Respuesta:
Antes de intentar clasificar cualquier sistema de creencias, por ejemplo, el ateísmo, como una religión, será útil definir la religión. Una definición de religión en un diccionario incluiría lo siguiente
1. Un conjunto de creencias sobre la causa, la naturaleza y el propósito del universo, especialmente cuando el universo se considera una creación de un agente o agentes sobrehumanos. Generalmente se incluye un código de conducta moral para los aspectos humanos y observancias rituales o piadosas.
2. Un conjunto fundamental específico de creencias y prácticas convenidas por una serie de personas o sectas.
3. El grupo de personas que se adhieren a un determinado conjunto de creencias o prácticas.
4. Observación ritual de la fe o la práctica de las creencias religiosas.
5. Algo en lo que una persona cree y sigue con devoción; una cuestión de conciencia o ética.
Según estas definiciones, el ateísmo puede considerarse una religión.
En la Biblia descubrimos que, cuando Dios creó a la humanidad, diseñó una conciencia de Su existencia en la naturaleza humana. Esta conciencia no es un conocimiento o comprensión total de Dios; es simplemente el conocimiento integrado -podríamos llamarlo "instinto"- de que existe un ser eterno, Dios. Pablo lo explicó con bastante claridad en Romanos 1:19: "porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto [a los incrédulos], pues Dios se lo manifestó". Todos -creyentes e incrédulos- saben que hay un Dios, aunque nieguen ese conocimiento. La historia nos da un ejemplo. Los atenienses tenían un altar dedicado a un Dios que sabían que existía, pero que no conocían, y al que sabían que debían adorar (Hechos 17:23). El altar ateniense "Al Dios desconocido" es una prueba de que todos los seres humanos saben que hay un Dios.
Dios diseñó a los seres humanos para que lo adoraran. Cuando una persona no adora a Dios, adora cualquier cosa menos a Dios. Eso es el ateísmo. Cuando un hombre rechaza a Dios, crea dioses falsos para que reciban la adoración. La humanidad crea dioses a su propia imagen pecaminosa, por ejemplo, los dioses griegos y romanos que eran inmorales, malvados, vengativos, mezquinos y crueles. En tiempos más modernos, existe el dios musulmán que recomienda morir (incluso por suicidio) por una causa religiosa como la forma más elevada de adoración; y el dios humanista secular que recomienda el infanticidio y la eutanasia como las mayores expresiones de libertad personal. El hombre ha creado dioses de las estrellas, los planetas, el mar, el viento, los ríos, las plantas y los animales; ha convertido a sus antepasados en dioses; ha adorado a espíritus que supuestamente existen en las cosas animadas e inanimadas; y ha imaginado que él mismo puede convertirse en un dios.
Incluso el ateo crea un dios al que puede adorar. El Salmo 14:1 dice: "Dice el necio en su corazón: No Dios" - la traducción literal del texto hebreo. El necio no niega la existencia de Dios; rechaza la autoridad del único Dios verdadero, sustituyendo a Dios por él mismo. En otras palabras, se convierte en su propio dios. Dice: "No Dios para mí", es decir, "no hay Dios sino yo". J. J. Stewart Perowne escribe sobre el Salmo 14:1: "Hay aquí más bien un ateísmo práctico que teórico; no tanto una negación del ser de un Dios como una negación de su gobierno moral del mundo" (El Libro de los Salmos, Zondervan, 1966, 1:183-84).
Todo ser humano sabe, por la manera en que Dios diseñó la naturaleza humana, que hay un Dios que hay que adorar, un Dios que requiere sumisión y dependencia. Sin embargo, el ateo se niega a someterse a Dios y, por tanto, lo rechaza. Oculta su rebelión con la mentira -para sí mismo y para los demás- de que no hay Dios. El ateísmo no es la incredulidad en Dios, sino el rechazo de Dios.
¿Es el ateísmo realmente una religión? La respuesta es "sí". El ateo adora -no puede evitarlo- porque Dios diseñó en la naturaleza humana la necesidad de adorar. El ateo, como todos los que rechazan al único Dios verdadero, crea un ídolo -en su caso, es un ídolo de sí mismo para satisfacer tanto el conocimiento interno de que hay un Dios como la necesidad interna de adorar a ese Dios. El ateo crea una religión de confianza en sí mismo que cumple con una o más de las definiciones anteriores de religión.
