Pregunta: ¿Qué dice la Biblia sobre la corrección política? ¿Debe un cristiano ser políticamente correcto?
Respuesta:
La corrección política (en inglés, a veces abreviado P.C.) se define como "un término que describe el lenguaje, las ideas, las políticas y el comportamiento que se considera que intentan minimizar la ofensa social e institucional en contextos ocupacionales, de género, raciales, culturales, de orientación sexual, creencias religiosas, discapacidad y edad". La palabra clave aquí es ofensa. Ningún individuo o grupo debe ser ofendido en el mundo del PC. Ciertamente, como cristianos, no debemos esforzarnos por ofender a nadie personalmente, pero lo cierto es que el propio cristianismo es ofensivo.
En Gálatas 5:11, el apóstol Pablo hace referencia al "escándalo de la cruz". La cruz era una ofensa para los judíos porque su idea de la salvación consistía en "hacer las obras de Dios" (Juan 6:28-29), es decir, cumplir las numerosas y gravosas leyes y normas del Antiguo Testamento. Cuando Jesús vino predicando la salvación solo por la gracia, solo mediante la fe, quedaron destrozados. Dejó claro que "por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él" (Romanos 3:20) y que todo el cumplimiento de la ley no tenía ningún valor para ellos. Les repugnaba sobre todo la idea de que, sin Jesús, ellos, que se enorgullecían de su meticulosa observancia de la letra, si no del espíritu, de la ley, no podían hacer nada de valor espiritual (Juan 15:5).
En verdad, la ofensa que Jesús creó fue una piedra de tropiezo para los judíos, como explicó Pablo a los romanos. Les recordó la profecía de Isaías de que Dios pondría una Piedra Angular (Cristo) en Sion sobre la que muchos tropezarían y caerían (Isaías 8:14; 28:16; Salmo 118:22; 1 Pedro 2:6). Al igual que los judíos tropezaron con la idea de que sus obras no tenían valor para Dios, muchos odian hoy la idea de que Cristo edificará Su Iglesia no sobre méritos humanos, sino solo sobre Su justicia. Ese mensaje es tan ofensivo hoy como lo fue en tiempos de Jesús. A nadie le gusta que le digan que no puede hacer nada para ganarse un lugar en el cielo.
Igualmente ofensiva es la necesidad de morir al yo para seguir a Cristo. De todas las religiones del mundo actual, el cristianismo es la única en la que su fundador te dice que lo sigas y mueras. Jesús dijo a sus discípulos: "Si alguien quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y que me siga" (Mateo 16:24, NBLA). Los que oyeron este mensaje sabían exactamente lo que Jesús quería decir; seguirle era morir a uno mismo y renunciar a todo lo que siempre habían apreciado. Por eso todos huyeron cuando fue arrestado; no estaban preparados para morir con Él.
La corrección en el ámbito secular y político no es asunto de los cristianos ni de la Iglesia, porque "somos ciudadanos del cielo". Y desde allí esperamos con ansia a un Salvador, el Señor Jesucristo, que, por el poder que le capacita, "pondrá todas las cosas bajo su dominio" (Filipenses 3:20-21, NTV).