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Antinomia es una palabra griega compuesta de anti, que significa "contra o en oposición a", y nomos, que significa "ley". En filosofía, la palabra antinomia se utiliza para designar el conflicto de dos leyes que se excluyen mutuamente o que se oponen entre sí. Cuando dos conclusiones lógicas cuidadosamente extraídas se contradicen, el resultado es una antinomia.
Un ejemplo sencillo de antinomia es la afirmación "Esta frase es falsa". La afirmación básica (que la frase es falsa) se anula con la afirmación del que habla (que es cierto que la frase es falsa). Esto puede parecer trivial, pero, cuando se aplica a otros temas, la antinomia adquiere más significado. Por ejemplo, la afirmación "No hay verdad absoluta" contiene antinomia. La afirmación es autocontradictoria. A la afirmación de que una verdad nunca puede ser absoluta se opone el hecho de que el que habla afirma que dice la verdad. ¿La afirmación de que no hay verdad absoluta se aplica a la propia afirmación? Así se produce la antinomia.
La antinomia fue muy utilizada por el filósofo Immanuel Kant. Kant describió el conflicto entre el pensamiento racional y la percepción sensorial. Creía que el pensamiento empírico no podía utilizarse para demostrar la verdad racional. Kant estableció cuatro antinomias en las que una tesis y una antítesis se anulan mutuamente. En la primera de sus antinomias, Kant señala que el tiempo debe haber tenido un principio. El infinito es atemporal, y lo atemporal no puede existir en una línea temporal, y sin embargo, aquí estamos, moviéndonos a través del tiempo; por tanto, el infinito no existe. Sin embargo, Kant "demuestra" exactamente lo contrario al señalar que, si el tiempo tuvo un principio, debió existir una especie de "vacío pretemporal" antes de que comenzara el tiempo. Un vacío pretemporal sería necesariamente un lugar atemporal, un lugar que nunca cambia. ¿Y cómo pudo crearse el tiempo si nada cambia nunca? Esta aparente paradoja, junto con algunas otras, demuestra que la razón pura no siempre nos conduce a la verdad.
La mente del hombre es limitada; nuestro intelecto es falible. Esto no es algo que nos guste oír o aceptar, pero es la verdad del asunto. Como señaló Kant, puedes tomar dos afirmaciones racionales iguales y obviamente verdaderas, compararlas entre sí y refutarlas ambas. Esto nos dice algo. La existencia misma de la antinomia dice que hay cosas en el universo para las que no disponemos de los medios necesarios para comprenderlas.
La Biblia presenta la humildad como una virtud importante (ver Santiago 4:6). Cuando Dios permitió que Satanás atacara a Job, este se sintió confuso. No había ninguna razón, que él pudiera ver, para que Dios lo permitiera. Job no vio el cuadro completo: que Dios estaba mostrando a Satanás, que nada podía hacer tambalear la fe de Job, porque Dios había creado esa fe. Pero Job no lo sabía, y llegó a conclusiones erróneas tratando de averiguar qué pretendía Dios. Sus tres amigos estaban aún más equivocados. Cuando Dios respondió, no con una respuesta a la confusión de Job, sino con un despliegue general de Su poder y gloria, Job dijo: "Yo fui ese atrevido, que habló sin entender; ¡grandes son tus maravillas! ¡Son cosas que no alcanzo a comprender!" (Job 42:3).
La existencia de la antinomia nos recuerda: "Confía en el Señor de todo corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia" (Proverbios 3:5). ¿Se debe este mandato a que Dios no quiere decirnos la verdad? ¿Nos oculta algo? No, solo que nuestro entendimiento es limitado y está afectado por la caída. De hecho, es muy posible que Dios nos esté dando toda la información que nuestras mentes mortales caídas pueden manejar. Como seres creados, sencillamente no tenemos la capacidad de comprender el funcionamiento interno del universo y la mente del Dios que lo creó.
La antinomia es el resultado de un ser finito que intenta captar lo infinito, y fracasa. Pablo afirma que, puesto que el mundo no conoce a Dios mediante la sabiduría, a Dios le agradó darnos un mensaje "insensato", el mensaje de la cruz de Cristo (1 Corintios 1:18-25). El Evangelio era una "necedad para los griegos", que confiaban en la mente racional para adquirir la verdad. Los filósofos del Areópago se burlaron de Pablo cuando mencionó la resurrección (Hechos 17:32). Sin el conocimiento de Jesucristo, que es la verdad (Juan 14:6) y la sabiduría de Dios (1 Corintios 1:24), la humanidad nunca podrá conocer verdaderamente la verdad.
Jesús dijo: "De cierto les digo, que si ustedes no cambian y se vuelven como niños, no entrarán en el reino de los cielos. Así que, cualquiera que se humilla como este niño es el mayor en el reino de los cielos" (Mateo 18:3-4). Los niños no necesitan saber todo lo que saben sus padres para sentirse (y ser) protegidos y amados. No necesitan comprender los pormenores de la legislación fiscal para saber que papá cuidará de ellos y pondrá comida en la mesa. Este es el tipo de humildad y confianza que tienen los creyentes hacia nuestro Padre Celestial.