Respuesta:
El conceptualismo es una teoría filosófica que supone que los universales, es decir, las cualidades, las relaciones y los números, sólo existen dentro de la mente. Los conceptualistas insisten en que la realidad de los conceptos abstractos está limitada dentro de un marco mental. Fuera de la mente, estos universales, principios y conceptos son inconsistentes.
A modo ilustrativo, examinemos la pregunta: "¿Qué es el arte?". Para la mayoría, la palabra arte evoca imágenes mentales de pinturas, esculturas y galerías de museos. Un artista dotado es aquel que presumiblemente es hábil con los pinceles, los lápices o los cinceles. Los que aprecian el arte enumerarían la tinta, la pintura, la arcilla y el mármol como medios artísticos. Una docena de bolsas de basura de plástico negro, llenas de desperdicios y escombros, apiladas en un callejón y a la espera de que las recojan los trabajadores municipales de limpieza, no se considerarían arte, pero si esas mismas bolsas de basura se expusieran en una galería lujosa de la ciudad, algunos argumentarían que se trata de arte conceptual. El razonamiento filosófico es el siguiente: El "arte" es un universal que existe únicamente dentro de la mente. Cuando se saca de un callejón y se coloca en una galería prestigiosa, el montón de bolsas de basura negras se convierte en arte.
¿Qué ocurre con temas como el pecado, la moral, la rectitud, el mal, la justicia y el bien? ¿Existen estos "universales" sólo en el marco del pensamiento humano? Los partidarios del conceptualismo argumentarían que lo correcto y lo incorrecto o el bien y el mal son conceptos abstractos que no tienen realidad fuera del pensamiento humano.
¿Cómo se traduce esto en la percepción social de la moralidad? Antes de la Guerra Civil, la esclavitud se justificaba sobre la base de que las personas de ascendencia africana eran inferiores y sólo aptas para tareas serviles. Durante la década de 1930, el gobierno alemán empezó a expulsar a su población judía basándose en la determinación oficial de que esas personas no eran "humanas". Si, como sostienen los partidarios del conceptualismo, universales como "lo correcto y lo incorrecto" existen únicamente en el marco del pensamiento humano colectivo, entonces "lo correcto y lo incorrecto" están perpetuamente sujetos a cambios. En otras palabras, las cuestiones de moralidad se mantienen en las arenas movedizas de la opinión popular o de cualquier clima de pensamiento que esté de moda en ese momento. La adhesión a tal creencia tiene innegables consecuencias, pues, si la mayoría de la gente cree que la esclavitud está justificada o que la persecución judía está justificada, la esclavitud se convierte en una institución aceptable y la persecución judía se considera apropiada.
¿Está mal robar porque los legisladores humanos promulgaron leyes que establecen que robar está mal, o está mal robar porque Dios dice que está mal robar (Éxodo 20:15)? Si se despenalizara el robo, ¿se convertirían de repente los ladrones y atracadores de bancos en pilares de la comunidad empresarial? En realidad, el conceptualismo es contrario a una visión cristiana adecuada del mundo, ya que los creyentes consideran la Biblia como su fuente última de autoridad (Salmo 119:105; 1 Samuel 15:22-23; Juan 14:15; 2 Timoteo 3:16-17). Robar está mal porque va en contra de la naturaleza de Dios y viola Su Palabra. Las leyes y costumbres del hombre no niegan lo que el Señor Dios ha decretado.
¿Existen los "universales" sólo en el marco del pensamiento humano? No. Conceptos abstractos como rectitud, justicia, equidad, verdad, honor y bien son más que meras ideas humanas, pues estos principios existieron primero en Dios. Las leyes del hombre nunca pueden anular las leyes inmutables de Dios. Además, ninguna ley hecha por el hombre puede transformar el mal en bien. Una obediencia estricta e inquebrantable a la Palabra de Dios es nuestro deber legítimo.
¿Qué debemos pensar de los líderes políticos cuyas concepciones del bien y del mal son contrarias a las claras enseñanzas de la Biblia? El profeta Jeremías advirtió: "Mi pueblo ha venido a ser como ovejas perdidas; sus pastores las han descarriado, haciéndolas vagar por los montes. Han andado de monte en collado y han olvidado su lugar de descanso" (Jeremías 50:6, NBLA). Así como las ovejas descarriadas son presa fácil de una manada de lobos, una nación que se ha alejado de Dios se encontrará bajo el dominio de Satanás.
