Pregunta: ¿Qué significa "El corazón alegre constituye buen remedio" (Proverbios 17:22)?
Respuesta:
La vida familiar y las relaciones interpersonales son el centro de Proverbios 17-19. Según Proverbios 17:22, una forma de pensar alegre y positiva es clave para tener relaciones sanas y una vida plena:
"El corazón alegre constituye buen remedio;
Mas el espíritu triste seca los huesos".
En el original hebreo, la palabra «alegre» significa "gozoso, feliz, lleno de regocijo". El "corazón" es el interior de una persona, sus pensamientos, emociones y voluntad. "El corazón alegre es una buena medicina", dice Proverbios 17:22 en la Nueva Traducción Viviente. "Medicina" es algo que trata o alivia los síntomas de una enfermedad. Un comentario dice: "Un corazón alegre es una buena sanidad", lo cual es una traducción literal aceptable. La Nueva Biblia de las Américas dice: "El corazón alegre causa buena curación". La Nueva Versión Internacional dice: "El corazón alegre es un buen remedio".
Las Escrituras afirman repetidamente los poderosos efectos de la mente sobre el cuerpo: "La paz en el corazón da salud al cuerpo; los celos son como cáncer en los huesos", afirma Proverbios 14:30 (NTV). "El corazón contento alegra el rostro; el corazón quebrantado destruye el espíritu", declara Proverbios 15:13 (NTV).
"El corazón alegre constituye buen remedio" porque genera salud y sanidad en el interior de la persona. Por el contrario, "el espíritu quebrantado consume las fuerzas" (Proverbios 17:22, NTV). Proverbios 12:25 explica que "La ansiedad en el corazón del hombre lo deprime" (NBLA). Estos sabios dichos concuerdan con estudios científicos del Colegio Americano de Cardiología, Medicina de Harvard y John Hopkins, que demuestran la poderosa influencia de la mente sobre el cuerpo. Un temperamento alegre y contento no solo fortalece nuestra salud mental, sino que nos permite resistir los ataques de las enfermedades físicas.
Ya que el corazón es el centro de nuestra vida interior, su condición y estado de ánimo alcanzan las partes más externas de nuestra existencia, incluidos nuestro cuerpo y hasta nuestras relaciones con los demás. Jesús dijo: "Pero lo que sale de la boca, del corazón sale; y esto contamina al hombre" (Mateo 15:18). Si nuestros corazones están encendidos, nuestros cuerpos estarán encendidos, nuestras palabras serán edificantes y nuestras relaciones se enriquecerán. Si nuestro corazón está abatido y quebrantado, el estado de nuestro cuerpo se descompondrá y no tendremos fuerzas para animar a los demás.
Así pues, si una buena medicina es un corazón alegre, ¿cómo podemos fomentar y promover el gozo interno? La Escritura dice que las leyes, los preceptos y los estatutos de Dios refrescan el alma y alegran el corazón (Salmo 19:7-8; 119:111). Pasar tiempo en la Palabra de Dios, meditando en Sus promesas, es una forma garantizada de hacer bien a tu corazón. El profeta Jeremías testificó: "Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón" (Jeremías 15:16).
Considerar las obras de Dios y Sus caminos también alegrará nuestro corazón. El salmista cantaba: "Porque Tú, oh Señor, me has alegrado con Tus obras, cantaré con gozo ante las obras de Tus manos" (Salmo 92:4, NBLA). Cuando Bernabé vio la gracia de Dios, se regocijó su corazón (Hechos 11:23). Cuando cada día dedicamos un tiempo a considerar todo lo que Dios ha hecho por nosotros y en la vida de todo Su pueblo, no podemos evitar "alegrarnos y regocijarnos", como el profeta Joel, "porque el Señor ha hecho grandes cosas" (Joel 2:21, NTV). Innumerables pasajes de las Escrituras nos dan motivos para alegrarnos en Dios, que es la fuente de nuestro gozo (Salmo 43:4; Isaías 61:10; Salmo 63:5; Lucas 1:47).
El profeta Isaías dijo: "Sacaréis con gozo aguas de las fuentes de la salvación" (Isaías 12:3). Podemos "alegrarnos y regocijarnos" en la salvación del Señor (Isaías 25:9). Jesús dijo a los discípulos: "regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos" (Lucas 10:20).
Quizá la forma más excelente de cultivar un corazón alegre que constituya un buen remedio, como la medicina, sea pasar tiempo en la presencia de Dios. Tanto el rey David en el Antiguo Testamento como el apóstol Pedro en el Nuevo Testamento encontraron su mayor gozo en la presencia del Señor (Hechos 2:28; Sal 16:9-11). En compañía de Dios, experimentamos la plenitud de gozo.