Pregunta: ¿Cuál es el significado de Jesús calmando la tormenta?
Respuesta:
La historia de Jesús calmando la tormenta se cuenta en los tres Evangelios Sinópticos, Mateo, Marcos y Lucas. Jesús había estado enseñando cerca del Mar de Galilea. Después, deseaba un respiro de las multitudes, así que decidió tomar una barca con los apóstoles hacia la orilla opuesta donde no había grandes ciudades (Marcos 4:35-36). La Biblia informa que no mucho después de zarpar, Jesús se quedó dormido y surgió una tormenta (Lucas 8:23).
Aquí hay dos puntos importantes que revelan la verdadera humanidad de Cristo: necesitaba descansar y tiempo lejos de las multitudes, y estaba tan agotado que ni siquiera el golpeo del barco lo despertaba (Mateo 8:24). Estas verdades deberían ayudarnos a comprender que Jesús era genuinamente humano, con las mismas necesidades básicas que todos nosotros. La humanidad de Cristo es parte de lo que lo califica para ser nuestro misericordioso intercesor entre nosotros y Dios Padre (Hebreos 2:17).
Aunque el texto no especifica qué apóstoles estaban con Cristo en el barco, es probable que pescadores experimentados (al menos cuatro de los doce) estuvieran a bordo. Estos hombres estaban muy familiarizados con las formas del mar; sin duda, esta no era su primera tormenta en el Mar de Galilea, que era conocido por sus tormentas furiosas repentinas. Incluso estos pescadores profesionales se asustaron con esta tormenta, al punto de temer que iban a morir (Lucas 8:24). "Pero se levantó una gran tempestad de viento, y echaba las olas en la barca, de tal manera que ya se anegaba. Y él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal" (Marcos 4:37–38). Es significativo que el sueño de Jesús fuera profundo y tranquilo, incluso durante la tormenta, que estaba "ya anegando" la barca. La Biblia dice que el sueño del creyente será dulce y tranquilo porque él sabe que el Señor está con él (Proverbios 3:24; Salmos 4:8). Por eso Jesús, cuando lo despertaron, reprendió a los discípulos con la pregunta "¿Cómo no tenéis fe?" (Marcos 4:40).
La falta de fe de los apóstoles nos recuerda que incluso aquellos que vivieron y caminaron con Jesús, vieron Sus milagros y escucharon Su mensaje, aún encontraron difícil estar llenos de fe 100 por ciento todo el tiempo. De esa manera, los discípulos eran muy parecidos a nosotros. Sin embargo, su falta de fe fue reprendida, y, por ende, la nuestra también. Si Jesús pudo rescatar a los apóstoles de la tormenta, también podrá rescatarnos de las tormentas de la vida cotidiana: enfermedades, pérdida del trabajo, problemas en el matrimonio e incluso el aguijón de la muerte (1 Corintios 15:55).
Cuando Jesús "mandó pasar al otro lado" (Mateo 8:18), sabía que venía la tormenta. Él es omnisciente (Juan 2:25); incluso con una tormenta amenazante, decidió salir al mar. El Señor nunca prometió que nunca veremos una tormenta en la vida (de hecho, nos ha dicho que esperemos problemas, Juan 16:33). Más bien, ha prometido que estará con nosotros en la tormenta. Nunca dejará a Sus hijos solos en medio de problemas; con perseverancia los superarán (Deuteronomio 31:8; Santiago 1:12).
Este pasaje no solo revela la verdadera humanidad de Jesús, sino también Su deidad, porque solo Dios puede hacer que los "a los vientos y a las aguas manda, y le obedecen" (Lucas 8:25). Con una rápida palabra de Cristo, la tormenta se calmó y el mar se tranquilizó (Marcos 4:39). Los apóstoles maravillados ante este poderoso despliegue del poder sobrenatural de Jesús sobre la naturaleza (Lucas 8:25). Esto puede ser inmensamente consolador para el cristiano en una tormenta. La fe en Cristo nunca es un error. Si Él puede calmar las tormentas del mar con una palabra, también puede calmar las tormentas de la vida.