salvación había venido de los judíos en la forma del Mesías, el Hijo de Dios, en la línea de David. A pesar de la confusión de la mujer, comprendió la expectativa de que el Mesías vendría (Juan 4:25). En ese momento, Jesús le dijo directamente que Él era el Mesías (Juan 4:26).

La mujer dejó su cántaro en el pozo y fue al pueblo a contarle a la gente sobre el Mesías (Juan 4:28-30). Hasta ese momento, se podía decir de los samaritanos que "adoráis lo que no sabéis" (Juan 4:22), pero después de la conversación de Jesús con la samaritana de Sicar, pudieron conocer a Aquel a quien adoraban. Muchos de los habitantes de Sicar creyeron en Jesús por lo que la mujer les había contado (Juan 4:39). Muchos más creyeron en Él, por lo que les dijo durante los dos días siguientes (Juan 4:40-41). Ahora sabían a quién adoraban porque habían creído en Él (Juan 4:42).

Como explica Juan en la introducción de su evangelio, Jesús vino revelando a Dios Padre (Juan 1:18). Los que prestan atención a Su palabra y creen en Jesús pueden saber con certeza a quién adoran. Los discípulos creyeron en Él y llegaron a saber quién era (Juan 6:69). En otro contexto, Jesús desafió a Sus oyentes a creer en Él para que lo supieran (Juan 10:38). No necesitamos ser personas que adoran lo que no conocen. Como los samaritanos, podemos tener verdadero conocimiento de Dios creyendo en Jesús.

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