Pregunta: "¿Qué dice la Biblia sobre la adulación?"
Respuesta:
Se puede definir la adulación como "el acto de hacer cumplidos excesivos, generalmente con el fin de congraciarse con la persona". La diferencia entre la adulación y el elogio está en la persona que lo hace. La adulación tiene una motivación egoísta. El adulador pretende obtener la aprobación o la preferencia de la persona a la que adula. Sin embargo, los elogios son reconocimientos sinceros de admiración que se dicen para halagar a otra persona. Un cumplido tiene la intención de favorecer a quien lo recibe, mientras que la adulación beneficia al adulador.
La Biblia tiene mucho que decir sobre la adulación. El libro de Proverbios advierte de "la blandura de la lengua de la mujer extraña" (Proverbios 6:24; 7:5, 21). Con frecuencia, la adulación es el primer paso hacia el adulterio. Una persona sabia aprende a reconocerla y a diferenciar la adulación de los halagos sinceros. En general la adulación está unida a la mentira, ya que el adulador no está preocupado si está diciendo la verdad o no (Salmo 5:9; Romanos 16:18).
Desafortunadamente, la adulación también puede ser utilizada dentro de los círculos cristianos con la excusa de alentar. Algunos falsos maestros, desde los tiempos bíblicos, han usado la adulación para desviar a la gente y para beneficiarse a sí mismos. En 1 Tesalonicenses 2:5, Pablo recuerda a la iglesia que los apóstoles nunca recurrieron a la adulación para extender el evangelio: "Porque nunca usamos de palabras lisonjeras, como sabéis, ni encubrimos avaricia". La Escritura advierte de los falsos maestros que usan la adulación para introducir herejías con la intención de engañar a los seguidores de Cristo y de llenarse los bolsillos (2 Pedro 2:3; Romanos 16:18; Daniel 11:32).
Algunos maestros utilizan la adulación como una forma de aumentar el número de seguidores. A veces, los líderes que desean atraer a una multitud suavizan su mensaje hasta que el evangelio se convierte en una especie de programa de superación personal. Incluyen en sus charlas versículos alegres e imágenes diseñadas para hacer que sus oyentes se sientan mejor consigo mismos (y con los maestros). Se habla mucho de descubrir el propio potencial y desarrollar la grandeza personal. Esto no es más que una adulación destinada a crear popularidad para el hablante y su mensaje. Vende libros y tiempo de prensa, sin embargo, se parece muy poco al mensaje que Jesús proclamó.
El mensaje de Jesús nunca trató de inflar el ego de sus oyentes. Más bien, enfatizó la necesidad de morir a nosotros mismos, tomar nuestra cruz cada día y seguirlo (Lucas 9:23). Dijo que los que quieren guardar su vida ahora la perderán (Lucas 17:33) y que, si amamos a alguien más que a Él, no somos dignos de Él (Mateo 10:37-39). Estas enseñanzas son lo contrario a la adulación. Además, Jesús nunca dudó en decir algo que alguien necesitaba oír (Marcos 10:21-22; Lucas 9:61-62) porque Su motivación siempre fue hacer la voluntad de Su Padre (Juan 8:29). Jesús decía la verdad, independientemente de la aceptación que tuviera. Él se negó a poner en duda la Palabra, aun cuando lo abandonaron grandes multitudes (Juan 6:66). Habló con amor, pero nunca utilizó la adulación para obtener beneficios personales. Como sus seguidores, debemos esforzarnos por hacer lo mismo.