Pregunta: ¿Qué significa "contra tales cosas no hay ley" (Gálatas 5:23)?
Respuesta:
Pablo enseñó a los creyentes de Galacia acerca de su libertad en Cristo, advirtiéndoles contra la tendencia a volver al "yugo de esclavitud" o legalismo. Muchos creyentes judíos todavía trataban de estar bien con Dios guardando la Ley de Moisés (Gálatas 5:1-15). Pablo también les advirtió que evitaran el otro extremo del libertinaje o hacer todo lo que deseara su naturaleza pecaminosa (Gálatas 5:16-21). Explicó que la libertad en Cristo implica someterse a la guía del Espíritu Santo en todo. Si seguimos un estilo de vida "conforme al Espíritu" (Gálatas 5:25), el Espíritu Santo produce en nosotros frutos de "amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley" (Gálatas 5:22-23).
Cuando estas cualidades de amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza se desarrollan y expresan en la vida del creyente, no hay necesidad de obediencia legalista a la ley. "Contra tales cosas no hay ley" significa que el fruto del Espíritu se concuerda perfectamente con la ley de Dios. La ley estaba destinada a limitar, refrenar, disuadir o prohibir ciertos comportamientos y equivocaciones; sin embargo, no es necesaria ninguna prohibición contra las virtudes que produce el Espíritu. No hay ninguna ley que prohíba amar a los demás o experimentar y difundir el gozo. Ninguno de los mandamientos de Dios prohíbe cultivar la paz o ser paciente, amable, bueno, fiel o gentil. Los que practican la templanza estarán naturalmente en conformidad con la ley.
La Ley de Moisés no puede presentar cargos contra quienes demuestran el fruto del Espíritu (ver Romanos 8:1-4). Los que caminan en el Espíritu son libres; el fruto del Espíritu está fuera del alcance de la ley. Pablo escribió en otra parte: "Pues la ley no fue diseñada para la gente que hace lo correcto. Es para los transgresores y rebeldes, para los desobedientes a Dios y los pecadores, para quienes no consideran nada sagrado y que profanan lo que es santo, para quienes matan a su padre o a su madre, o cometen otros homicidios. La ley es para los que cometen inmoralidades sexuales o los que practican la homosexualidad o los traficantes de esclavos, los mentirosos, los que no cumplen sus promesas o los que hacen cualquier otra cosa que contradiga la sana enseñanza que proviene de la gloriosa Buena Noticia, que me confió nuestro bendito Dios" (1 Timoteo 1:9-11, NTV).
La obediencia a la ley no produce "el fruto de justicia" (ver Filipenses 1:8, 11; cf. Gálatas 3:2). No podemos abrirnos camino hacia la gracia de Dios, esforzándonos y luchando por hacer buenas obras. Solo cuando el Espíritu Santo obra a través de nuestra fe, se producen estos frutos en nuestras vidas (2 Corintios 3:18). El fruto del Espíritu refleja el carácter de Cristo a medida que somos transformados a Su imagen (Juan 15:8; Romanos 8:5-14; Efesios 5:8-11; Colosenses 1:10). Las obras de la carne, así como tratar de obedecer la ley mediante el esfuerzo humano, conducirán finalmente a la muerte (Hebreos 9:14). Pero el fruto del Espíritu crece al permanecer en Cristo y caminar en el Espíritu (Lucas 8:15; Juan 15:4-5). Y madura en vida eterna (Romanos 8:5-6, 13-14; Gálatas 6:7-9).
La finalidad del fruto del Espíritu es que otros lo tomen para que también dé fruto en sus vidas (Juan 15:2). Warren Wiersbe escribe: "La gente que nos rodea está hambrienta de amor, gozo, paz y todas las demás virtudes del Espíritu. Cuando las encuentran en nuestras vidas, saben que tenemos algo de lo que ellos carecen. No damos fruto para nuestro propio beneficio; damos fruto para que otros puedan ser alimentados y ayudados, y para que Cristo pueda ser glorificado" (The Bible Exposition Commentary, vol. 1, Victor Books, 1996, p. 720).
El seguir reglas de manera legalista no trae gloria a Dios, ni tampoco el ceder a los deseos pecaminosos de la carne. Sin embargo, someterse a la guía del Espíritu en cada área de nuestras vidas sí trae gloria y alabanza a Dios (Filipenses 1:11). Este es el camino hacia la libertad en Cristo, y contra tales cosas no hay ley.