Pregunta: ¿Cuáles son las consecuencias del pecado?
Respuesta:
La mayor y más grave consecuencia del pecado es la muerte. La Biblia dice que "la paga del pecado es muerte" (Romanos 6:23). Esto no solo se refiere a la muerte física, sino a la separación eterna de Dios: “Pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír” (Isaías 59:2). Esta es la mayor consecuencia de la rebelión del hombre contra Dios.
Sin embargo, muchos quieren creer que Dios es tan "amoroso" que pasará por alto nuestras "pequeñas faltas", "deslices" e "indiscreciones". Pequeñas mentiras, cometer fraude en los impuestos, agarrar ese bolígrafo cuando nadie está mirando o ver pornografía a escondidas son pecados pequeños, que no merecen la muerte, ¿cierto? El problema es que el pecado es pecado, grande o pequeño. Aunque Dios nos ama, Su santidad es tal que no puede convivir con el mal. El profeta Habacuc describe a Dios de esta manera: "Muy limpio eres de ojos para ver el mal, ni puedes ver el agravio" (Habacuc 1:13). Dios no ignora nuestro pecado. Al contrario, "sabed que vuestro pecado os alcanzará" (Números 32:23). Incluso aquellos pecados secretos que ocultamos en lo más profundo de nuestro corazón algún día saldrán a la luz: "Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta" (Hebreos 4:13).
Pablo dejó en claro que el pecado tiene consecuencias: "No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará" (Gálatas 6:7). Pablo describe el final de aquellos que se deleitan en el pecado: "Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción" (Gálatas 6:8). Aunque la naturaleza pecadora puede prometer satisfacción, solo puede resultar en "corrupción".
Pablo les dijo a los creyentes en Galacia que "el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y estos se oponen entre sí" (Gálatas 5:17). Luego enumera las obras detestables de la naturaleza pecaminosa y especifica la más grande consecuencia de tal comportamiento: "Los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios" (ver Gálatas 5:19-21). Aquellos que viven en el libertinaje y el pecado siembran las semillas de la destrucción en su vida actual y pierden toda esperanza de vida eterna.
La Biblia describe a los que eligen entregarse al pecado como personas "teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón... se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza" (Efesios 4:18-19). Por lo tanto, una de las consecuencias del pecado, es más pecado. Hay una "clase de impureza" acompañada de un entumecimiento de la conciencia y una ceguera a la verdad espiritual (1 Corintios 2:14).
La consecuencia de ignorar la verdad es que Dios entrega al pecador a "las concupiscencias de sus corazones", "pasiones vergonzosas" y "una mente reprobada" (Romanos 1:24, 26, 28). Esto significa que Dios puede permitir que el pecador se convierta en su propio dios y coseche la destrucción de su cuerpo y alma. Es algo temible ser "entregado" a nuestros propios caminos destructivos.
Dios ha dejado claro que "el alma que pecare, esa morirá" (Ezequiel 18:4). Aquellos que habitualmente viven sus vidas fuera de Cristo, pero cuyos corazones han sido convencidos por el evangelio de Cristo, deberían seguir el ejemplo de los primeros creyentes de la iglesia: "Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?" La respuesta fue simple pero profunda: "Arrepentíos" (Hechos 2:37-38).
Las primeras palabras de Jesús cuando comenzó Su ministerio fueron: "El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio" (Marcos 1:15). ¿Qué es el evangelio? "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna" (Juan 3:16).
La consecuencia del pecado es la muerte, pero "la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús nuestro Señor" (Romanos 6:23).