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Pregunta: "¿Por qué Dios hizo de la salvación un camino tan estrecho?"

Respuesta:
En Mateo 7:13-14, Jesús dijo: "Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan". Este pasaje hace que algunos cuestionen la bondad de Dios. Después de todo, si realmente quiere salvar a todo el mundo, ¿por qué no facilitó la salvación? ¿Por qué no deja que todos entren en el cielo?

Cuando leemos la palabra "estrecha", tendemos a asociarla con una selección discriminatoria. Suena como si Dios nos hubiera calificado a todos según una escala de aceptación y permitiera sólo a unos pocos selectos entrar en Su presencia. Sin embargo, unos pocos versículos anteriores, Jesús había dicho a las mismas personas, "Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá" (Mateo 7:7-8). Jesús lo dejó claro: el camino a la vida eterna está abierto para todo el que pide.

Sin embargo, la puerta del cielo es "estrecha" ya que tiene un requisito particular para entrar: la fe de Jesucristo. La salvación se encuentra sólo en la Persona de Jesucristo; Él es el único camino (Juan 14:6). La puerta "ancha" no es exclusiva; admite el esfuerzo humano y todas las demás religiones del mundo.

Jesús dice que la puerta estrecha conduce a un camino " difícil", que nos llevará por dificultades y decisiones difíciles. Seguir a Jesús requiere crucificar nuestra carne (Gálatas 2:20; 5:24; Romanos 6:2), vivir por fe (Romanos 1:17; 2 Corintios 5:7; Hebreos 10:38), soportar las pruebas a la manera de Cristo (Santiago 1:2-3, 12; 1 Pedro 1:6), y vivir un estilo de vida separado del mundo (Santiago 1:27; Romanos 12:1-2). Cuando nos vemos enfrentados a la elección entre un camino estrecho y lleno de baches o una carretera ancha y pavimentada, la mayoría de nosotros escoge el camino más fácil. La naturaleza humana se inclina hacia la comodidad y el placer. Cuando se enfrentan a la realidad de negarse a sí mismos para seguir a Jesús, la mayoría de la gente se aparta (Juan 6:66). Jesús nunca trató de ocultar la verdad, y la verdad es que no mucha gente está dispuesta a pagar el precio de seguirlo.

Dios ofrece la salvación a todo aquel que la acepta (Juan 1:12; 3:16-18; Romanos 10:9; 1 Juan 2:2). Sin embargo, es bajo Sus condiciones. Debemos seguir el camino que Él ha provisto. No podemos crear nuestros propios caminos o llegar a un Dios santo mediante nuestros propios esfuerzos. Comparados con Su justicia, todos somos inmundos (Isaías 64:6; Romanos 3:10). Dios no puede simplemente perdonar o pasar por alto nuestro pecado. Él es misericordioso, pero también es justo. La justicia requiere un pago por el pecado. Él pagó un gran precio que le costó mucho (Isaías 53:5; 1 Juan 3:1, 16; Salmo 51:7). Si la sangre de Jesús no cubre nuestro pecado, somos culpables ante el Dios que hemos rechazado (Romanos 1:20).

El camino hacia Dios estaba completamente cerrado, y el pecado era el obstáculo (Romanos 5:12). Nadie merece una segunda oportunidad. Todos merecemos permanecer en el "camino ancho que lleva a la destrucción". No obstante, Dios nos amó tanto que proporcionó el camino a la vida eterna (Romanos 5:6-8). Además, Él sabe que en nuestro mundo egocéntrico y saturado de pecado no hay muchos que lo deseen lo suficiente como para venir a Él bajo Sus condiciones (Juan 6:44, 65; Romanos 3:11; Jeremías 29:13). Satanás ha pavimentado el camino al infierno con tentaciones carnales, atracciones mundanas y compromisos morales. La mayoría de la gente permite que sus pasiones y deseos determinen el curso de sus vidas. Eligen el placer temporal y terrenal por encima del abnegado sacrificio que se requiere para seguir a Jesús (Marcos 8:34; Lucas 9:23; Mateo 10:37). Se ignora la puerta estrecha. La mayoría de la gente prefiere crear sus propias religiones y diseñar sus propios dioses. Fue con dolor, y no con discriminación, que Jesús declaró que el camino a la vida eterna es "estrecho, y sólo unos pocos lo encuentran".

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