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Pregunta: ¿Por qué dice Dios, "Me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón" (Jeremías 29:13)?

Respuesta:
Cuando comenzaba el exilio de Judá, Jeremías envió una carta en la que recogía un mensaje de Dios para los ancianos del exilio, los sacerdotes, los profetas y todo el pueblo llevado al exilio por Nabucodonosor, rey de Babilonia (Jeremías 29:1-4). En esa carta, Dios predice que el pueblo de Judá volvería a Él algún día. Dios dice: "me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón" (Jeremías 29:13).

La carta comienza con una exhortación de Dios al pueblo a llevar una vida normal en Babilonia, a ser una bendición para las ciudades donde estaban exiliados y a orar por el bienestar de esas ciudades (Jeremías 29:4-7). Cualquier mensaje de que no lo hicieran (tal vez de que lucharan o se rebelaran) no procedería de Dios, sino de falsos profetas (Jeremías 29:8-9). Dios dijo que devolvería al pueblo a la tierra de Israel después del exilio de 70 años en Babilonia (Jeremías 29:10). Ese exilio ya se había explicado en Jeremías 25:8-11 y era consecuencia de la ruptura del pacto de Dios dado a través de Moisés (el Pacto Mosaico, o Antiguo Pacto, como se lo denomina en Jeremías 31). Ese juicio había llegado, pero no duraría para siempre: llegaría un tiempo en que el pueblo "me hallará porque me buscará de todo corazón" (Jeremías 29:13).

Cuando Dios devolviera al pueblo de Judá a su tierra, lo haría para cumplir los planes que Dios tenía para ellos: planes de bienestar y no de calamidad, para darles un futuro y una esperanza (Jeremías 29:11, NBLA). El plan de Dios era cumplir las promesas incondicionales de bendición que había hecho a Abraham, Isaac y Jacob, y bendecir al pueblo en la tierra. Pero antes de cumplir esos pactos de bendición para Israel, Dios se aseguraría de que no confiaran en sus propios esfuerzos y justicia. Dios quería asegurarse de que lo buscaran con todo su corazón. Le invocarían y orarían a Él, y Él les escucharía (Jeremías 29:12).

La promesa de Dios a Israel: "me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón", denotaba un cambio importante. En algún momento después de la finalización del exilio de 70 años, cuando Israel estuviera de vuelta en la tierra, el pueblo se relacionaría con Dios de manera diferente a como lo había hecho en el pasado. En lugar de seguir las leyes externamente, un día tendrían verdadera justicia, ya que Dios escribiría Sus leyes en sus corazones, y todos conocerían a Dios (Jeremías 31:31ss).

Aunque el regreso del exilio cumplió la profecía de Jeremías, los planes completos de Dios para el bienestar de la nación y su futuro de esperanza aún no se han realizado. Ese cumplimiento llegará después de la segunda venida del Mesías, cuando instale Su reino en Jerusalén (cf. Jeremías 31:31ss y Apocalipsis 20). En ese momento, toda la nación conocerá a su Dios, como prometió el Nuevo Pacto. Mientras tanto, todos los que lo busquen de todo corazón lo encontrarán.

Aunque estas profecías y promesas están específicamente relacionadas con el pueblo de Judá e Israel, el principio de que Dios se acercará a aquellos que se acerquen a Él es una verdad universal (Santiago 4:8a). Pero tenemos que acercarnos a Dios en Sus propios términos—con manos limpias y corazones purificados (Santiago 4:8b) que solo Dios puede proporcionar por gracia a través de la fe en Jesucristo (Efesios 2:8–9). Aunque la carta de Jeremías registró las palabras de Dios para el pueblo exiliado de Judá, los lectores de hoy pueden beneficiarse al reconocer que el mismo Dios que dijo, “Me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón,” también nos ha dicho que podemos acercarnos a Él y Él se acercará a nosotros (Santiago 4:8) y que Él nunca nos dejará ni nos abandonará (Hebreos 13:5).

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