Pregunta: ¿Qué significa que "la creación aguarda ansiosamente" (Romanos 8:19, NBLA)?
Respuesta:
En Romanos 8, Pablo instruye a los creyentes sobre la nueva relación que tenemos con Dios cuando creemos en Jesús. Esa relación repercute no solo en el individuo, sino, con el tiempo, en toda la creación: "Porque el anhelo profundo de la creación es aguardar ansiosamente la revelación de los hijos de Dios" (Romanos 8:19, NBLA).
La revelación de los hijos de Dios que espera la creación tiene que ver con la glorificación. Pablo explica que los creyentes están libres de la condenación y de la ley del pecado y de la muerte (Romanos 8:1-2). Los creyentes viven ahora de acuerdo con el Espíritu; están en el Espíritu, y el Espíritu de Cristo está en los creyentes (Romanos 8:5, 9). Los creyentes son adoptados como hijos de Dios y pueden llamar a Dios su Padre (Romanos 8:15-16). Como hijos de Dios, los creyentes también son coherederos de Cristo porque han sufrido con Él (por Su muerte en la cruz, ver Colosenses 3:3-4 y Filipenses 3:10, por ejemplo). Si hemos sufrido, muerto y resucitado con Cristo, entonces seremos glorificados con Cristo (Romanos 8:17).
Los creyentes tienen una nueva relación increíblemente plena con Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Todos los sufrimientos y desafíos a los que se enfrentan los creyentes en el tiempo presente no pueden compararse con la gloria que se revelará a los creyentes en el futuro (Romanos 8:18). En otro pasaje, Pablo explica que, cuando Cristo se manifieste en el futuro, los creyentes se manifestarán con Él en gloria (Colosenses 3:4). No solo los creyentes esperan la gloria que les aguarda, sino también el resto de la creación. Todo lo que Dios creó aguarda ansiosamente que se revele esa gloria.
En la caída de la humanidad, la tierra fue maldecida por causa de Adán (Génesis 3:17-19). A causa de la caída, Dios sometió la tierra a la ruina y a la maldición (Romanos 5:20; Génesis 5:29). Lo hizo con la previsión de que un día la creación sería liberada de su esclavitud y corrupción y disfrutaría de la libertad de la gloria de los hijos de Dios (Romanos 8:21). Mientras tanto, sin embargo, la creación espera la revelación de los hijos de Dios (Romanos 8:19). "Toda la creación gime a una" y sufre como si se preparara para dar a luz (Romanos 8:22). Los dolores son intensos, pero, al igual que en el parto, cuando nace el bebé, hay gozo y los dolores de parto llegan a su fin.
Los creyentes también gimen de dolor bajo los efectos del pecado en este mundo. Estamos esperando nuestra primogenitura como hijos adoptivos de Dios: la redención del cuerpo (Romanos 8:23). Aunque ahora no podemos ver la evidencia externa de esta adopción y gloria futura debido a la maldición que hay en nosotros y a nuestro alrededor (Romanos 8:24), hemos sido salvos y tenemos esperanza en esa futura redención física (Romanos 8:25).
Puesto que los creyentes tenemos la esperanza de una bendita realidad física, podemos soportar con perseverancia mientras esperamos ansiosamente ser glorificados con Cristo (Romanos 8:26). La creación está esperando la revelación de los hijos de Dios, porque será entonces cuando se restaure el mundo natural y se levante la maldición (Apocalipsis 22:3). Las dificultades y luchas de hoy no son comparables a lo que Dios ha diseñado para nuestro futuro. Esperamos la esperanza de la justicia (Gálatas 5:5). Como hijos de Dios y herederos con Cristo, esperamos ser revelados con Cristo en la gloria.
Puesto que nuestra esperanza se centra en Cristo y en Su revelación, los creyentes deben poner su mirada en las cosas de arriba, donde está Cristo (Colosenses 3:4). Puesto que nuestra ciudadanía está con Él (Colosenses 1:13) y nuestras vidas están ocultas en Él (Colosenses 3:3), nuestra identidad y existencia ya no están definidas por las cosas de la tierra. Ahora mismo, no podemos imaginar el estado glorificado, pero toda la creación está esperando la revelación de los hijos de Dios. "Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es" (1 Juan 3:2). Tenemos una nueva relación con Dios y una nueva identidad. Ya no nos definen la condenación, la maldición y la futilidad.