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Pregunta: ¿Cómo debería un cristiano propietario de armas reaccionar ante la confiscación de armas por parte del gobierno?

Respuesta:
En la sociedad estadounidense, la posesión de armas es un derecho constitucional, al igual que la portación de armas de fuego. Es un derecho que muchos estadounidenses consideran sagrado, incluidos muchos cristianos que viven en Estados Unidos. Cada vez más, el libre ejercicio de este derecho está siendo restringido a través de varias leyes municipales y estatales, forzando al cristiano propietario de armas a considerar una cuestión importante: si el gobierno -o un posible autócrata- algún día intenta confiscar todas las armas, ¿cuál debería ser la respuesta?

Las reglas básicas de la relación del cristiano con el gobierno pueden resumirse en cuatro pasajes principales de las Escrituras: Romanos 13:1-7, Hechos 5:29, Juan 18:36 y Hechos 16:35-39. En términos generales, los cristianos debemos obedecer todas las leyes, salvo las que nos obliguen a cometer pecado; incluso en ese caso, debemos someternos al castigo que conlleve la desobediencia. La Biblia no autoriza a los creyentes a desobedecer las leyes simplemente porque las normas sean injustas o inapropiadas, o incluso porque las leyes entren en conflicto con la constitución de una nación. Al mismo tiempo, los cristianos no están obligados a ser totalmente pasivos o ingenuos en su trato con un mundo caído. La desobediencia civil puede estar bíblicamente justificada en determinadas situaciones. Los derechos legales pueden y deben ser aprovechados (ver la defensa que hace Pablo de sí mismo en Hechos 22:24-29).

En general, cualquier ley que no esté en conflicto con los mandamientos de Dios debe ser obedecida, por muy irritante que esa ley pueda ser para el que está bajo la ley. El capítulo 13 de Romanos indica que el gobierno terrenal existe por una razón. Desobedecer una ley basada únicamente en las preferencias de cada uno frustra el propósito para el que Dios instituyó el gobierno. Juan 18:36 establece que la violencia es totalmente incompatible con la "defensa" de la fe o la promoción de los ideales cristianos. Hechos 5:29 implica que las leyes que obligan a cometer pecado deben desobedecerse, porque la ley de Dios es superior a la ley humana. Hechos 16:35-39 muestra la legitimidad de utilizar los sistemas legales existentes en toda su extensión, incluso en la resistencia a la injusticia.

Cada situación tiene sus matices. Se puede argumentar que incluso las leyes que no obligan al pecado podrían ser precursoras peligrosas de exactamente eso. Algunas leyes humanas parecen interferir con mandatos bíblicos implícitos, como el encargo de cuidar y proteger a la propia familia, o con aspectos esenciales de la práctica religiosa. La Revolución Americana se basó en esta esfera general de argumentos. Hoy en día, algunos cristianos desafían las restricciones a la asistencia a la iglesia relacionadas con la pandemia, alegando que el gobierno ataca la libertad de culto en lugar de promover la seguridad, especialmente cuando las restricciones eximen a bares, tiendas y casinos.

La respuesta de un propietario de armas cristiano a la confiscación de armas por parte del gobierno, o a la posibilidad de tal "apropiación de armas", debe estar atemperada por las consideraciones bíblicas anteriores. Ni las armas de fuego ni sus accesorios forman parte de nuestra relación con Cristo. A la luz de Romanos 13:1-2, es probable que incluso las leyes de confiscación de armas deban ser obedecidas. Los ciudadanos de los Estados Unidos que entienden que la Segunda Enmienda es fundamental para la sociedad americana sin duda tendrían dificultades para someterse a tales leyes. Pero los cristianos entienden que las restricciones sobre ciertos tipos de armas no son un obstáculo para la fe bíblica. Por supuesto, utilizar agresivamente el sistema legal y político para prevenir o corregir restricciones irrazonables también es compatible con la fe cristiana.

Resolver los problemas a los que se enfrentan los propietarios de armas cristianos en respuesta a una posible confiscación de armas no es fácil. Y los acontecimientos futuros podrían inclinar la balanza a favor de una respuesta u otra. La limitación del tamaño de los cargadores, por ejemplo, es muy diferente a una confiscación generalizada de todos los rifles. Un gobierno que toma las medidas legales apropiadas para aprobar leyes sobre armas -que pueden ser anuladas de forma similar en el proceso legal- es muy diferente de un gobierno que ignora sus propias leyes para promulgar el control de armas por decreto.

Determinar el curso de acción (o no acción) de cada uno respecto a la confiscación de armas será tanto personal como circunstancial. No existe una respuesta simple o universal sobre cómo deben responder exactamente los cristianos a una posible confiscación de armas por parte del gobierno. Lo que tiene sentido para un creyente puede ser totalmente erróneo para otro que viva en una situación diferente. Cada cristiano debe buscar fielmente, en oración y con humildad la voluntad de Dios con respecto a sus circunstancias particulares (ver Romanos 14:23).

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