Pregunta: ¿Qué es el coherentismo / contextualismo? ¿Qué es el fundacionalismo?
Respuesta:
El coherentismo (o contextualismo) y el fundacionalismo son enfoques opuestos para determinar si una determinada creencia está justificada. En filosofía general, este análisis se denomina justificación, que es totalmente distinto del concepto bíblico de justificación relacionado con la salvación. La justificación filosófica trata de si una persona tiene una confianza aceptable en alguna creencia. El fundacionalismo adopta un enfoque más objetivo, pero también más abstracto. El coherentismo es más práctico, pero adolece de debilidades lógicas.
Las discusiones filosóficas sobre el conocimiento, o epistemología, se dividen a grandes rasgos en tres ideas independientes: una afirmación puede ser verdadera o falsa; una persona puede aceptar esa afirmación o rechazarla; y esa opinión puede ser justificable o irrazonable. Estos tres conceptos son, respectivamente, "verdad", "creencia" y "justificación". Son realmente independientes: una persona puede creer algo cierto por razones irracionales, o puede (según algunas opiniones) creer razonablemente algo que resulta ser falso.
Ideas como el coherentismo y el fundacionalismo son visiones distintas de la justificación. En lugar de tratar directamente sobre lo que es verdadero o falso, estos puntos de vista tratan de definir qué hace que una creencia esté justificada: ¿en qué momento es razonable suponer que una creencia es verdadera?
Esta distinción es especialmente relevante porque existe una "teoría de la coherencia de la verdad", que no es lo mismo que el coherentismo o el contextualismo con respecto a la justificación. Al comparar el fundacionalismo y el coherentismo, debemos recordar que no se trata de discusiones sobre lo que es realmente cierto, sino de opiniones variadas sobre lo que hace que una creencia esté justificada, o que sea razonable que una persona la sostenga.
El fundacionalismo puede visualizarse como un árbol, una pirámide o un muro de ladrillos. Para estar justificada, una creencia necesita apoyarse en alguna otra creencia, que a su vez está justificada, y así sucesivamente hasta llegar a la base última de esas creencias, el fundamento. Según el fundacionalismo, todas las creencias justificadas se basan en última instancia en otras creencias que no pueden derivarse de otras creencias ni verificarse mediante ellas. Estos axiomas son fundacionales y necesarios. Deben "creerse" para tener conocimiento. Para que una creencia esté debidamente justificada, el fundacionalismo exige que se remonte a una o varias de estas máximas fundamentales.
El coherentismo (contextualismo) puede visualizarse como una red masivamente compleja, una nube o una maraña de cuerdas. Para estar justificada, una creencia debe apoyarse en otras creencias. Cuanto más contacto tenga la creencia con otras ideas -cuanto más coherente sea con la estructura que la rodea-, más justificada estará. Como si miráramos una telaraña desde el centro hacia fuera, puede que no haya un punto final perceptible. Las conexiones pueden ramificarse en muchas direcciones sin tener ningún punto final autoanclado. Según el coherentismo, las creencias justificadas son las que tienen un apoyo "suficientemente bueno" de otras creencias, y no requieren que la cadena de apoyo se verifique hasta el final -si es que alguna vez lo hace-. Para que una creencia esté debidamente justificada, el coherentismo exige que esté conectada a un número subjetivamente suficiente de creencias de apoyo.
El fundacionalismo se apoya principalmente en la fuerza de la lógica. La existencia de verdades fundacionales se demuestra en las teorías de las matemáticas básicas, como "un número es igual a sí mismo". Esa afirmación no puede deducirse de otras ideas, pero tampoco puede negarse sin borrar la lógica y las matemáticas mismas. El fundacionalismo permite establecer los lazos más fuertes posibles entre verdad y creencia al crear un vínculo directo entre ambas. También evita el problema de que un argumento acabe utilizándose para apoyarse a sí mismo. Sin embargo, el fundacionalismo también es abstracto. Aunque sea lógicamente posible rastrear todos los hechos e ideas hasta las máximas básicas, no es práctico hacerlo, y ese rastreo prácticamente nunca se hace en el mundo real.
La principal ventaja del coherentismo es su sentido práctico. Seguir el rastro de una creencia hasta llegar a los axiomas fundamentales está fuera del alcance de la mayoría de la gente, incluso aunque se sintieran inclinados a perseguir tal descubrimiento. También es cierto que, en algunos casos, la cadena de justificación se vuelve confusa: no todos los pasos del proceso son sencillos y fáciles de determinar. Eso significa que la mayoría de la gente en el mundo real se acerca a la justificación a través de una forma práctica de coherentismo, incluso si creen que "debería haber" un punto final objetivo para su razonamiento. El peligro es que el coherentismo se convierte fácilmente en relativismo. Incluso puede conducir al solipsismo, ya que lo que constituye una conexión "suficientemente buena" es profundamente subjetivo.
En última instancia, tanto el fundacionalismo como el coherentismo pueden ser coherentes con una cosmovisión bíblica. Esto se debe a que ninguno de los dos es una afirmación sobre lo que "es verdad" o lo que uno "debería creer", sino sólo el proceso mediante el cual uno determina si existe un vínculo justificado entre una creencia y la verdad (ver 1 Juan 4:1; 2 Corintios 13:5; Hechos 17:11). Aunque el fundacionalismo parece más sólido, hay que tener en cuenta la falibilidad humana, lo que deja margen para el coherentismo en algunas aplicaciones.